Son varias ya las voces que denuncian la locura que comete el Chelsea con el fichaje de João Félix. No critican, por supuesto, el nivel del genio portugués sino las cifras escandalosas de una cesión que no contiene una opción de compra. Pese a ello, este tipo de operaciones tienen un denominador común: los futbolistas no suelen volver a los equipos que le han cedido. Veremos qué ocurre en este.
El de Viseo forma parte de esa estirpe de mediapuntas que siempre están bajo sospecha. Capaz de no comparecer durante 90 minutos para acabar dejándote un detalle para la posteridad, Félix aterrizó en la capital de España como jugador franquicia. El dineral que pagaban los colchoneros era una inversión de futuro que se ha convertido en un problema.
Dudábamos muchos del matrimonio que iba a tener con Simeone, un técnico poco dado a creer en jugadores más pendientes del gesto técnico que del trabajo, pero el argentino está acostumbrado a cuajar milagros. Y si bien es cierto que el luso ha dado alegrías a la parroquia de los madrileños, es evidente que su periplo en España es un fracaso.
Con un título liguero en el bolsillo, Félix se marcha a Inglaterra por la puerta de atrás. Firma por una entidad que no para de acumular problemas: desde los aficionados, que están pidiendo la vuelta de Roman Abramovich, hasta los futbolistas. El Chelsea ha utilizado 26 jugadores en la Premier y es probable, tras los cinco fichajes que lleva, que la cifra siga subiendo. No hay estabilidad, proyecto ni tranquilidad. Graham Potter necesita tiempo, pero no está claro que lo vaya a tener.
Además, es probable que su perfil no sea lo más necesario ahora para los de Stamford Bridge. La plantilla, claramente, necesita un ariete que pueda realizar algo diferente a lo que aporta Havertz. Es cierto que David Dietro Fofana será un buen delantero, pero lo más normal es que su rendimiento no sea inmediato. Cabe recordar que llega del Molde. Lo que está claro es que lo de João Félix y el Chelsea es un matrimonio de conveniencia. Y un drama para el Atleti.
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