Ayer discutíamos en nuestro canal de Twitch sobre lo que podía ocurrir en el Mundial. Como siempre, todo en nuestra cabeza sonaba espectacular, como dirían los ínclitos personajes de Pantomima Full. España acababa siendo campeona en una fase final en la que se metían todas las grandes selecciones del mundo. Solo faltaba Italia. Ya sabemos que la vida y el fútbol esconden tropiezos que nadie espera. Ojalá que en este Mundial distópico vuelva a ocurrir. No apetece, sinceramente, un torneo en el que los pequeños países sean actores secundarios.
Un combinado que siempre está en boca de todos es Inglaterra. Para algunos sigue siendo la ‘Pérfida Albión’. Ya no sentimos, creo yo, ese odio que hacía que nuestros antepasados realizaran sus necesidades mirando a Inglaterra. Lo siento, Blas de Lezo. De hecho, el español se ha llenado de anglicismos y muchos de nuestros jóvenes alucinan con la Premier League. Pero tenemos un punto macabro con su selección: sus decepciones, que parecen escritas por Shakespeare, son gasolina para muchos amantes del balompié. Los inventores de este bello deporte, que fueron extremadamente fatuos en el pasado siglo, siguen pagando las bellaquerías de sus antepasados.
Los de Gareth Southgate deberían llegar a Catar con la ilusión por las nubes, tras la gran Eurocopa, pero sus últimos resultados han sido tan pobres que incluso el seleccionador está en peligro. El conservadurismo del técnico y las dudas que afloran al salir de las islas son dos razones de peso para hablar con la boca pequeña. ¿Y si se quedan fuera en la fase de grupos?, me preguntaba yo ayer con mucha maldad. Sinceramente, creo que no sería una gran sorpresa. En 2010 se clasificaron de milagro -con un grupo muy flojo-; en 2014, con Uruguay, Italia y Costa Rica se despidieron a la primera; y en 2018 sufrieron ante Túnez para progresar. ¿Por qué no va a ocurrir esta vez? Todos sabemos que la historia es cíclica.
En el desierto, los ingleses se cruzarán al inicio con cuadros muy inferiores. Lo que es evidente es que el primer partido es esencial: no ganar a Irán presionaría mucho a los futbolistas. Y si hay alguien con ganas de hacer llorar a los británicos es Carlos Queiroz. Estados Unidos, que ya le sacó un punto en 2010 con un error de Green, y Túnez completan el grupo. Solo hay que ver la poca ilusión que levantan los medios nacionales, que normalmente están subidos al tren de las alucinaciones. Pocos se creen a una plantilla que sigue amasando talento, pero que no soluciona las desdichas históricas.
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