Los líderes de marketing, que son muy ufanos, realizan un sinfín de reuniones para justificar muchas horas de trabajo. Se agotan y se devanan los sesos por una palabra o una frase para que luego la gente, sin pensarlo, lo repita una y otra vez. Connecting people. La Premier League no necesita grandes campañas: con ver el Liverpool-Manchester City ya tienes suficiente. Muchos conectamos con este duelo -empieza a ser una rivalidad para la historia- tras el Real Madrid-Barcelona. Vaya tarde de fútbol tuvimos.
Ambos clubes ya son enemigos para la posteridad. Quién lo iba a decir a principios de siglo. Suficiente tenían los de Mánchester con estar en la máxima categoría y ganar un partido al cuadro de Sir Alex Ferguson. Conseguir ambas cosas era sinónimo de éxito. Algo muy raro tenía que pasar para que estas entidades entraran en un conflicto como el de ahora. Y ocurrió. Un estado decidió poner dinero en las arcas de los cityzens y la felicidad llegó a base de lechugazos. Que no nos engañen.
Las diferencias entre Pep Guardiola y Jurgen Klopp -estilísticas, no personales- han acentuado unos nervios que ya se pueden palpar desde el televisor de casa. Ayer el catalán denunció que varios aficionados de Anfield lanzaron monedas a los miembros de su staff. Una vergüenza. Los hechos acaecidos en los últimos años se van acumulando y eso se nota en cada acción dentro y fuera del verde. Ayer los visitantes lo intentaron todo tácticamente. Su técnico colocó a sus piezas de manera asimétrica para romper el 4-2-3-1 que ahora propone últimamente el alemán. El City quiso apretar especialmente el sector derecho de la defensa de los anfitriones con constantes superioridades con Foden y Bernardo Silva. Pero no llegó el gol.
Bueno, sí llegó pero el VAR decidió anularlo. Seguramente los sky blues tengan razones para criticar la decisión de los colegiados. Sí, probablemente Haaland le haga falta a Fabinho, pero no es una acción inmediata al gol. Posteriormente ya sabes que un error te puede condenar. Y así ocurrió. Conceder dos ocasiones a Salah no es una buena idea. Perdonó la primera, pero no la segunda. Cancelo, que estuvo fallón, no fue contundente y permitió al egipcio que se girara y enfilara la portería de Ederson. Así se pierde un partido que juegas bastante bien. Este es el mejor anuncio para la Premier. Y eso que el líder había jugado un poco antes. Vaya competición.
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