Cada época del año tiene una serie de conversaciones que queremos evitar, pero a las que acabamos cayendo sin querer. Quedan aún un par de semanas en las que preguntarás por las vacaciones de la persona que te encuentras. Esta, casi siempre, contestará que han sido muy cortas. Pensarás que tú jamás dirás algo así, pero tu cerebro te jugará una mala pasada cuando los papeles se intercambien. Con el tenis, y más con las ganas que tienen los periodistas de hablar, es imposible también obviar la comparación entre Alcaraz y Nadal. La pelea y la constancia que ambos muestran en cada envite. Las ganas de triunfar.
El murciano tiene ganas de fiesta. Lleva ya meses jugueteando con la historia. De hecho, pese a su bisoñez podría acabar la semana como número 1 del mundo. Lo que consiguió en los cuartos de final, ante Jannik Sinner, fue la demostración de que tiene una mentalidad con la que se nace. Sí, todo se puede mejorar, pero hay cosas que tienes de serie y Alcaraz ha tenido la suerte de ser tocado por los dioses de este deporte.
Esta madrugada, una vez más, tocará sufrir. Probablemente veremos otro partido largo; con las subidas y bajadas propias de la juventud de ambos jugadores. “¡Estoy hecho un toro, estoy hecho un toro!”, aseguraba el otro día el español en su victoria ante el italiano. Fue capaz de salvar una bola de partido y ganar tras cinco horas de dura batalla. No le está temblando la mano.
Sinceramente, la comparación entre los dos mejores tenistas españoles en la actualidad aburre un poco. Sin embargo, la sensación es que el debate seguirá rondando durante muchos años. Seguro que cuando Carlitos gane su primer Grand Slam, que será más pronto que tarde, muchos se preguntarán si llegará al número de Nadal. Dará pereza, pero es el mundo en el que vivimos. Por cierto: ¿ha ido bien el verano?
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