Es cierto que no deberíamos estar pendientes de todo lo que nos dicen, especialmente en redes sociales, pero uno no se puede aislar de todo el ruido. Al parecer, a muchos amantes de este bello deporte les aburre la fase de grupos de la Champions League. Esgrimen los que están hartos del balompié actual, azuzados por Florentino Pérez y la caterva que hace un par de años quiso romper el statu quo, que estos partidos suponen un tedio insoportable. A eso hay que sumarle, afirman, a que diversos encuentros se repiten año tras año: el Shakhtar visitará al Real Madrid una vez más. ¿Y qué?
La fase de grupo no es más que un sistema para los grandes. Se aseguran seis partidos europeos, con tres partidos de local, con una red de seguridad brutal. Lo más normal es que uno de los cuadros con los que se cruzan, además, forme parte del escalafón más bajo europeo. Purria, deben pensar los aristócratas de este nuevo juego. Son suficientes motivos para asegurarse una plaza entre los 16 mejores y seguir engrasando las cuentas. Pues quieren más.
Pese a que la historia, a la que siempre dejamos de lado, nos haya dejado fases de grupo maravillosas, basta con que haya una goleada escandalosa para que salten los críticos. Siempre están al acecho. Hoy arranca la penúltima fase de grupos de verdad, ya que en dos años probarán con el sistema suizo. Debe ser que ahí la gente sí que se divertirá de verdad, con más partidos y con menos opciones de caer en la primera fase. Menos calidad, pero más cantidad. ¿Eso qué quiere decir? Que hay más dinero. Fantástico.
Que me llamen panenkita o lo que sea, pero yo sigo prefiriendo una idea de balompié europeo en el que se castigue al que trabaja mal. El caso más evidente es el del Milan, una de las entidades más importantes del mundo, que se tiró una década para volver a la máxima competición continental mientras que la Atalanta, por ejemplo, le pasaba la mano por la cara. No tardó Agnelli en criticar eso con un ataque abyecto, asegurando que no tenían bagaje internacional suficiente. El mandatario de la Juventus es uno de los gurús en el negocio. Y así nos va.
Por supuesto, y en ese sentido sí que estoy de acuerdo con algunos presidentes, hay que tener cuidado con los clubes estado. Ellos, si por alguna razón extraña se tiraran 20 años sin jugar la Champions, seguirían teniendo por detrás el dinero y los medios para fichar a los mejores jugadores. Eso no significa que la solución esté en crear tu propia competición e irte al Chiringuito a venderla. La UEFA, mientras, mira de un lado al otro tratando de agradar a todo el mundo con la sonrisa en la cara y el puñal en la espalda. Por supuesto, al final nadie queda contento. Disfrutemos, mientras podamos, de la Champions League. Tiene fecha de caducidad.
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