Si hace tres meses alguien hubiera dicho que, a punto de entrar en el ecuador de la temporada 2022 de MotoGP, el máximo rival de Fabio Quartararo en la clasificación general iba a ser un piloto español, nadie se hubiera extrañado. Nombres como Marc Márquez, Joan Mir, Jorge Martín o Álex Rins aparecían en las quinielas de candidatos a desbancar al francés.
Ahora bien, si hubieran dicho que ese piloto iba a ser Aleix Espargaró, seguramente las respuestas hubiesen oscilado entre los murmullos de incredulidad y las risas socarronas.
Unas reacciones lógicas si se tienen en cuenta los antecedentes; ya que, cuando los 24 pilotos de MotoGP 2022 se alinearon en la parrilla de Qatar, Aleix Espargaró era el único de todos que nunca había conseguido ganar un GP en ninguna categoría, pese a ser tanto de los pilotos más mayores como de los más veteranos en categoría reina.
Un déficit numérico que le ha granjeado críticas durante bastantes años, donde su ácida presencia en las redes sociales no ha dejado a nadie indiferente. Con su sinceridad se ha ganado muchos adeptos y muchos detractores, que aprovechaban su falta de palmarés para descargar su bilis sin piedad sobre el piloto catalán.
Claro que, basta con retirar esa capaz de barniz que suponen los números absolutos de victorias y podios para darse cuenta de que, si Aleix Espargaró sigue en MotoGP, es por una sencilla razón: se lo ha ganado.
No es momento de entrar en los vaivenes de su recorrido hasta llegar a la categoría reina. Basta con subrayar que, tras proclamarse campeón de España de 125 en 2004, nunca pudo encontrar la continuidad ni de equipo ni de categoría hasta 2012, cuando fichó por el Aspar Team para volver a MotoGP, categoría en la que había competido en 2010 con el Pramac.
Ya en aquella primera experiencia había batido a su compañero Mika Kallio, y en su retorno hizo lo propio con Randy De Puniet, superándole en la lucha por ser la mejor CRT, honor que revalidó al año siguiente de una forma apabullante: sumando 93 puntos por los 41 de Colin Edwards y los 36 del galo.
Llegaron las Open y de nuevo fue el mejor, aventajando en 45 puntos a todo un Scott Redding para conseguir dos hitos: acabar séptimo en la general de MotoGP y lograr en Aragón el único podio en la historia de las Open.
Eso le valió fichar por Suzuki, donde acabó el año undécimo delante de su compañero Maverick Viñales. Seguramente su año más decepcionante fue 2016, ya que repitió esa undécima posición mientras Viñales daba un salto hacia delante clarísimo y le batía con contundencia.
Era la primera vez que se veía claramente superado por su compañero de equipo. También sería la última.
Suzuki no quiso renovarle y Aprilia vio en él un piloto experimentado para desarrollar su proyecto. Desde que cruzó la puerta de Noale se convirtió en el número uno de la marca, ganando a los puntos año tras año: 62-5 a Sam Lowes en 2017, 44-20 a Scott Redding en 2018, 63-43 a Andrea Iannone en 2019, 42-12 a Bradley Smith en 2020 y 120-4 a Lorenzo Savadori -sustituido por Maverick Viñales en el tramo final- el pasado 2021.
Un lustro en el que se había ganado totalmente el respeto de Aprilia, donde ya empezaba a ser conocido con el sobrenombre de ‘El capitán’, y donde encontró la recompensa a tanto sacrificio subiendo al podio en Silverstone antes de terminar el curso en la octava posición final. Aun así, nadie esperaba lo que podía suceder en este 2022.
Bueno, nadie no. Él sí confiaba en estar delante. El año pasado ya había hecho declaraciones diciendo que sentía que estaba entre los tres mejores pilotos de MotoGP, o asegurando que quería al mejor compañero posible para batirle. La llegada de Maverick Viñales, auspiciada por él, fue la prueba de que no iba de farol.
Y si ya se había ganado el respeto de Aprilia, en este curso se ha ganado el de todo el paddock. La RS-GP por fin funciona, y lo hace solamente en sus manos. La confianza mutua mostrada por ambas partes ha cristalizado en un binomio que se tornó ganador en Argentina y que se agarra al podio como ningún otro: en Catalunya iba a conseguir el quinto consecutivo hasta que llegó el absurdo error que le costó cuatro posiciones al creer que la carrera había terminado cuando aún restaba una vuelta.
Un error que debe quedar en anécdota en comparación con lo que está haciendo Aleix Espargaró en MotoGP 2022. A mitad de temporada suma 125 puntos (a uno de su tope, los 126 con el Forward en 2014) y está metido de lleno en la pelea por el título: es segundo en la general a 22 puntos de Quartararo.
Derrotar al francés y llevarse el título sería la guinda, pero el pastel ya se lo está comiendo: arranca cada fin de semana optando al podio, disfrutando de su pilotaje, mirando de tú a tú a los mejores pilotos del mundo, ganándose el respeto de toda la afición y viendo cómo todos sus odiadores tienen que tragarse la bilis un GP detrás de otro mientras él descorcha otra botella de champán.
Imagen de cabecera: Aprilia
Burgos, 1987. Madrileño de adopción. Periodista deportivo 3.0. Motociclismo, por encima de cualquier piloto; y deporte, por encima de cualquier deportista o club. Licenciado en periodismo, aprendí en Eurosport. Ahora soy editor en motorpasionmoto.com y colaboro en Sphera Sports, Motorbike Magazine y Sport Motor motociclismo.
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