Transfermarkt nos suele dejar listas muy interesantes. Hoy conoceremos cuáles eran los futbolistas más valiosos del 2004. Ninguno te sorprenderá: verás una serie de jugadores que, en aquella época, dejaban boquiabiertos a la todos los grandes aficionados del balompié.
5. Ruud van Nistelrooy. (40 millones de euros)
El neerlandés, aquel año se podía decir todavía holandés, era uno de aquellos delanteros que no permitía la mínima duda del central rival. Cualquier error, todos lo sabíamos, lo iba a cobrar con un gol. Old Trafford, con Alex Ferguson en el banquillo, disfrutaba con un Manchester United que sí asustaba por Europa. Posteriormente, no dejó de perforar las redes rivales en Madrid, Hamburgo y Málaga.
4. David Beckham. (40 millones de euros)
El inglés acababa de cambiar Mánchester por Madrid por un montante similar a su valor de mercado. Florentino Pérez, con ganas de construir un conjunto repleto de estrellas, firmó a un futbolista capaz de cambiar cualquier destino con su preciso golpeo. Con su llegada arrancó la famosa era de los Zidanes y Pavones.
3. Ronaldo Nazario. (45 millones de euros)
No sé si llamarle el Ronaldo real, como decía con sorna José Mourinho, pero es evidente que el brasileño es uno de los mejores arietes de la historia del fútbol. El brasileño, si las lesiones le respetaban, era uno de aquellos elegidos capaces de levantar de su asiento una y otra vez al duro socio madridista. Si se quedaba delante del portero sabías lo que iba a ocurrir.
2. Thierry Henry. (45 millones de euros)
Highbury y Thierry Henry. Había pocos planes mejores que ver al Arsenal de Wenger que jugaba como los ángeles. Es normal: el francés regateaba a los mejores defensores de la Premier League como si estuviera disputando encuentros contra niños de parvulario. Será difícil, en los próximos lustros, encontrar a un futbolista que mezcle elegancia y efectividad como él hacía.
1. Ronaldinho. (50 millones de euros)
El único deportista del mundo capaz de devolver la sonrisa a una entidad en depresión como el FC Barcelona era Ronaldinho. Este mundo adanista, especialmente azuzado por algunos periodistas, suele obviar la importancia del brasileño en la historia reciente del cuadro catalán: el Barça pasó de ser un equipo que no jugaba la Champions League a levantar la orejona al cielo de París. Más tarde arrancó su propia autodestrucción. Pese a ello, millones de niños que le idolatraron en sus mejores tiempos no le han olvidado.
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