En mayo de 2012, durante la disputa del Tour de California que conquistó Robert Gesink, tuvo también lugar la última vez que uno de los mejores de la época moderna se subía a una bicicleta de manera profesional. Robbie McEwen ponía fin, a sus 39 años, a una carrera de 17 temporadas en las que había logrado decenas de victorias. A destacar, siempre, las 12 que conquistó en el Tour de Francia, de donde se marchó en tres ocasiones con el Maillot Verde. McEwen, que admitía ya casi no poder seguir el ritmo de los mejores del pelotón y no tener la velocidad para hacerse con etapas, ponía fin a su etapa como ciclista en el Origa GreenEdge, donde automáticamente pasaba a ser entrenador y consejero.
Solo un mes después de la retirada del australiano, otro aussie, aún amateur, asombraba al país con la precocidad de sus victorias. Caleb Ewan, que acababa de cumplir 18 años, se alzaba campeón de Australia juvenil en Contrarreloj y Subcampeón en ruta y comenzaba a ganar sus primeras carreras en el circuito para cerrar el año acabando segundo en el Campeonato del Mundo juvenil en ruta, por detrás de Mohoric. Aún sin equipo profesional y corriendo solo, con el Maillot con la bandera australiana, Ewan continuó sumando entorchados en 2013, cada vez de mayor categoría, y fue uno de los ciclistas más sonados del Tour del Porvenir, donde destacó, con dos victorias, junto a los hermanos Yates y a Julian Alaphillipe, para terminar el año acabando cuarto en el Mundial Sub23. El hecho de ser el más joven de los ciclistas pujantes y que el resto ya tuviera acuerdos con equipos profesionales provocó que no anduviera demasiado sin equipo.
Fue precisamente Orica GreenEdge quien le echó el lazo y para finales de 2014, cuando aún tenía 20 años, Caleb Ewan firmó su primer contrato profesional con un equipo. Antes, a lo largo de esa temporada, había vuelto a destacar en el Porvenir y había sido subcampeón Sub23 tanto en el Mundial en ruta como en el Campeonato de Australia. 2015 pintaba apasionante para un chico al que todos empezaron a comparar con su ídolo: Robbie McEwen.
Y es que, ciertamente, entre ambos hay paralelismos incluso haciendo juegos de palabras con sus apellidos. De una altura considerablemente pareja (apenas se llevan tres centímetros de diferencia siendo ambos bastante bajitos), su estilo sobre la bici es similar y la manera de sprintar de Ewan hoy recuerda a Robbie. Quizás porque el primero creció viendo ganar al segundo, quizás porque el segundo ha aconsejado en sus inicios al primero. Ewan, eso sí, es más corpulento, más robusto, y ahí se parece más a Cavendish que a McEwen, quien en su juventud probó las mieles del culturismo pero cuando ‘se pasó’ al ciclismo perdió toda esa masa muscular. 2015, su primer año completo como profesional, fue una mezcla de sensaciones. Llegaron sus primeras victorias y sinsabores. Una batalla perdida contra Cavendish en Turquía, una exhibición en el Tour de Korea (ganó la clasificación general, de jóvenes y por puntos), victoria en la Vuelta a La Rioja y su primera grande, etapa en La Vuelta España imponiéndose a Degenkolb y Sagan. Acababa de cumplir los 21 años y ya se había estrenado, pero también había probado la dureza del primer nivel. Se tuvo que retirar de La Vuelta a causa de la fatiga y la temporada terminó para él en agosto, incapaz de recuperar un pico de forma óptimo en los últimos meses.
En 2016 probó las mieles del Giro, pero Greipel le arrebató dos etapas y en 2017 se pudo desquitar venciendo en una etapa al otro gran velocista de su generación, el colombiano Gaviria. No fue hasta 2019 cuando llegó su ansiado debut en el Tour de Francia. Tuvo que mudarse de equipo y firmar por Lotto para ser considerado una opción para el Tour, pues su antigua escuadra estaba claramente luchando por otros objetivos con los hermanos Yates, Esteban Chaves y Mikel Nieve. Las expectativas estaban altísimas y, sin siquiera haber ganado una sola etapa ya le llegaba la presión de su país para que rompiese el registro de las 12 de McEwen. Para entonces, meses antes de La Grande Boucle, un evento ya había conseguido juntar al pasado y al futuro. Como nunca habían rodado juntos, las calles de Australia se engalanaron de circuito improvisado para ver a los dos velocistas cruzar la línea de meta. Por milésimas venció el alumno al profesor. “Tardaré una semana en recuperar el aliento”, admitía entre bromas McEwen.
Así, bautizado, llegó The Pocket Rocket a su primer Tour de Francia. Un apodo del que se ha apoderado Ewan gracias a su estilo de Sprint y su condición física y como McEwen admite también fue nombrado así en alguna ocasión en sus inicios. A sus 24 años, parecía quizás que llegaba algo tarde su irrupción en Francia, pero el oceánico no decepcionó. En el Giro había ganado dos etapas y en Francia se hizo con tres victorias (nadie ganó más que él), incluida la última en los Campos Elíseos, además de terminar una vez en segunda posición y tres veces en tercera. Acabó segundo en la clasificación del Maillot Verde, solo por detrás de Sagan. Un año más tarde, sumó dos etapas más en un Tour que se vio retrasado por la pandemia y se colocó con cinco etapas en sus dos primeras actuaciones, a sus 26 años. “Yo gané mi primera etapa con 27, así que estoy ilusionado de que me pueda superar y quién sabe si no acercarse a las 34”, reconocía McEwen, que había ganado su última con 36 y su primer maillot de la regularidad a los 30.
Así que en 2021 parecía no tener rival. Llegó a Francia tras ganar dos de las tres etapas al sprint que hubo en el Giro, de donde se retiró en la segunda semana pensando en arrasar en el país galo. La nómina de velocistas había menguado un poco. Con Bennett lesionado, Cavendish era la apuesta forzosa de Deckeunik. Gaviria no estaba, Viviani tampoco, Sagan hacía mucho que no era el mismo y los Bouhanni, Matthews o Philipsen parecían estar en un segundo plano. The Pocket Rocket llegaba quizás en el mejor estado de forma de su vida y no parecía tener rival serio para llevarse otro puñado de leones de peluche a casa… pero no pasó de la primera llegada al sprint. Una fuerte colisión con Sagan a 100 metros de la meta cuando tenía cogido el range para ganar le hizo no poder subirse a la bicicleta al día siguiente, con una clavícula rota por cuatro sitios distintos que hubo que operar. Parecía que Ewan podría ganar al menos tres etapas más sin siquiera levantarse del sillín, pero su ausencia provocó que el rey de las llegadas fuera un renacido Cavendish, que con cinco victorias igualó las 34 de Eddy Merckx. Menos de tres semanas después de su caída, Ewan ya estaba rodando por las carreteras de Mónaco, donde reside, y dos meses después, ya estaba ganando en el Tour del Benelux imponiéndose a Colbrelli, Van Poppel y Sagan.
Desde que Ewan llegó al Lotto Soudal, algo más del 50% de las victorias de toda la plantilla son suyas. Ha renovado su contrato hasta 2024 y ahora entra en la edad de madurez que suele ser en la que un velocista consigue llegar a su mejor nivel. 2022 no ha podido arrancar mejor para él. Victoria en el debut, la primera etapa del Tour de Arabia Saudí y en los Alpes Marítimos. Ha mejorado su capacidad para ir para arriba y llega en el momento de forma perfecto para empezar una temporada que para él pinta apasionante. Es uno de los favoritos, quizás el máximo (lo que nunca suele ser positivo) para ganar la Milán San Remo, donde el año pasado llegó segundo. Mira de reojo al Tour, donde si nada lo impide será uno de los candidatos más pujantes para dominar cada etapa al sprint y no pierde de vista que en septiembre el Mundial se celebrará en su casa, Australia, con un circuito que parece muy propicio para sus intereses y conseguir un maillot arcoíris que su ídolo, McEwen, que fue segundo en 2002, nunca pudo lograr.
Imagen de cabecera: DAVID STOCKMAN / Belga / AFP
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