Nunca pensé que las primeras líneas de 2022 por aquí serían por una no vacuna, un arresto en el aeropuerto de Melbourne, una decisión judicial y un torrente de filtraciones, cada cual más sonrojante que la anterior, que cada vez tienen menos que ver con la participación en un Grand Slam y más que ver con la falta de responsabilidad de una persona con influencia pública de cara a la peor crisis sanitaria que vive el mundo en mucho tiempo.
Pero sí. La previa del Abierto de Australia 2022, el único Grand Slam que no ha perdido público ni alterado notablemente su localización en el calendario por la COVID-19, ha tenido su foco fuera de la pista. Novak Djokovic como protagonista y una exención médica por no estar vacunado para poder entrar a un país prohibido para los no vacunados.
Todo comenzó como una cuestión de dar un permiso a una persona que no ha querido vacunarse para entrar en un país a disputar un torneo de tenis. Un país, Australia, que obliga a todo el que quiera entrar en su territorio a tener la pauta completa de vacunación y que, incluso, no acepta alguna como la Sputnik.
La cronología de los acontecimientos es conocida: el día 4 el tenista anuncia que viaja a Melbourne con una exención médica. Tras aterrizar en Australia, es retenido por las autoridades fronterizas para revisar sus papeles y los motivos esgrimidos para acceder. Ocho horas en el aeropuerto, sin su documentación, ni pertenencias, ni equipo, mientras las autoridades evalúan si cumple los requisitos para entrar.
Ocho horas después le comunican que no puede entrar al país. Al borde de ser extraditado, sus abogados consiguen frenarlo y que un juez revise el caso. 24 horas después, el magistrado Kelly ordena que Djokovic sea liberado y pueda entrar en Australia. No porque haya sido retenido sin motivos o haya justificado debidamente el no estar vacunado. La razón que esgrime es porque a Djokovic no le dieron los plazos suficientes en el aeropuerto, una vez retenido, para poder defenderse y explicarse correctamente.
Una vez conocida la decisión, se hace público que el ministro de Inmigración Alex Hawke puede ejercer su derecho particular a retirarle la Visa al tenista y repatriarlo a Serbia. Pero la decisión del ministro, si es que llega a producirse, se demorará varios días.
Da la sensación que en el proceso se han tomado decisiones más rápidas de lo que se han conocido los hechos. Ya libre, ya entrenando, ya haciendo vida normal, se han conocido más aspectos previos de las actividades de Novak Djokovic antes de viajar.
Sus abogados defendieron la no vacunación por un positivo fechado el 16 de diciembre. Ese plazo excede en seis días el permitido por Tennis Australia (organizador del torneo) para presentar una prueba que justifique una exención.
Tenemos que suponer, o al menos es lo que hace creer la defensa con su argumento, que la base de la exención está en un positivo apenas un mes antes del torneo. Pasémoslo, aunque sea correr un riesgo extremo.
Durante aquellos días Djokovic asistió a varios actos sin mascarilla como un foro y la presentación de un sello en su honor. Un día después asistió a una ceremonia con niños en su complejo tenístico. Sin mascarillas o distancias. Dos días después, el serbio concedió una entrevista a L’Equipe con sesión de fotos incluida.
El positivo en el test se conoció el mismo día 16 de diciembre. Y aquí es donde llega el problema de verdad. Vida social sin mascarilla uno y dos días después de saber que era positivo por COVID-19.
Más problemas para el serbio. En su declaración para entrar a Australia (los trámites son largos), declaró que no había viajado en los 14 días previos a llegar a Melbourne. Estuvo en Marbella. Djokovic les indicó a las autoridades en el aeropuerto que Tennis Australia había rellenado el papeleo en su nombre.
Y la última. Djokovic ha emitido un comunicado en su Instagram explicando la ‘desinformación’ según sus palabras. Supo que era positivo tras el acto en su centro de tenis de Belgrado. Pero antes de la entrevista con L’Equipe. No la suspendió por no dejar tirado al periodista. Siempre con mascarilla y distancia salvo para la foto. Una vez pasó, consideró la entrevista un ‘error de juicio’. Habla de ‘error humano’ de su agente cuando se refiere a los errores en su Visa.
L’Equipe desvela que la entrevista se hizo con las condiciones de no preguntar por su no vacunación y por su presencia en el Abierto de Australia.
El caso ha dado tantos giros, vueltas y cambios que hace tiempo ha dejado de tratarse de un caso de si un tenista puede o no jugar un torneo. Se trata de responsabilidad. Pedir una exención con motivos justificados es una opción creada porque hay casos que justifican no poder vacunarse. Sin embargo, y sin exigir que Djokovic se vacune o explique públicamente por qué no lo hace (no tiene obligación de hacerlo), sí que tiene la obligación de cumplir las reglas. Incluso para el número uno, campeón defensor y serio aspirante a ganar el récord de 21 Grand Slams masculinos individuales. La salud está muy por encima de todo ello.
Responsabilidad. Dentro y fuera de pista. Tomar decisiones tiene consecuencias. Si no quieres vacunarte, pero no cumples los requisitos para una exención médica, no puedes entrar en Australia ni disputar el torneo. Y la paradoja de todo esto es que se habría evitado todo el lío con un gesto que ha demostrado salvar vidas: vacunarse. Ser responsable.
Imagen de cabecera: Getty Images
Madrid. Periodista y CCMM. Redactor en @elcontragolpe_ Gestiono @ATPsphera Antes en @franquicianet portal de @t4franquicias Punto de Encuentro y EL MUNDO
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