‘No soy africano por haber nacido en África; soy africano porque África nació en mí’. Así agitaba a las masas Kwame Nkrumah, presidente de Ghana y uno de los principales adalides del panafricanismo a sus adeptos en los discursos para incendiar a las masas en la época de liberación colonial de los países africanos. Ya en los años sesenta, el fútbol era un elemento fundamental para reforzar el sentimiento de pertenencia de los países recientemente independizados. Hoy, más de medio siglo después, el continente africano sigue girando alrededor del balón. Una pasión desbordante que se desparrama por todo el continente.
Arranca una nueva edición de la Copa de África de Naciones salpicada por demasiados contratiempos. Camerún debía albergar el máximo torneo continental en 2019. Sin embargo, un conflicto bélico en Ambazonia (zona anglosajona del país que no reconoce la soberanía camerunesa), cambió el orden de las sedes e hizo que Egipto tomara el testigo.
En 2021, ahora sí, llegaba el turno de Camerún, pero el auge del virus retrasó un año la cita.
Más allá de murallas pandémicas, la Copa de África ha tenido que escalar otro tipo de obstáculos. El primero de ellos, de carácter logístico a causa de las dificultades para finalizar las infraestructuras necesarias. El segundo, y más temible, el choque frontal contra los clubs europeos contrarios a ceder a sus figuras africanas durante un mes.
A pesar de las presiones recibidas, el fútbol africano sigue adelante porque, como ya sabéis, el balón nunca deja de rodar.
El balompié se convierte en un refugio. Dictadores atornillados al trono, conflictos étnicos abiertos, grupos terroristas que arrasan aldeas o la escasez de alimentos para llevarse a la boca son una amenaza latente, pero el fútbol siempre está ahí. No importa la gravedad de las calamidades ni la profundidad de las desgracias; la pelota no deja de girar en África.
Argelia parte como una de las favoritas de la competición. Los Zorros del Desierto son los actuales campeones de una competición que ya han ganado dos veces. Capitaneados por el mago Riyad Mahrez, el equipo argelino quiere imponer su fútbol control sustentado en las toneladas de talento de Benrahma, Feghouli, Bennacer y Brahimi. La calidad como sello de identidad.
‘Teranga’ es la palabra en idioma wolof que se usa para darle forma a la típica hospitalidad senegalesa. Un país que ha pisado dos veces la final de la Copa de África sin éxito. Los Leones de Teranga presenta un equipo equilibrado, con estrellas de primer nivel en cada una de sus líneas. Una columna vertebral compuesta por Eduard Mendy, Koulibaly, Gueyé y Sadio Mané que quiere, de una vez por todas, levantar el trofeo.
Otra selección que peleará por la gloria continental es Marruecos. Los Leones del Atlas están en un momento de forma extraordinario. El seleccionador Vahíd Halilodzic ha formado un grupo compacto, cimentado en la seguridad bajo los palos de Yassine Bounou, la velocidad de Achraf Hakimi en la derecha y el poderío de En Nesyri en la punta de ataque. El conjunto magrebí empieza a sentir la presión de todo un país que reclama su puesto en el Olimpo del fútbol africano.
Hay un coloso que atemoriza a todos sus rivales. Lejos ha quedado la selección nigeriana que enamoró al mundo entero en la década de los 1990’. Ahora las SúperÁguilas, con casi 200 millones de habitantes empujando, quieren nutrir sus vitrinas con su cuarto campeonato continental. El talento de Ndidi y Aribo en el centro del campo es el sostén de un equipo diseñado para el vértigo. Chukwueze, Awoniyi y Sadiq se presentan en la gran cita del fútbol africano con las garras bien afiladas.
Hubo una época en la que Costa de Marfil contaba con varias estrellas mundiales de campanillas. Una generación dorada que no consiguió su segunda corona continental hasta que Didier Drogba, su máxima figura se retiró de la selección. Hoy cuentan con el máximo goleador de la presente Champions League. Sebastian Haller es la gran esperanza de unos Elefantes que llegan al torneo sin la presión del favoritismo.
También pugnarán por coronarse campeón la exuberancia física de Ghana, el entusiasmo juvenil de Mali, la sobriedad tunecina, la Egipto de un Salah faraónico o una Camerún sedienta de reverdecer viejos laureles, ya marchitos, en su propia casa. Un servidor, como no podía ser de otra manera, tendrá el corazón apoyando a Guinea Ecuatorial en un torneo que se prevé espectacular. A pesar de las quejas y de las voces críticas, animo a todos a seguir las andaduras de esta competición. El fútbol africano supone una liberación, porque el balón nunca deja de rodar en la Tierra Madre. Siempre está ahí para quien lo necesita. Durante cuatro semanas, todos podemos abrazar esa filosofía. Porque uno no es africano por haber nacido en África; uno es africano porque África ha nacido en él.
Imagen de cabecera: Getty Images
Sabadell, 1984. Futbolista, colaborador en varios medios de comunicación como beIN Sports, Radio Marca o diari ARA. Analista de fútbol africano y 6 veces internacional absoluto con la Selección de Guinea Ecuatorial.
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