João Félix no arranca. Por unas cosas o por otras, el luso no ha tenido la regularidad deseada. Hay quien le pone todas las fichas de la culpabilidad al entrenador por no confiar en él. Hay quien hace lo propio con el futbolista por no demostrar más. Puede que en el término medio esté la virtud y que, datos en la mano, el argentino haya sido el máximo valedor de un jugador por el que se esperaba mucho y que no ha terminado de explotar. Que si el sistema no le favorece, que si el entrenador le tiene manía, que si necesita salir para explotar, ni con su club ni con su selección se atisban motivos de optimismo de ese jugador que cuando juega en plenitud es una maravilla y que quizás por eso duele tanto no verle así con asiduidad. La realidad, ya casi en 2022, es que João Félix es uno de los cinco fichajes más caros de la historia del fútbol. Y si bien se esperaba que su impacto no fuera inmediato por su juventud, ya en su tercer año parece incluso haber menguado ese fogonazo que fue su primer curso.
Cuando el Atlético de Madrid fue a firmar a João Félix en verano de 2019 se iba a hacer con un jugador con apenas una treintena de partidos como profesional. Un segundo punta acostumbrado a jugar caído a banda izquierda que había acercado su posición al área por un simple hecho: se le caían los goles de los bolsillos. En aquella media temporada que jugó con la primera plantilla del Benfica como titular, Bruno Lage detectó que tenía que actuar cerca del área porque tenía olfato para el gol. Disparo al primer toque, chut tras primer regate y mucha fortuna con balones que rebotaban antes de entrar, esa intangible cualidad para el gol, que no ha demostrado ni con el Atleti ni con Portugal, se paga cara.
Lo que rápido se le vio al luso a su aterrizaje en Madrid fue una calidad para con el balón, una conducción y una técnica que rápido le abrió las comparaciones, físicas y futbolísticas, con jugadores como del calibre de Rui Costa o Kaká. Simeone, sabedor de que por sus botas puede pasar magia, como dejó patente en su primera jugada en su debut contra el Getafe, decidió devolverle a su posición natural, la banda, donde había pasado toda su época formativa, para estar más en contacto con el balón. Lo intentó primero en la derecha, buscando ese Arda Turan que nunca volvió a encontrar desde la salida del turco, pero acabó decantándose por la izquierda, donde el jugador se sentía más cómodo. Un Simeone que se pasó toda la pretemporada clamando a los cuatro vientos que iba a jugar con doble ‘9’, Morata y Costa, pero que nunca pudo llevar a cabo el plan porque ambos vivieron constantemente en la enfermería.
Hay quien dice, ahora que en la otra acera Vinicius vive en un estado de forma soberbio, que tiene de su lado la confianza que le ha brindado el Real Madrid desde su llegada y que ojalá Simeone le hubiera dado galones a João Félix. Quien afirma esto, lo hace evidentemente sin datos en la mano, esos que desmienten toda esta retahíla de historias que tratan de buscar buenos y malos y enfrentamientos donde no los hay. João Félix jugó en el Atleti mucho más que Vinicius en el Real Madrid en las dos primeras temporadas (esta que ha empezado es la tercera del luso), incluso pese a que João Félix se ha perdido 27 partidos por 12 lesiones diferentes y que el brasileño solo estuvo una vez en la enfermería en la que dejó de estar disponible para 10 encuentros.
En su primer curso, 2019-2020, João Félix estuvo sano en 36 partidos y jugó los 36, siendo titular en 28 de ellos. Los ocho partidos que no jugó de inicio tienen casi todos excusa en la enfermería, pues en cinco de ellos (Juventus, Granada, Villarreal, Espanyol y Real Sociedad) el jugador salía directamente de lesión, sin ritmo y con restricción de minutos por precaución. En dos de ellos, incluso, hubo de pasar pruebas el mismo día del partido para entrar en la convocatoria. Los otros tres duelos que el luso no inició se dieron tras el parón por la pandemia, cuando el Atlético jugó de media cada menos de 70 horas, siendo el equipo que menos descansó de LaLiga, donde las rotaciones de toda la plantilla, salvo Oblak, fueron notables. Dos de ellos fueron Alavés y Barcelona y el otro, el que más escamó entre la afición, fue el duelo de cuartos de final de Champions League ante el Leipzig que el Atlético tuvo tiempo suficiente de preparar. Para entonces, el luso, que se había ausentado en tres de los últimos cuatro partidos de Liga por lesión, había perdido el sitio en favor de un Marcos Llorente que estaba pletórico y de un Carrasco que había renacido en su mejor versión.
En el inicio de su segunda temporada, João Félix ilusionó. Más que nunca. El Atlético, que ya había jugado mucho más alegre en la 2019-2020 siendo uno de los cinco equipos de Europa que más ocasiones de gol generaba por partido, dio una vuelta de tuerca más en la 2020-2021, en la que intentó acercar balones al área a un matador como Luis Suárez. Los primeros partidos del equipo fueron un deleite ofensivo pero un despropósito defensivo. El Atlético se mostró imparable hasta noviembre-diciembre con el luso como titular habitual y como pieza clave del esquema. Los cinco cambios permitidos y la posibilidad de contar en ataque con Suárez, Correa, Llorente, Carrasco y Lemar, además del propio Félix, permitieron que el Atlético fuera un huracán ofensivo repartiendo minutos para todos. El cambio de sistema para jugar a 3-5-2 coincidió con el bajón de nivel del jugador, que poco a poco fue perdiendo minutos hasta que primero el Covid y luego una lesión, la enésima, le hicieron perder su sitio primero como indispensable y luego como titular en el equipo. En su segunda temporada, João Félix estuvo disponible para jugar 41 partidos y jugó 40. Solo se perdió la primera ronda de Copa del Rey ante el Cardassar. De los 40 duelos, el luso fue titular en 23 y en todos los que el Atlético jugó en Champions League, donde mostró estar más enchufado que en Liga. De sus 17 suplencias, 12 se dieron a partir de diciembre. Y es que poco después de terminar la temporada, tras la Eurocopa, se desveló que el luso había jugado desde diciembre con una importante lesión de tobillo que se había ido agravando con el correr de la temporada y que le obligaba a pasar por el quirófano tras el torneo de selecciones.
Un torneo en el que tampoco brilló, ni fue de la partida, quizás en parte por su situación física, pero también por su estilo de juego. Defendía Simeone a su futbolista en medios argentinos que criticaban la poca hambre del jugador y lo poco que había demostrado cuando los focos estaban puestos en que un jugador de 127 millones de euros la rompiera desde el primer día. “No sabéis lo que juega (de bien). No os lo podéis imaginar. Le hace falta tiempo y maduración. Hablamos mucho. Tiene un talento tremendo y se lo hemos sacado, pero tenemos que hacerlo más. Es muy inteligente. Lo que tiene que hacer es trabajar, jugar cuando vas ganando, cuando vas perdiendo, correr cuando vas ganando y cuando vas perdiendo, no jugar cuando el equipo ataca”. El mensaje parecía claro: João Félix necesita ser regular y solidario, no desconectar de los partidos. Algo que, por cierto, ya habían dicho dos capitanes como Saúl y Oblak pillados por las cámaras de televisión. Y algo que corroboró también su seleccionador Fernando Santos, que días después de estas declaraciones de Simeone, y ya preparando los partidos para la Eurocopa, tuvo un enganchón con su jugador por esa apatía que mostraba. A João Félix le acababan de proteger y de ensalzar a la vez que le mandaban un mensaje: hay que jugar en equipo.
Explicaba Guardiola hace muchos años que en el fútbol moderno han de defender todos los jugadores del equipo. Y que, si había uno que no tenía que hacerlo, era porque estaba elegido para ello. Ese, en todos los equipos que entrenó Pep, solo fue Messi, y esta fue precisamente la idea por la cual el técnico catalán sacó al argentino de la banda para ponerle de falso 9. “Los rivales sabían que Leo no defendía e iniciaban todas las jugadas por su costado, haciendo que siempre partiésemos en desventaja por esa banda”. Por eso, Pep colocó ahí a delanteros puros como Eto’o, algo que hoy repite con Gabriel Jesús en el Manchester City. Si algo caracteriza al ex técnico del Barcelona, como también a Luis Enrique o a Bielsa, es la asfixiante presión alta tras pérdida. Es decir, que los técnicos con las ideas más ofensivas del panorama fútbol coinciden en que la defensa tiene que ser cosa de todos. Comentaba Zahínos hace unos días en la pieza que Francisco Javier Roldán hizo para El Confidencial, que Carlos Bianchi intentó implementar en el Atlético un sistema en el que seis jugadores defendían y cuatro atacaban con libertad, totalmente partidos, y que quizás por ahí el técnico argentino fracasó en el fútbol europeo. Una idea que hoy sería impensable. ¿Cómo no vas a exigir trabajo defensivo cuando los 10 jugadores rivales están en tu campo? Quizás, si uno ve cómo entiende Griezmann el juego, sepa por qué el francés está por delante del portugués y por qué ha sido dos veces en su carrera Balón de Bronce con la camiseta del Atlético. Basta con observar el partido que realizó en Oporto hace unos días cuando el Atlético se quedó con 10 para saber por qué se puede escoger a uno por delante del otro.
En esta su tercera temporada, João Félix sigue sin dar con la tecla y lo peor es que parece incluso haber involucionado. El curso para él comenzó a contrapié, pues tuvo que pasar por quirófano un par de días después de la Eurocopa para arreglarse ese tobillo que tenía maltrecho y con molestias desde diciembre y que lleva dándole problemas durante años. El luso no hizo pretemporada y se perdió los tres primeros duelos. Falto de ritmo, no ayudó en absoluto la expulsión que vio en su segundo partido en Liga nada más salir al césped, motivo por el cual le cayeron dos partidos de sanción. A su vuelta, encadenó cuatro partidos de titular, siendo dos de ellos exhibiciones particulares ante Liverpool y Barcelona, pero no saliendo muy favorecido ni con Real Sociedad ni con Levante. Una nueva lesión hace un mes le ha devuelto a la casilla de salida, volviendo a perder el sitio en favor de otros.
Si hay una cosa que en estos últimos partidos ha podido quedar claro es que João Félix es difícilmente combinable con Luis Suárez en partidos de alta exigencia. El charrúa, por achaques físicos y cuestiones de la edad, no está ya para sumar muchos esfuerzos en la parcela defensiva. El luso no está por la labor de ayudar atrás siempre. No se sabe si por simple desconexión futbolística, esa misma que tenía Carrasco en su primera etapa y que le llevó a la salida del club, por no saber o por no querer hacerlo. El partido de Anfield fue una muestra muy clara de la inferioridad defensiva que tiene el Atlético con ellos dos en el césped cuando el rival ataca con muchos jugadores.
Si bien, sus números tampoco le dan la razón. Si en las dos primeras temporadas había obrado 19 goles y 9 asistencias, cifras nada exageradas, pero sí bastante competentes para un jugador que tiene que ser acompañante de una referencia y no goleador, lo de esta campaña no invita a pensar que sean sus números los que acaben echando abajo la puerta de la titularidad. Un gol y dos asistencias. De hecho, en todo 2021 solo ha visto puerta en tres ocasiones en los 34 partidos que ha jugado.
Su fragilidad física es otro problema que le ha traído de cabeza. Desde que llegó al Atlético, João Félix ha sufrido 12 lesiones de distinta índole, predominando los problemas musculares y recalcando el drama que sufre con los tobillos, sin contar con que estuvo jugando entre algodones entre el pasado diciembre y junio pese a no haber parte médico oficial de baja. Con su periodo de baja, su periodo de readaptación y su pérdida de ritmo, implica que no ha estado afectado solo los 27 partidos que se ha perdido por causar baja, sino que además ha estado entre 15 y 20 más entre algodones donde no ha podido estar al 100 por 100. Hay quien defiende que al portugués le pegan mucho los rivales y que ahí está el problema. Y cierto es que le dan, pero no exageradamente más que a otros. João Félix no aparece entre los jugadores que más faltas reciben por partido jugado de LaLiga. Ni siquiera del Atlético. Además, la mitad de sus lesiones físicas han tenido lugar en el Cerro del Espino y no ante adversarios.
Todo este sainete ha provocado que en los últimos días la rumorología apunte a que el entorno de João Félix quiere sacarlo del Atlético de Madrid, de la misma manera que se asegura que es la actitud del jugador la que no le gusta al club, que precisamente ya le ha dado varios toques de atención por ello. Se esperaba mucho de él, el quinto fichaje más caro de la historia, pero en casi tres años solo ha sido destellos y a día de hoy ni siquiera tiene el puesto de titular asegurado. El Barcelona ya quiso sacar tajada en verano de la operación, aprovechando que el Atlético había puesto sus ojos en Griezmann, pero el Atlético no accedió. Simeone, que este curso ha decidido cambiar el esquema que le hizo campeón la temporada pasada precisamente para meter un atacante más en detrimento de un centrocampista, no termina de estar convencido de las prestaciones del luso.
Simeone parece estar cada vez más convencido. “Uno le ve jugar y sabe las condiciones que tiene. Pero lo que tiene que hacer es trabajar más. Le pasa lo mismo con Portugal, donde muchas veces no empieza pero sí termina los partidos. Tiene que mejorar”, decía antes del partido ante el Sevilla. El gol de Ocampos en la recta final no le deja bien parado. Fichado gracias a la mediación de Jorge Mendes en 2019, ahora el super agente luso también podría estar interesado en mover un activo que se le está devaluando. Aseguraba Gil Marín precisamente en la autobiografía del representante, que “Jorge Mendes no saca a ningún futbolista del Atlético de Madrid sin que el club quiera o se lo pida”. Así pues, si esa afirmación es cierta y si existe una mínima posibilidad de que João Félix salga del Atleti, será el Atlético el que se haya dado por vencido.
Imagen de cabecera: Getty Images
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