Hay algo mejor a que haya clásico este fin de semana: que haya clásico con gente este fin de semana. Ya podemos reconocer, después de todos esos mensajes chachis – ¿cuándo aceptará la RAE esta palabra? – que nos enviaron desde diferentes estamentos de que íbamos a salir mejores y más fuertes, que estamos igual. Quizás, solo quizás, la única diferencia es que salimos con unos quilos de más. ¿Alguien se saluda con el puño? Ya son una pequeña resistencia. Iban a cambiar, en principio, nuestras formas de vivir. Ni de broma. Juega el Barcelona ante Real Madrid y hay que jugar a una hora para que nos vean en todo el mundo y, por supuesto, hay que ver fútbol los lunes aunque el Real Betis tenga Europa League el jueves. Aunque los aficionados del Alavés protesten. Todo sigue igual.
Lo que también ha quedado claro es que la situación económica es la que es. Dicen que en el Camp Nou casi regalan las entradas a pesar de que estén a 100 euros, lo que lleva, indudablemente, a entender la razón por la que los jóvenes prefieren ver el fútbol desde sus casas. Si es que lo ven. Por cierto, hablando de esto, Infantino busca que la chavalería se vuelva a enamorar del deporte rey y se deje de abrir cartas de videojuegos que no nombraremos porque no nos patrocinan. Su mejor idea ha sido proponer un Mundial cada dos años. Vale: esto recuerda a aquellos padres pasados de rosca que tratan de acercarse a sus hijos utilizando vocablos que están de moda, pero que solo se usaban en su época. Muy bien, tronco, mola cantidubi.
La conclusión siempre es la misma: disfrutemos de lo bueno y lo malo del presente porque el futuro no pinta nada bien. La pandemia, la muy cabrona, solo ha hecho que acentuar los problemas que ya teníamos. Por lo menos, aunque sea con precios prohibitivos, podremos ver el coliseo azulgrana al 100% este domingo. Hace no mucho no veíamos la luz al final del túnel.
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