En nuestro fútbol femenino las pretemporadas suelen empezar, por lo general, a finales del mes de julio. Es entonces cuando las futbolistas vuelven a la actividad cargadas de ilusión y de energía para afrontar meses de una enorme exigencia física y psicológica, habiendo dibujado en sus mentes con total seguridad un año cargado de éxitos colectivos, pero también cómo no, de grandes actuaciones a nivel individual. Pero por desgracia, muchas veces las expectativas generadas al inicio de curso poco tienen que ver con lo conseguido cerca de un año después. Y es que los factores que pueden echar por tierra todas esas aspiraciones son numerosos y acechan en todas y cada una de las jornadas.
Mantener un alto nivel de juego, disfrutar de la confianza de tu entrenador o sortear la lacra de las lesiones son algunos de los requisitos que debe llevar a cabo una jugadora para sacar adelante, y con nota, una temporada exitosa. Y es ahí donde se estrecha el círculo, un espacio en el que solo tienen cabida unas pocas privilegiadas que han logrado, a lo largo de los últimos años, convertirse en pilares fundamentales de sus respectivos equipos gracias a su rendimiento individual dentro del grupo.
Puedes rendir al máximo durante un espacio determinado de tiempo, siendo considerada una de las jugadoras del momento, pero la regularidad es la que de verdad te permite consolidarte como una futbolista top. En Sevilla tenemos un claro ejemplo de ello. A lo largo de las últimas cuatro temporadas la banda derecha del conjunto que dirige Cristian Toro ha tenido una única dueña, una jugadora que llegó a la capital andaluza sin apenas hacer ruido y que con el paso de los años ha mostrado una proyección más que notable. Hablamos de Antionette Oyedupe Payne, más conocida por todos como Toni Payne.
La ex del Ajax, nacida en EEUU pero de padres nigerianos, aterrizó en la Ciudad Deportiva Ramón Cisneros Palacios la campaña 2018/19, convirtiéndose ya desde un primer momento en una pieza importante en el esquema de juego hispalense. Una dinámica que ha ido in crescendo en los últimos años, hasta el punto de ser la futbolista del Sevilla con más minutos disputados en las dos últimas ediciones de Primera Iberdrola. Y lo cierto es que nada parece haber cambiado este año, dado que con siete jornadas disputadas de campeonato Toni Payne es la única jugadora sevillista que no se ha perdido ni un solo segundo de competición.
En ella se cumplen los requisitos anteriormente mencionados para poder ser considerada una futbolista top. Ha rendido al máximo nivel durante todo este tiempo sin apenas altibajos en su juego, ha dispuesto de la confianza de un Cristian Toro que siempre ha contado con ella en los partidos importantes, y ha sorteado con fortuna ese campo de minas que representan las lesiones graves. Méritos todos ellos que también le han abierto las puertas de la selección nigeriana, donde Toni Payne defiende el escudo de las Súper Águilas desde principios de este año, después de que gracias a su doble nacionalidad fuera internacional estadounidense en las categorías inferiores de la actual campeona del mundo.
Payne no es una goleadora, ni mucho menos, pero es la socia ideal que cualquier 9 querría tener. Especialmente aquellas delanteras quizás más estáticas que hacen del área rival su zona de confort, dado que allí es donde suele llegar el balón tras las incursiones por banda de futbolista nacida en Birmingham (Alabama). Los entrenadores rivales no contemplan en ningún momento la posibilidad de anularla con la presencia de una única defensora, dado que con una velocidad endiablada y un uno contra uno primoroso la ausencia de ayudas en su marca pueden ser fatales de necesidad. De ello ha dado buena cuenta Raquel Pinel en temporadas pasadas, y ahora es turno para que sea Eli del Estal quien saque provecho de tal desequilibrio por banda.
Me atrevería a decir, sin miedo a equivocarme, que el Sevilla de Toro tiene el mejor ataque de los últimos tiempos. Al rendimiento siempre excelso de Toni Payne se le suman la juventud, la calidad y el descaro de Ana Franco, renovada hace apenas unos días, e Inma Gabarro, autora de dos goles el pasado fin de semana ante el Real Madrid. Dos futbolistas que ya despuntaron la temporada pasada y que este año pueden consolidarse como dos piezas diferenciales en el esquema sevillista. Y no olvidemos a Zenatha Coleman y Jessica Martínez. La namibia cursa su segunda campaña defendiendo los colores del Sevilla y debe aportar la misma verticalidad que Payne en el lado opuesto. Mientras que la paraguaya fue el fichaje estrella del equipo el pasado verano, por lo que las expectativas en cuanto a su rendimiento son muy altas.
Como vemos, el conjunto hispalense tiene más nombres propios que nunca. Para muchos sigue siendo el Sevilla de Noelia Ramos y Nagore Calderón, para otros simplemente el de Cristian Toro. Y la temporada pasada buena parte de la afición podía creer que era el Sevilla de Virgy, que tras una brillante trayectoria en Primera Iberdrola decidió colgar las botas a final de curso. Pero para un servidor este es el Sevilla de Payne, quien ha colaborado de principio a fin en el crecimiento de un equipo que, tras lograr el ascenso a la máxima categoría en 2017, ha dejado de mirar hacia abajo para intentar codearse con la élite de nuestro fútbol femenino.
Imagen de cabecera: Toni Payne
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