El camino de una futbolista argentina se repite en muchos aspectos, pero mi recorrido encuentra diferencias ya que tuve la suerte de estar en distintos países.
Mi carrera empezó en Mendoza con un equipo de futbol sala de hombres donde pude hacer todas las inferiores. Empecé a jugar con mujeres en cancha de 11 recién a los 15 años, luego pasé por Chile y viajé a jugar a Estados Unidos para después estar en España. Eran ligas muy diferentes y realidades completamente distintas.
Salí de Sudamérica, donde el fútbol femenino tiene una capacidad increíble ya que existen muchísimos talentos. Es ahí donde di mis primeros pasos aprendiendo lo básico del fútbol, aunque enriqueciéndome en la técnica que se tiene allá. Con un fútbol poco físico, pero muy técnico y con algunos aspectos tácticos. Salté a lo más alto del futbol femenino yendo a la NWSL, viviendo y aprendiendo cosas completamente diferentes, fortaleciendo el físico y lo táctico. Tuve que adaptar mi fútbol, que era más técnico, para poder ganarme un lugar en el equipo. Sin duda, por la manera de entrenar y de tomar el balompié, ha sido la experiencia más profesional que he vivido como futbolista, llegando a mi mejor nivel.
Y por último llego a una liga donde se está mejorando a pasos agigantados año tras año, donde se complementan perfectamente los tres aspectos más importantes del fútbol: lo táctico, técnico y físico; aunque este último no es de gran nivel.
Quiero resaltar, por otro lado, las dos caras de la moneda en esta profesión: la que todo el mundo cree que es la única, la linda, la que se disfruta del día a día de hacer lo que más amo; dedicarme a jugar al fútbol. El levantarme por las mañanas y solo tener en la cabeza de ir a entrenar y tratar de hacerlo lo mejor posible. Pero también hay que mostrar la otra cara que es la que muchos desconocen y acá también está incluida esas similitudes que tocó vivir en todos los países.
Para empezar: desde los 18 años que estoy fuera de mi país, extrañando mis costumbres mi familia y mis amigos.
Diciéndolo así parece que no es mucho hasta que te toca pasar cumpleaños, fiestas, lesiones y momentos duros lejos de los que te quieren. Ver a tu sobrino recién nacido cuando después tiene 5 años o a tu abuela de 70 con ya casi 85 años. Es ahí cuando te das cuenta de que tus años pasan volando.
Aunque el tiempo pase y mi carrera sea extensa para un deportista, sigo viendo que el fútbol femenino lucha por una ansiada igualdad de condiciones. Mas allá del país o la liga que se juegue vi y sigo viendo que se puede mejorar.
Estoy segura de que lo vamos a lograr. Yo me levanto con la esperanza renovada todos los días para hacer ese sueño realidad.