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Fútbol femenino

Zenatha, brincos por Namibia

Minuto 91. El Sevilla tiene el partido ganado hasta que encaja el gol de Tounkara. La reacción no dudaría ni 60 segundos: balón largo, error de la defensa, cabalgada de Zenatha Coleman y definición de categoría en el mano a mano con Peyraud-Magnin. Éxtasis y una celebración muy especial, al más puro estilo namibio. La delantera del Sevilla baila entre brincos tal y como lo hace su homónimo en la selección masculina y en el Mamelodi Sundowns, Peter Shalulile. Un guiño más a la tierra que dejó hace ya más de un lustro.

Lo de Zenatha se puede considerar una especie de milagro. Nació en Keetmanshoop, una pequeña localidad de apenas 30.000 habitantes al sur de la región desértica de Karas. Una ciudad que es una bendición para los turistas por su situación estratégica (para poder abastecerse y continuar el viaje en carretera) y por su cercanía con dos atracciones encantadoras: el bosque de Quiver (con árboles de aloe vera) y el Giant’s Playground, repleto de rocas gigantes. Es el principal centro económico del sur de Namibia, pero si las opciones de que nazca una estrella del deporte en este país son reducidas, quizá todavía menos en un lugar donde la población y los recursos escasean.

En las calles del distrito de Tseiblaagte aprendió Zenatha a jugar al fútbol, de la mano de sus tíos, pero fue su abuelo quien le motivó de verdad a dedicarse plenamente a este deporte. De ahí que en el colegio comenzara a destacar en equipos masculinos. Recibió su primera llamada con la selección cuando apenas contaba con 13 años. La seleccionadora Jacqueline Shipanga quedó tan impresionada tras un torneo en Windhoek que le invitó a quedarse en casa de su tía y a formar parte de los grupos de entrenamiento. No debutó con la absoluta hasta cuatro años después, sin todavía haber cumplido la mayoría de edad. Desde entonces se ha confirmado como la auténtica líder de las ‘Brave Gladiators’.

En 2014 quedó impresionada al verse felicitada por un usuario en Facebook. Había sido nominada a mejor jugadora africana del año junto a figuras de la talla de Asisat Oshoala tras brillar en la Copa África femenina que se había disputado en su país. Pese a que Namibia no había logrado superar la fase de grupos, su destacable actuación le llevó a atraer la atención de clubes europeos. “Es una gran oportunidad para mí, así que tengo que agarrarla con ambas manos. Allí las jugadoras tienen bastante físico, pero iré al gimnasio para aumentar mi fuerza”, declara la futbolista por entonces en una entrevista en un medio local.

Zenatha no pudo superar las pruebas con un equipo sueco en el verano de 2015, pero solo unos meses después su agente logró que participara en el COTIF (torneo amistoso de gran tradición en nuestr país) y después convenció al Gintra lituano, donde siguió los pasos de la costamarfileña Koko, que ese mismo año se incorporó al FC Barcelona. La delantera namibia solo había firmado por una temporada, pero en menos de medio año estaba firmando una ampliación de su contrato debido a su espectacular bagaje goleador. Y es que en apenas dos campañas que militó en el Gintra anotó más de 100 goles, batiendo un récord en su segundo año (59). Aunque el fútbol lituano le dio la opción de darse a conocer en el continente europeo y cumplir el sueño de debutar en la Champions, estaba claro que esa liga se le quedaba pequeña.

Así que en enero de 2018 dio el salto a nuestra Primera División, a un clásico del fútbol femenino español como es el Zaragoza CFF. En una situación delicada (colista con apenas siete puntos de 57 posibles) el equipo aragonés encontró su esperanza en una futbolista que se aclimató en tiempo récord: marcó dos goles para sumar dos puntos nada más aterrizar y acabó la temporada con siete en 14 jornadas. No bastó para lograr la permanencia, pero sus números le valieron para firmar por un club de prestigio, un Valencia que ese mismo año había acabado en quinta posición y que por nombre se encontraba entre los gigantes del fútbol nacional. No lo pensó dos veces tras la recomendación de su compañera Sara Monforte (ahora técnica del Villarreal) y la motivación de aprender de una leyenda como Maripaz Vilas.

En la capital del Turia le costó arrancar, pero terminó por encontrar su hueco y firmar exhibiciones como ante el Sporting de Huelva, donde marcó un gol y dio tres asistencias. Contribuyó con siete goles y cinco asistencias, registros que prometían optimismo en el curso siguiente. Pero la situación del Valencia tanto dentro como fuera de campo no fue precisamente la idónea, y Coleman lo acusó: hasta la suspensión del torneo por la pandemia solo había marcado tres goles y llegó a acumular más de 600 minutos sin ver puerta. Con el mercado de fichajes activo para la siguiente campaña, la llamada del Sevilla (que priorizó ante las ofertas de Espanyol y Betis) le vino como oro en paño. Firmaba por otro club de pedigrí y con un proyecto interesante cuyo objetivo pasa por estar arriba.

Le costó a Zenatha encontrar su mejor versión, y de nuevo arrastró una importante racha sin marcar (ningún tanto en 11 jornadas consecutivas, e incluso llegó a ser expulsada ante el Rayo tras ver dos amarillas en tres minutos). En su peor momento reconoció su frustración en ESPN. “Como delantera, debería tener al menos siete u ocho goles en este momento. Con los equipos contra los que jugamos, es muy frustrante, para ser honesta«, admitió. En su primera suplencia en mes y medio se desquitó con un tanto frente al Santa Teresa saliendo desde el banquillo que valió un punto. En el 2-2 de Zubieta marcó y asistió a Claudia Pina. Y ante el Atlético se coronó con un doblete, también saliendo desde el banquillo, probablemente en su mejor tarde desde que vino a España.

La jugadora que surgió de un desierto al sur de Namibia no olvida sus raíces. Principalmente porque allí, cuidado por su familia, crece su hijo desde que naciera un 28 de febrero de 2012. “Tenía claro que quería ser madre y pensé que sería mejor hacerlo de joven así luego ya me podría centrar en la recuperación, que fue rápida, y en mi carrera sin pensar en interrumpirla, que tampoco es negativo”, declaró hace unos años en Las Provincias. Hace dos semanas pudo disfrutar de su compañía cuando viajó para disputar un amistoso ante Angola. Marcó dos goles, pero su mayor premio fue volver a ver a su pequeño.

Zenatha Coleman y su hijo | Instagram

Algún día espera volver a su país para establecer una academia profesional y contribuir a la construcción de una liga fuerte y estabilizada. Como capitana y futbolista clave en su Selección, es la única que tiene un altavoz suficiente con el que protestar por las numerosas tropelías que sufren sus compañeras por culpa de la Federación. Sin sueldos, sin entrenador y sin entrenamientos, la perspectiva de futuro es deprimente y Zenatha está obligada a soportar una carga extra sobre sus hombros. “Solo yo tengo voz. Mis compañeras tienen miedo incluso de decir algo por si no vuelven a ser convocadas”. Su celebración ante el Atlético no es casual. Un salto reivindicativo, demostrando que pese a sus cinco años fuera, nunca se olvida de Namibia. Ni en los buenos momentos, ni en los malos.

Imagen de cabecera: @SevillaFC_Fem

Contenido patrocinado por Iberdrola

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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