Síguenos de cerca

Atlético

La culpa es de Simeone

Hay aficionados, armados hasta los dientes, esperando cualquier mínima oportunidad para zarandear al equipo, personificando siempre en el banquillo. Pistolas cargadas, francotiradores con la mira apuntando a ese señor que viste de traje negro en la banda desde hace casi 10 años. Poco importa que el Atlético de Madrid viva la mejor época de su vida, solo comparable a los años 70 (y en términos de resultados y títulos, aquella fue peor). Poco importa que, con el argentino al mando, se hayan firmado nueve de las 10 mejores temporadas domésticas de las últimas cinco décadas Tampoco es argumento válido ir líder, tener a Real Madrid y Barcelona desmadrados, firmando en cuanto a puntos la segunda mejor temporada de siempre. ¿La primera?, la 13-14, cuando el equipo tenía un punto más con 25 partidos, pero iba tercer clasificado. La banca siempre gana.

Se ha instalado en cierto sector de la afición un pensar negativo y autodestructivo que critica al equipo cuando gana, cuando pierde y cuando empata. Porque ganar por la mínima no es suficiente. Porque empatar contra un grande es insostenible. Porque perder un partido tras 30 sin hacerlo es vergonzoso. “¡Ya está bien, siempre igual!”. Hasta golear se ha criticado porque no se le dieron minutos a Menganito, porque no se reservó a Fulanito y porque volvió a jugar más de lo ‘merecido’ Hiroito. Digamos, quizás, que parte de la afición atlética se ha podido cansar de estar arriba y no se acuerda de cuando estaba abajo. Digamos, quizás, que el motivo es la crítica sin fundamento, que en época en la que las redes sociales proporcionan a todo el mundo un altavoz está muy de moda. Disparar por disparar. Digamos, mejor, que quizás ese pequeño sector de lo que se ha cansado es del Atleti. La banca siempre gana.

Decía Rubén Uría que “Simeone heredó un muerto y devolvió a un campeón”, en clara referencia a cómo se encontraba el equipo cuando el argentino llegó, pero la clara ascensión del club en todos los frentes tampoco es suficiente. No basta que el Atlético, por presupuesto, rinda temporada tras temporada por encima de sus posibilidades tanto en LaLiga como en Champions. No basta que el equipo lleve instalado más de un lustro en el Top4 de la clasificación europea en base a los resultados obtenidos en competición continental. No basta que Simeone esté a un partido de superar a Luis Aragonés y convertirse en el entrenador con más victorias de la historia del Atleti con cien partidos menos disputados. Tampoco que, en porcentaje de victorias, sea el técnico con mayor número de partidos disputados y más victorias conseguidas en toda LaLiga, habiendo superado ampliamente las cifras del Barcelona de Cruyff y teniendo números para rebasar, cuando le llegue el turno, al Real Madrid de Miguel Muñoz. No basta ser mejor que dos de los mejores equipos de la historia. La banca siempre gana.

Porque cuando el Atlético juega a defender tenía que haber atacado. Y cuando el Atlético juega a atacar, tenía que haber defendido. Si ya lo decía yo, que se podía jugar así, Simeone me está dando la razón, pero hemos tirado 9 años a la basura”. Los mismos que en verano clamaron por el fin de ciclo y el haber tocado techo que celebraban LaLiga en la jornada 20 y ahora se tiran de los pelos por dos tropezones inoportunos. Porque poco importa que Lemar llegara al derbi sin haber entrenado y tocado y Carrasco tras tres semanas sin jugar (no se supo hasta ultimísima hora si podrían ser siquiera de la partida), que el argentino no tiene ni idea y les tenía que haber dejado en el campo. Como aquella vez, la última, cuando ambos salían de lesión y por forzarles un poquito más recayeron para más tiempo. Entonces, la culpa también fue de Simeone, por hacer jugar a dos chicos que venían sin ritmo y justos de forma. Pero si hasta aún se le recuerda que Diego Costa jugara en Lisboa…, como se le seguiría recordando dejarle en el banquillo si aquella hubiera sido su decisión. Los “es que hemos perdido un cambio” se habrían tornado en “podría haber salido hasta que se rompiera, si total, era el último partido de la temporada”. Son los mismos que tacharon de loco al argentino por probar con Carrasco como carrilero ante el Barcelona los que luego se dieron golpes en el pecho cuando el belga obró aquella jugada ante Ter Stegen. “Si ya lo dije yo, que ahí jugaba con Bélgica”. La banca siempre gana.

Poco importa que el Atlético el domingo firmara 70 minutos de cine contra el Real Madrid en un dominio que no se recuerda en un derbi desde el 4-0 del Vicente Calderón de la 2014-2015. Si Suárez, Correa, Carrasco y Llorente hubieran estado acertados en los metros finales el partido podría haber llegado a la hora de juego con un resultado sonrojante. Pero el Atlético se desfondó en los últimos 20 minutos, fruto del desgaste inicial, de las recientes bajas y del calendario exigente a corto plazo (no es excusa, el rival no llegaba mejor) y por ahí el Real Madrid sacó petróleo, que solo encontró el acierto en los pocos errores individuales (el mal pase de Correa) y una jugada que acabó en gol gracias a que Benzema encontró la fortuna de un rebote de Felipe y la concesión de Kondogbia para acabar combinando con Casemiro. Poco importa que el técnico argentino se desgañitara pidiendo a los suyos que salieran y adelantaran líneas mientras eran Savic y Koke quienes, viendo que el equipo estaba partido y sin ayudas, exigían a los compañeros estar juntos para minimizar errores. ¿El veredicto? El de siempre. “¡Cholo, cagón!”. Poco importa que hayan salido casi todos los jugadores a excusar al entrenador (Correa: “El míster nos pide salir, pero nos cuesta y nos encerramos nosotros a veces”; Oblak: “No sabemos por qué nos pasa, pero en los minutos finales nos metemos atrás y somo incapaces de salir”) o que las cámaras de televisión hagan reportajes desmintiendo que sea el Cholo quien pide a sus pupilos encerrarse. A veces uno cree que el rival no juega. Como si que te ganen la partida Casemiro, Modric y Kroos no fuera lo más normal del mundo. La banca siempre gana.

Porque salir a jugar contra el eterno rival con Carrasco, Lemar, Correa, Suárez y Llorente, siendo Koke (un jugador que ha jugado toda su carrera de interior) el único pivote, se ha terminado transformando como un planteamiento amarrategui. Porque dominar el 80% del partido y no sentenciar cuando tocaba se ha definido como una merma del entrenador. Como si fuera culpa de Simeone que Correa no acertara a rematar dentro del área pequeña, como si Simeone hubiera ordenado a Carrasco tirar a Courtois en aquel mano a mano o ceder el balón a Luis Suárez para que el uruguayo se encontrara con el belga. Como si Simeone, desde el banquillo, hubiera ordenado a Llorente y al propio Correa a errar pases de gol en dos contragolpes clave: “Muy bien muchachos, así me gusta, que falléis los pases”. Como si fuera decisión del argentino que Benzema se colara entre cuatro jugadores rojiblancos casi en el descuento para poner el 1-1. El Atleti tuvo cinco y metió una. El Madrid tuvo dos y metió otra. Fútbol. Pero la banca siempre gana. Aporreadores de teclado con el lema encabezado del ‘Orgullosos de no ser como vosotros’ que difícilmente entendieron el mensaje que promulgan. Gente que se ríe de los suyos, esos que sudan sudor y sangre y que les han dado las alegrías futbolísticas que nunca más volverán a disfrutar. O al menos, eso dicen los 118 años de historia del club. Si a uno le cogen en 2010 y le dicen que habrá críticas semana tras semana a un equipo que va líder con una cantidad de puntos respetable sobre Madrid y Barcelona y que tiene a los dos rivales alegrándose de las desgracias rojiblancas (aunque eso beneficie a su histórico competidor) la incredulidad sería la menor de las descripciones. Pero poco importa todo esto. La banca siempre gana. ¿Y la culpa? De Simeone.

Imagen: Imago

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Atlético