Cada uno tiene sus placeres culpables: a unos les gusta ver ‘Los Bridgerton’, otros se levantan del sofá con los quiebros de Ferreras en sus debates electorales en los que reclama “más periodismo” y yo no puedo contenerme con este Fulham de Scott Parker. Manías. Con una zona de descenso tan desnortada por la falta de calidad y el miedo imperante en la mayoría de los conjuntos de esa zona, da gusto ver a unos cottagers que se quieren aferrar a la salvación en la Premier League con lo que sea. Desde luego, los que languidecen en esa zona caliente están empezando a notar la respiración de los londinenses en el cogote. Ya no pueden fallar.
Parker es el Don Draper de los banquillos en Inglaterra. Siempre bien vestido; impoluto en la salud y en la enfermedad. Todos los días de su vida. Le impusieron un marrón en 2019 cuando agarró una plantilla a la que se le salían los billetes de las orejas pero que no podía parar de contar tristezas. Pese a ello se mojó y consiguió ascender a su equipo la temporada posterior al descenso. Mucho mérito lo suyo: no solo por devolver a la entidad donde se merece sino por entender el contexto y tratar de rescatar a futbolistas olvidados de otras temporadas.
Hace unos meses escribíamos que poco a poco este trabajo le estaba quitando años de vida al bueno de Scott. Quizás fui demasiado duro, aunque sí sufro por una raya del pelo que puede retroceder si las abyecciones de este bendito deporte se prolongan durante mucho tiempo. El calendario que tiene por delante explica la complejidad del reto. Sin embargo, las dudas, aunque no lo parezca, aparecen en casi todos los lados. Todos hemos sido los más lentos en esas horribles pesadillas que nuestro cerebro nos obliga a ver por las noches. Lo mismo podrán decir Southampton, Burnley, Brighton, Newcastle, West Brom y Sheffield United. Eso lo debe aprovechar el Fulham porque es, con permiso del Brighton, el conjunto que mejor juega de la zona baja.
“Prefiero ganar como entrenador que como jugador ya que como técnico sientes la responsabilidad de aficionados y jugadores. Es cierto que no dura mucho la alegría porque a las pocas horas ya tienes que pensar en el siguiente choque”, dijo en Soccer AM hace unos meses. El londinense vive por y para el fútbol. Verle en el verde era un paseo por las nubes. Ahora los choques en los que él dirige también merecen la pena porque su cuadro siempre busca el triunfo sin importar quién está delante y sin casarse con un esquema: no importa si hay tres zagueros o cuatro; dos puntas o ninguno. Este equipo no tiene miedo a perder. Y eso, en esa zona baja, es clave.
Imagen de cabecera: Mike Hewitt/Getty Images