- Mira, papá, he sacado un 9 en el examen.
- Muy bien, estarás contento.
- Sí. En el próximo voy a ver si saco un 10.
Pongamos año 1999. Zaragoza. Un niño que todavía no ha cumplido los 10 años llega a su casa y le enseña las notas a su padre. Ese niño con cara de bueno es de los que va contento al colegio todos los días. Se pone su mochila y tan feliz, que además en el cole es amigo de todos. Y luego en casa nunca se le olvida hacer los deberes. No es el más listo de la clase, pero sí el más aplicado, y por eso saca tan buenas notas.
El niño también es bastante espabilado y se lo pasa bien jugando al fútbol. Se le da mejor que a otros niños y siempre hay alguno que dice: “Tú juegas siempre porque tu padre trabaja en el club”. Él no dice nada, simplemente piensa: “Sí, pues te vas a enterar”. Ese te vas a enterar significa que cada día se esfuerza por entrenarse mejor, por alimentarse mejor, por descansar mejor, por jugar mejor. En definitiva, por superarse a si mismo y ser mejor.
Así que ese niño -por cierto, bien podría llamarse Ander Herrera Agüera- quedó campeón de España en categoría cadete con el Real Zaragoza. Es centrocampista, como su padre. Justo el año en que se retiró su padre, 1989, nació Ander. Y es centrocampista como los de antes, de los que juegan por todo el centro del campo. No medio centro, ni media punta. Centrocampista.
Ander Herrera nació en Bilbao y se crió en Zaragoza. Lleva al Real Zaragoza en la sangre. Es su equipo del alma, un club que siente hasta la médula, donde se hizo futbolista profesional. Siendo jugador del Zaragoza llegó a la selección sub-21 que se proclamó campeona de Europa en 2011. Un equipo en el que coincidiría con De Gea y Mata, luego sus compañeros en el Manchester United. Un equipo con un centro del campo compuesto por Javi Martínez, Ander Herrera, Thiago Alcántara, Muniain y Mata.
En los cinco partidos de ese campeonato Ander Herrera fue titular. En la final contra Suiza, minuto 41, un espléndido centro desde la izquierda del lateral Didac Vila fue rematado de cabeza, de forma no menos espléndida, por Ander Herrera. Fue el primer gol. El definitivo 2-0 lo marcó Thiago de lanzamiento directo de falta.
Después fue cuando Ander fichó por el Athletic Club. Cinco años más tarde debutó con la selección Absoluta. Sólo ha jugado dos amistosos, contra Inglaterra y Francia, precisamente los dos países donde iba a hacer progresar su carrera futbolística. Entre los dos partidos suma un total de 50 minutos. Sí, mucha competencia en el centro del campo español, pero pocos minutos para un futbolista como Ander Herrera.
Si no el Manchester United no hubiera pagado los 36 millones de euros de su cláusula de rescisión. El todopoderoso club inglés primero amenazó un año y luego pasó a la acción al siguiente para hacerse con los servicios de Ander Herrera. Allí volvió a reunirse con sus amigos de la sub-21, Mata y De Gea, para continuar su crecimiento como futbolista. 2017 fue su gran año, con Mourinho de entrenador. Fue elegido mejor jugador de la final de la Europa League que los ‘red devils’ ganaron por 2-0 al Ajax, además de mejor jugador de la temporada del Manchester United.
Cambió Manchester por París, para él la ciudad más bonita del mundo después de Zaragoza. Y ahora en el París Saint Germain es donde juega este centrocampista todoterreno, silencioso por fuera y pensando te vas a enterar por dentro, amigo de todos para ser el primero en ayudar en defensa y participar en ataque.
Salió en la segunda parte del partido contra el Barcelona como el niño que va al colegio feliz con su mochila a cuestas. Y se esmeró en estar atento en clase y hacer bien los deberes, por eso apareció para dar ese primer pase que parece tan sencillo y montar el contraataque entre Draxler y Mbappé que acabó siendo el cuarto gol del PSG.
En el club parisino Ander ha aprendido a vivir lo que es la exigencia de tener que ganar la Champions. La temporada pasada ya ha conocido lo que es lograr todos los títulos domésticos de Francia, pero parece como que no cuentan. Más después de que el PSG perdiera la final de la máxima competición continental frente al Bayern de Munich. Un partido en el que Ander Herrera fue titular.
Esa exigencia él la lleva bien. Eso se lo da su carácter. Es alguien que trata a todos por igual, simpático, que intenta ser normal. (Alguien me dijo una vez que, en esto del fútbol, ser normal es ser un genio). Como siempre ha sido un chico aplicado, Ander llegó a matricularse en la universidad para estudiar una carrera. Si no hubiera sido futbolista hubiera sido periodista. Si yo no hubiera sido periodista y hubiera sido futbolista, me habría pedido ser Ander Herrera.
Año 2021. París. Un tío que el 14 de agosto va a cumplir 32 años se levanta temprano una mañana y se va a entrenar con la mejor de sus caras. Esa cara de niño bueno, feliz por seguir haciendo lo que más le gusta. No es el mejor de su equipo, pero sí el más aplicado, y por eso puede que este año vuelva de la final de la Champions y diga “mira, papá, he sacado un 10 en el examen”.
Imagen de cabecera: Imago
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