El apellido Schumacher vuelve a escena en 2021. Mick, el hijo del heptacampeón Michael Schumacher, debutará en la máxima categoría pilotando para Haas. Llega a la parrilla tras ser campeón de Fórmula 3 y Fórmula 2. A los 21 años, cumple su sueño de estar en Fórmula 1.
Habrá muchas miradas puestas en él. No es un debutante cualquiera, es el hijo de Michael Schumacher. Aunque quiera construir su propia historia, siempre le acompañará la coletilla de ‘El hijo de Schumacher’. Como todo en la vida, esto tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Empecemos por las malas.
La presión mediática que habrá sobre él será mucho mayor que la de cualquier otro piloto que debuta en la categoría. Un debutante necesita tiempo para aprender, equivocarse y saber levantarse de sus errores. Por muy fuerte que se sea mentalmente, casi siempre es mejor pasar todo este proceso sin esta presión extra.
Por otro lado, muchos esperarán resultados de forma inmediata, y esto seguramente no pase. En primer lugar, porque su monoplaza no dará para mucho. En segundo, porque como en toda nueva etapa, se necesita un tiempo de adaptación. Tanto en Fórmula 2 como en Fórmula 3, Mick fue capaz de mostrar su mejor nivel en su segunda temporada. De un modo similar le pasará en Fórmula 1, siendo más lento aún el proceso de llegar a un nivel óptimo.
Además, Schumacher tiene la dificultad añadida de que no está en el mejor equipo para debutar en la categoría. Haas está en decadencia en los últimos años y, además, tendrá como compañero a otro debutante. Habría preferido que su debut fuese en Alfa Romeo, donde tener a un compañero como Kimi Raikkonen le habría ayudado mucho en sus primeros pasos.
Hablemos ahora de las cosas buenas que puede tener Mick por ser el hijo de Michael. En una palabra: Ferrari. No por ser quien es tiene un asiento asegurado en Ferrari, pero sí es cierto que su trayectoria puede tener un camino más directo hacia los italianos que la de cualquier otro piloto.
La explicación es sencilla. Si Mick da el rendimiento adecuado, Ferrari le dará un asiento para volver a tener en uno de sus monoplazas a un Schumacher. Los años más gloriosos de los de Maranello fueron con este apellido y sería muy bonito tener sentado en su monoplaza al hijo del piloto con el que consiguieron sus mayores éxitos. Pero de historias bonitas no se vive en Fórmula 1.
Para que esto se haga realidad, Schumacher tiene que demostrar una progresión adecuada en la categoría. No será necesario que, por ejemplo, muestre un rendimiento similar al de Max Verstappen en sus inicios. Con una buena evolución durante sus primeras temporadas puede conseguir que Ferrari le dé un asiento para el futuro. Eso sí, esto sería en el mejor de los casos para él, para 2023. Lo normal es que, si cumple con lo esperado, su oportunidad llegue para 2024 o 2025.
La Fórmula 1 es un mundo peculiar. Algo puede permanecer inalterado durante años y de repente, en un muy corto periodo de tiempo, cambiar todo. Por eso, mirar más allá de 2022 ahora mismo no tiene mucho sentido. A Mick hay que dejarlo trabajar. La historia de su padre siempre le acompañará. Está en sus manos hacer de esto una debilidad o una fortaleza. Estoy seguro de que dará lo mejor de sí para crear su propio camino. Por mucho que algunos se puedan empeñar en lo contrario, lo que pase con su carrera dependerá del nivel que él sea capaz de alcanzar.
Imagen de cabecera: Peter Fox/Getty Images