Otea Sir Alex Ferguson desde las gradas que un día le vieron disfrutar alzando la Premier League con soltura. Seguramente, ahora se rasgue las vestiduras. No por la deriva que ha agarrado la entidad tras su marcha, que también, sino por el mero hecho de estar lejos del banquillo: ese lugar que le ha dado todo. Ya hace un tiempo que el que ocupa su lugar, Ole Gunnar Solskjær, está discutido. Aunque la sensación, tras igualar a puntos con el Liverpool, es que este cuadro puede luchar de nuevo por la liga si los de Jurgen Klopp mantienen la mundanidad que están enseñando este curso. Solo falta creer.
Marcus Rashford sorprendió declarando que es “estúpido” pensar que esta plantilla puede luchar por levantar el trofeo. Nada más lejos de la realidad. Más allá de la irregularidad atrás, este es el mejor equipo desde que el escocés dejó a los red devils hace casi una década. Y eso, tras el dinero desembolsado en los últimos cursos, es motivo suficiente para demandar algo especial en una temporada atípica por el inquietante número de encuentros que muchos grandes deberán disputar en los meses siguientes. Ellos están en ese grupo, sí, pero su participación en la Europa League puede trasladar todos los esfuerzos a la competición doméstica.
Gran parte de culpa la tiene Bruno Fernandes. El portugués nunca se cansó de dar lecciones de fútbol con el Sporting CP. Pero una cosa era eso y otra muy distinta era mostrar ese nivel de madurez nada más ponerse la zamarra de uno de los equipos más grandes del mundo. Sobran las palabras con él: es imposible obviarle en cualquier escrito sobre el Manchester United. Su influencia en los goles de su escuadra ya sea marcando, asistiendo o realizando el pase previo a la asistencia, es prácticamente del 100% desde que pisó Old Trafford por primera vez. Ahí hay que reconocer el acierto a un Ed Woodward que ha sido vilipendiado por su gente una y otra vez.
Puede que lo dijera Rashford, que no es solo una gran persona sino también un fantástico futbolista, fuera simplemente para quitar presión a sus compañeros. Aunque es evidente que con el nivel de los futbolistas que posee Solskjær, doblando todas las posiciones majestuosamente, esta plantilla debe luchar por el título. Porque si un día falta Scott McTominay puede entrar Nemanja Matić; si no está bien Anthony Martial aparecerá Edinson Cavani, sancionado de manera injusta por la FA; y si un día el noruego quiere agitar el árbol encontrará un sinfín de perfiles que le pueden hacer jugar de distintas maneras. De hecho, ya lo ha probado: su equipo ya ha jugado con rombo, con tres centrales o con extremos. Y eso, con tanto cansancio acumulado, es imprescindible para mantener el nivel en lo alto. Para volver a ser el Manchester United.
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