Uno que lleva muchos lustros poniéndose delante del televisor para ver la Premier League ya sabe a lo que se enfrenta según el equipo en cuestión. Si juega el Aston Villa, ese equipo que lleva todo el año con cincuenta partidos menos, Jack Grealish acabará haciendo de las suyas. Si echan a Slaven Bilić del West Brom, entrará Allardyce para empatar en Anfield con el 22% de posesión. Si es Navidad y consigues evitar que algún familiar te cuele alguna película que ves cada año, acabarás alucinando con algún resultado inesperado. No falla. Así es el calendario en estas fechas en Premier League: alocado e impredecible. Siempre igual.
El Brighton es uno de esos conjuntos que no necesita ni presentación. De hecho, no entra en el primer párrafo, en contra del SEO y todo eso. Da igual: ha enganchado al amante de la Premier League por su evidente mala suerte. Ahora está muy de moda decir cuando un cuadro juega bien al fútbol que su técnico posee un “equipo de autor”. Seguramente, Graham Potter pueda entrar en ese selecto grupo. Cada encuentro suyo es una montaña rusa que ha hecho disparar las famosas tablas de puntos y goles esperados. Según las métricas, los seagulls deberían estar luchando por entrar en la Champions League. Mientras escribo estas líneas, están muy cerca del descenso.
Es complicado dilucidar el esquema de los de la costa sur. Para Potter el verde es un tablero de ajedrez en el que cambia sus disposiciones como el que se pone una serie. Y no hace falta que sea Gambito de Dama, por cierto. El inglés pide a sus futbolistas que sean camaleónicos y que jueguen, en definitiva, en distintas posiciones. A Ben White, por ejemplo, ya le hemos visto ubicado de centrocampista, central, carrilero y lateral. Todo en uno. Y eso no solo lo hace con sus futbolistas. El exentrenador del Swansea muta sus ideas dependiendo del contexto. Normalmente quiere rasear el cuero y lo aprovecha con la calidad de Adam Lallana, Leandro Trossard o Yves Bissouma, que parece que está en la agenda de los grandes. Aunque si tiene que bombardear el área contraria utiliza a Dan Burn, un gigante de casi dos metros que parece sacado de la segunda unidad de los Boston Celtics, en un costado para aprovechar su superioridad física con el lateral de turno.
Las ideas son buenas; aunque los números no salen. Y aunque las sensaciones sean muy gratificantes, uno nunca puede vivir de las métricas. Si solo Neal Maupay ha sido capaz de marcar más de dos tantos el problema está claro: la falta de gol penaliza a una escuadra de la que disfrutamos en invierno, primavera, verano y otoño. Pero que no le da para salir de la quema. Y que, de momento, no tiene seguro que podamos disfrutar de ella en la élite el próximo curso.