Una historia de geometría, magia y medias bajadas.
Campeona del mundo, productora en masa de futbolistas de élite. El momento que vive la selección francesa es realmente digno de admirar. Actualmente les Bleus son favoritos para cualquier torneo al que se presenten merced a una despensa de talento casi inigualable actualmente. Tan poderoso es el equipo de Didier Deschamps que los jugadores franceses que no dan la talla para alcanzar el altísimo listón impuesto en la selección nacional todavía van sobrados de nivel para, tirando de orígenes familiares, ser figuras e internacionales en diversas selecciones africanas. Aún así, esta Francia no enamora, no encandila al público y casi siempre deja un sabor agridulce. Quizá el problema sea el estilo de juego. Es un equipo que bebe directamente de la generación dorada francesa, aquella de Zidane, Djorkaeff, Henry o Pires, jugadores técnicos en la mejor línea de la escuela francesa. Pero aquel equipo era también el de Vieira, Desailly, Makelele, Thuram, Petit y Deschamps, ahora jefe supremo del equipo nacional. Es decir, cemento puro y duro. Cada vez el talento puro está más aislado en el ataque y el estilo del equipo sale de un centro del campo con kilos y kilos de capacidad atlética pero escaso de seda e inventiva.
Es por eso que muchos aficionados galos siguen insistiendo en que Les Bleus deberían dejar de abusar del músculo que le proporcionan las antiguas colonias y volver a los orígenes, al estilo que desde siempre ha caracterizado al fútbol francés y que más admiración despertó en el planeta fútbol. El llamado football champagne fue el estilo que hizo célebres a los franceses allá por finales de los 70 y comienzos de los 80. Lo venían practicando desde hacía más de treinta años, con mejor o peor resultado, pero siempre fieles a ellos mismos, y a la manera de jugar que más les convenía. Francia se organizaba en torno a la técnica, la inventiva y el talento de sus jugadores.
El estilo lo forja un equipo de leyenda
Cuando Albert Batteux tomó las riendas del seleccionado galo en 1955 ya era técnico del Stade de Reims. El conjunto remois había ascendido a la cúspide del fútbol francés y el arquitecto de su éxito fue invitado a dirigir al combinado nacional en lo que sería un proyecto mucho más amplio. For club and country, dicen los ingleses. Batteux se convirtió en ideólogo, arquitecto y patrón del fútbol francés, y su club en la base de la selección. Batteux había sido pilar del centro del campo del primer Reims campeón de Francia en 1949. La fuerzas de aquel equipo estaba en su defensa, con los internacionales Roger Marche, Robert Jonquet y Armand Penverne. Michel Leblond llevaba la manija junto a Batteux y Michel Leblond, mientras arriba eran los tres Pierres, Flamion, Sinibaldi y Bini quienes ponían los goles. En su primer año como técnico, Batteux comienza ya a atraer a algunos de los mejores talentos del país, y así llegan Raymond Kopa y Raoul Giraudo. Kopa, de origen polaco, se va a convertir en la gran estrella del fútbol galo en los años 50, con su combinación de inteligencia, habilidad en el pase y llegada desde segunda línea. Algunos dirían que era delantero centro, pero en realidad su fútbol se asemejaba más al de un falso nueve o centrocampista ofensivo. En todo caso, quienes jugaban a su lado eran los que más se beneficiaban de su inteligente movilidad. Arrastraba marcadores y creaba el caos en las defensas contrarias.
En el año 1953, el Stade Reims gana su segunda liga y a final de temporada participa en la prestigiosa Copa Latina, un torneo que enfrentaba a los campeones de liga de Francia, Italia, España y Portugal. Aunque esta edición estuvo marcada por los compromisos que impidieron a los campeones español e italiano acudir, tanto Milan como Valencia eran conjuntos potentes que no desmerecían el caché del torneo. En el estadio das Antas de Porto los franceses remontaron el gol inicial de los valencianistas para meterse en la final, en donde se enfrentarían a un Milan que merced al gran juego de sus estrellas suecas Nordahl y Liedholm superó en la prórroga al Sporting de Portugal. No hubo color en el encuentro que decidía el título. El Reims dio una exhibición, derrotó a los italianos por 3–0, doblete de Kopa incluido, y daba un aviso al continente de que el fútbol remois había llegado.
En el año 55 llegó el tercer título liguero, el que abría las puertas a la participación en la primera edición de la Copa de Europa. El año en el que el proyecto Batteux a nivel de club selección comenzaba. Se juega al pie cuando se quiere controlar y medir al adversario y al espacio cuando se quiere hacer daño. Es un estilo atacante, atrevido y que tiene poco interés por una defensa impenetrable. Quizá porque a comienzos de los años 50 el fútbol francés no produce defensores del nivel que sí tienen otras naciones europeas. Pero de medio campo para arriba sí hay calidad para competir con cualquiera. Incluso con la inesperada deserción de Rachid Mekhloufi. Finísimo jugador de ataque, ídolo del Saint-Etienne que va a abandonar tanto al club como a la selección para luchar por la independencia de su Argelia natal. Formará un equipo de jugadores argelinos que jugarán y promoverán la causa del Frente de Liberación Nacional (FNL). Se perderá los mejores años del fútbol francés en los 50, pero hay cosas que son mucho más importantes que el fútbol, y Mekhloufi será tan admirado que cuando vuelva prácticamente la gente hará como que nunca pasó nada.
Mientras Mekhloufi luchaba por la causa de su país, el Reims y Batteux ponían definitivamente al fútbol francés en el mapa. En la edición inaugural de la Copa de Europa, los de la región de Champagne llegaron a la final, que se jugaba bien cerca de su casa, en París. Allí se midieron al Real Madrid liderado por Alfredo di Stefano. Los franceses controlaron el partido desde el comienzo y transformaron ese dominio en goles. A los diez minutos ya iban 2–0 arriba. Sin embargo, di Stefano y Rial empataron antes del descanso. Como si de una repetición de la primera parte se tratase, Michel Hidalgo, nombre clave en la historia del fútbol galo, ponía por delante de nuevo al equipo de Batteux, pero Marquitos, el lateral madridista, empataba poco después. En el minuto 79 llegó el gol que arrebataba los sueños del equipo remois, obra de Rial.
No contentos con ello, los madridistas también se llevaron a Kopa, un golpe muy duro para Batteux, que reaccionó firmando a los internacionales franceses Just Fontaine, Jean Vincent, Roger Piantoni y Dominique Colonna. Un goleador implacable, un extremo técnico, un interior creativo y el mejor portero de Francia. Batteux se aseguraba que los mecanismos de juego del Reims fuesen fácilmente trasplantados a la selección. Al principio costó su adaptación, pero los fichajes fueron rentables, ya que esa misma temporada caía el doblete. Con un equipo que jugaba de memoria, la temporada de 1959 vio al Reims llegar de nuevo a la final europea, esta vez en Stuttgart. Idéntico enemigo y casi idénticos onces con respecto a la final del 56. Sin embargo, esta vez el partido fue mucho menos igualado. El Real Madrid no había perdido el tiempo en los tres años que habían pasado desde el anterior enfrentamiento. Mucho más experimentado y con un equipo histórico, los españoles ganaron su cuarta Copa de Europa. Fue también el último partido de Kopa para el cuadro blanco. El Balón de Oro de 1958 volvería a Reims para liderar al equipo a otro título de liga en 1960. El quinto en once años.
Entre ambas finales europeas, Batteux se llevó a ocho jugadores que habían mamado directamente el football champagne para su selección francesa del Mundial del 58. El camino de los galos fue espectacular. A pesar de la lesión de su delantero centro titular, René Bliard, los franceses descubrieron en Fontaine al hombre más en forma de toda la Copa del Mundo. Con unos estratosféricos 13 goles, el atacante francés fue el estilete de una Francia que giraba en torno a la creatividad de Kopa. La Francia del foot-champagne acabó tercera, tras meterle seis goles a Alemania Federal, la campeona vigente.
Con el final de esta generación de jugadores y el paso de Batteux al Saint-Etienne, la época dorada del Reims tocaba a su fin, pero no así la influencia del técnico, que sentaría las bases del siguiente gran equipo del fútbol galo y de la selección que encandilaría al mundo.
Imagen de cabecera: AFP via Getty Images
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