Hay mucha literatura escondida en el Leeds United de Marcelo Bielsa. Sus cafés, sus gestos, sus paseos por la ciudad con el chándal y su ascenso a la Premier League le han convertido en un Mesías para una ciudad ávida de próceres. El argentino llegó en el momento justo; y el resultado es afrodisíaco para los whites. Y ahora, nombrado para ser el mejor entrenador del año, mantiene a su cuadro en una mitad de la tabla que no ha hecho más que confirmar que no estarán en la Premier League por estar. Este equipo va muy en serio.
Detrás de sus liturgias, de su casi célebre y sempiterna locura, se esconde un genio sin remordimientos. No hay lamentos en sus actos porque estos están medidos al detalle, aunque en muchas ocasiones parece que improvisa. Alguna vez lo llegamos a comparar con Salvador Dalí y esa irreverencia ante lo cotidiano. “La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco”, afirmaba el genio de Figueres. El técnico para nada lo está. Ante un trabajo complejo y que podría acabar siendo rutinario, el de salvar a un cuadro que acaba de aterrizar de la segunda categoría con las líneas muy juntas y con balón largo al ariete de turno, ha convertido los encuentros de su plantilla en una maravilla. No estoy diciendo nada nuevo, pero ver a su Leeds está siendo una gozada constante para el espectador.
La relación entre la calidad de su plantilla y su balompié ecléctico, vertiginoso y divertido lo explica un simple dato: son el conjunto con más ocasiones falladas en toda la Premier League (18). En estos diez primeros encuentros en la élite ya han sufrido las penalidades de ser un recién ascendido que no ha tenido demasiado tiempo para adaptarse. Si bien es cierto que Víctor Orta y su dirección deportiva se han movido con suma inteligencia, el equipo ha empezado a hacer gala de su facilidad para crear oportunidades gracias a la mano de Bielsa. Y a la vez marrarlas: según los datos de FBref, deberían haber marcado casi 18 tantos de los 15 que han conseguido. Ya han pegado la pelota en el palo hasta en siete ocasiones. Cuesta que llegue el gol. No será porque no lo intenten.
Y como siempre, más allá del eterno debate sobre el esquema de la escuadra de Elland Road, que se asemeja a un 4-1-4-1 en el que destacan Kalvin Phillips y la extrema confianza en Patrick Bamford, la ocupación de los espacios y el momento en habitarlos son las claves y la obsesión del rosarino. Sonará a tópico, pero este equipo, sin importar el contexto, siempre está predispuesto a atacar, llegando a poblar el área rival hasta con seis o siete futbolistas suyos. Así es mucho más sencillo hacer goles. Aunque no es oro todo lo que reluce. Los whites deben mejorar en el plano defensivo si no quieren vivir en la mediocridad de la mitad de tabla, un gran éxito para un recién ascendido pero una gran decepción seguro para el argentino. Porque común y Bielsa nunca han sido sinónimos. Y eso todos lo sabemos.
Imagen de cabecera: Clive Brunskill/Getty Images