El Inter de Antonio Conte se despidió de la Serie A en la hueca melancolía de un Derby d’Italia más desigual de lo que hubiesen deseado los nerazzurri, incapaces de poner en dificultad al conjunto de Sarri aquella noche. Los goles de Ramsey y Dybala en el último acto liguero del pasado 8 de marzo —cosas de la ciencia ficción, parece que haya pasado un año— pusieron insalvable tierra de por medio entre interistas y juventinos, firmes candidatos al título una temporada más junto a la Lazio, invitado especial en la corsa Scudetto 2020. Una batalla que, salvo sorpresa, será cosa de dos.
Sin embargo, irse al parón tras un inequívoco golpe de realidad puede suponer un estímulo para el Inter en el inminente regreso a la competición: sin la presión de luchar por el campeonato, con un calendario repleto de partidos donde puede emerger la intensidad ganadora de su técnico y con un par de balas en la recámara como la Europa League y la Coppa Italia, los de Conte pueden por una vez ver el vaso medio lleno. Tras años firmando temporadas irregulares —típicamente de más a menos—, los nerazzurri quieren acabar el curso in crescendo. Sería un claro síntoma de madurez.
La primera prueba de fuego será visitar el San Paolo con el objetivo de remontar el 0-1 de la ida de semis de Coppa Italia. El billete para la final se juega a 90’, ya que en caso de empate la eliminatoria se decidiría directamente por penaltis. Un carácter inquieto y temperamental como el de Conte podría beneficiarse del aroma a simulacro express del nuevo fútbol: sin tiempo para detenerse en las preguntas, cada pocos días llega un nuevo partido cargado de respuestas. Parece que la única duda del técnico salentino es, como antes de la pausa, el ajuste de Eriksen en su innegociable 3-5-2.
Todavía no se ha visto al mejor Christian Eriksen
¿Ha llegado el momento de que el danés florezca en un 3-4-1-2? Los primeros pasos del centrocampista, llamado a marcar diferencias en el proyecto interista, dejaron luces y sombras. Antes de que la Serie A bajase la trapa, Conte relegó al banquillo al ex del Tottenham en los encuentros ante Milan, Lazio, Juventus o Nápoles, y la respuesta de Eriksen sobre el campo alternó comprensibles timidez y falta de rodaje con momentos brillantes, como la falta lejana que estrelló contra el larguero en el Derby di Milano —la portería sigue temblando— o una actuación notable con gol en Europa League.
Cabe preguntarse si el talento escandinavo está listo para asumir el mando. Quizá la asistencia del idolatrado Sneijder, héroe del Triplete en 2010, despeje la incógnita y mejore su autoestima: “Conte dispone de una gran plantilla y con Eriksen el Inter puede por fin dar un salto de calidad”, ha declarado recientemente el holandés. Si se confirman los rumores de los últimos días, Christian recuperará su posición ideal por detrás de los dos delanteros en el siempre exigente planteamiento del míster italiano. Sus 69 goles y 85 asistencias en 305 partidos en la Premier hacen soñar al pueblo nerazzurro.
Mientras Brozovic y Barella parecen tener su puesto garantizado en la zona ancha, Antonio Conte deshoja en estos días la margarita táctica de la última pieza que haga funcionar su engranaje posicional. Si Moses y Young rindieron a buen nivel en las bandas tras su incorporación en el mercado invernal, el impacto de Eriksen por dentro fue menos significativo y el último asiento del centro del campo sigue libre. El danés no debería de tener problemas para imponer su jerarquía por delante del todoterreno Vecino y el eléctrico pero discontinuo Sensi, incapaz de replicar su momentum de principio de curso.
Durante los meses de inactividad, Eriksen ha comentado su fichaje por el Inter con esa suerte de ambición contenida que le caracteriza, asegurando que numerosos equipos se interesaron por sus servicios y que para él “es importante sentirme querido y tener posibilidades de ganar títulos”. Christian habla como juega: con delicadeza y clase, con sutileza discreta. Conte necesita ahora que su pupilo se lleve la contraria: que sea a la vez él mismo sobre el verde y que se salte algunos códigos de conducta pidiéndole a gritos con su juego ser la tecla para que el Inter por fin haga clic.
Conte ha aprovechado estos meses sin fútbol para recuperar su voz perennemente maltratada por el desgaste de la élite y para prepararse una charla constructiva con su fichaje estrella. Tras consultar el diccionario, Antonio le ha dicho a Christian que quiere convertirle en la nøgle del equipo, la llave para que su Inter cambie de fase y pase por fin al siguiente nivel. Como la edad en el DNI, el esquema táctico es sólo un número. A Eriksen le han entregado el cetro de la mediapunta para que cada pase entre líneas del danés grite “aquí mando yo”. Está en sus pies.
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