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Los dos milagros de Otto Rehhagel

A lo largo de la historia, el fútbol alemán ha tenido grandes nombres dirigiendo a equipos o algunos de los combinados nacionales del país. Los Udo Lattek, Jupp Heynckes, Felix Magath, Ottmar Hitzfeld, Helmut Schön… Nombres con muchos títulos en sus carreras y se han quedado en el recuerdo de todos los aficionados. Nuestro protagonista entraría en ese grupo de grandes nombres, pero, a pesar de no tener tantos títulos como los anteriores, su larga experiencia y dos de los acontecimientos que han marcado su etapa en los banquillos lo incluyen entre los grandes. Hablamos de Otto Rehhagel y, concretamente, dos de los trofeos que levantó en su carrera: la Bundesliga con el Kaiserslautern y la Eurocopa con Grecia.

Pero antes de entrar de lleno en las dos hazañas históricas conseguidas, debemos analizar quién es el protagonista y conocer el antes y el después. Finalizando su carrera en el Kaiserslautern, marcando más goles que partidos oficiales disputados, empezó su aventura en los banquillos en 1972, siendo técnico asistente en sus primeros años, hasta que finalmente se hizo cargo del Kickers Offenbach en 1974. Desde ahí, trayectorias cortas en varios clubes: Borussia Dortmund, Arminia Bielefeld y Fortuna Düsseldorf. Aterrizó en Bremen y allí tuvo su mejor época como técnico, ganando dos Bundesligas, dos Copas, dos Supercopas de Alemania y una Copa de la UEFA. Eso lo consiguió durante 14 temporadas al frente del equipo. Ese éxito le valió el fichaje por el Bayern, cogiendo el relevo de Trapattoni. Aquel año no fue completo, puesto que dejó el cargo tras 30 jornadas de Bundesliga. Ante la sorpresa de todos, Rehhagel escogió dirigir en la Segunda División, cogiendo el timón del equipo en el que colgó sus botas, el Kaiserslautern.

De Segunda al título

Un entrenador como Rehhagel había aceptado el reto de devolver a un histórico a la máxima categoría tras una larga trayectoria en Primera. Consiguieron el ascenso por delante de Wolfsburg y Hertha BSC, con Pavel Kuka, Jürgen Rische y Olaf Marschall como los nombres más destacados en las estadísticas y la figura de Andreas Brehme, en sus últimos coletazos, dentro del césped. Ciriaco Sforza fue su fichaje estrella aquel verano en la vuelta a la máxima categoría, al mismo tiempo que incorporaron a un joven Michael Ballack, procedente del Chemnitzer.

El destino había decidido que el primer partido oficial en Bundesliga de Rehhagel en aquella temporada fuera ante el Bayern en el Olímpico. Un gol de Schjonberg a falta de diez minutos para el final dio el triunfo a los visitantes, comenzando de manera exitosa su retorno. En la primera vuelta, sólo dos derrotas, ante el Werder Bremen y el Hertha BSC, que meses antes eran, como ellos, equipo de Segunda División. Al final de la primera vuelta, el recién ascendido marchaba líder de la competición, con cuatro puntos de ventaja sobre el Bayern y siendo el máximo goleador de la competición junto a los bávaros.

Tras volver del parón invernal, el Kaiserslautern no ganó tantos partidos como en el primer tramo de competición, pero sólo cayó derrotado ante el Leverkusen. Esa temporada, los discípulos de Rehhagel se quedaron sin el primer puesto en dos de las treinta y cuatro jornadas. Un éxito de los gordos, por el lugar del que venían, algo que no había conseguido nadie hasta ese momento, ni ha pasado después. La temporada siguiente, también ante el Bayern, los diablos rojos llegaron hasta los cuartos de final de la Champions.

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El bombazo de la Eurocopa

Tras dejar el Kaiserslautern en 2001, Rehhagel cogió el mando de la selección helena, afrontando la fase de clasificación para el Mundial de 2002, pero en aquella ocasión no hubo éxito. De cara a la Eurocopa de 2004, Grecia tenía como rival importante a España en la fase previa, además de Ucrania, Armenia e Irlanda del Norte. Rompieron todos los pronósticos, mandando a España a la repesca y clasificándose como campeón de grupo, volviendo a un torneo continental tras su primera y única participación hasta ese momento, en Italia 1980.

El sorteo deparó que Grecia estuviera en el grupo de la selección anfitriona, Portugal, además de tener a España y Rusia. Encima, les tocaba debutar ante los lusos, en Do Dragao. Rehhagel se había plantado en el torneo con los Nikopolidis, Tsartas, Charisteas, Zagorakis, Karagounis… Una convocatoria en la que la mitad de los jugadores tenían 30 años o más. El debut no pudo ser mejor. Se llegó al descuento con una ventaja de dos goles en el marcador y, a pesar de que había marcado Cristiano Ronaldo en los últimos instantes, los tres primeros puntos fueron para los visitantes, sonrojando a la afición local y sorprendiendo a propios y extraños.

Empate ante España y derrota ante Rusia en el cierre de la fase de grupos. Por segunda vez, Grecia dejaba fuera a la selección española. Si meses antes lo había hecho en la fase de clasificación, obligando a la roja a disputar la repesca; en la siguiente, los habían eliminado del propio torneo. Los cuartos de final depararon un enfrentamiento entre Grecia y la Francia de Zidane, Henry, Pires y compañía. Charisteas, uno de los héroes de aquella selección, marcó el único gol de aquel encuentro, eliminando a la selección que era vigente campeona y que, seis años antes, había conquistado también el Mundial. A la épica, Otto Rehhagel y los griegos se habían plantado en las semifinales de la Eurocopa, con un conjunto sin grandes estrellas, pero muy bien trabajado en el global. Aunque a muchos no les gustaba el juego practicado por la selección helena, los resultados les habían colocado entre los cuatro mejores equipos del continente.

Con mucha igualdad, el duelo de semifinales entre Grecia y la República Checa se decidió en el último instante de la primera parte de la prórroga, gracias a un tanto de Traianos Dellas. Ese gol fue suficiente para plantar a los helenos en la gran final. Se cerraba el círculo. De jugar el partido inaugural en Do Dragao, a cerrar el torneo, también ante los anfitriones, en el Estádio da Luz. En esa final, Portugal fue muy superior, llegando muchísimas veces al área de Nikopolidis, pero sin acierto. Sin embargo, la única que los de Rehhagel tuvieron entre palos, acabó siendo el tanto que decidiera el vencedor del campeonato, gracias a Charisteas, que había sido gran protagonista días atrás, eliminando a los franceses en cuartos.

Los últimos coletazos

Tras esas dos grandes hazañas, Rehhagel intentó clasificar a la selección para el Mundial de Alemania, pero no hubo suerte. En la siguiente Eurocopa se vio las caras con dos viejos conocidos, España y Rusia, además de Suecia. Los vigentes campeones se fueron del torneo por la puerta de atrás, con tres derrotas. La última contribución del técnico germano al combinado nacional fue clasificarla para Sudáfrica en 2010.

Aunque tras esa última aportación había decidido dejar los banquillos, le surgió la oportunidad de dirigir al Hertha BSC unos meses, para salvarlos del descenso en la Bundesliga. Consiguieron jugársela a la carta de la Relegation y ahí no pudieron superarlo y descendieron. Un triste final para una carrera gracias a la que será siempre recordado por esos dos hitos conseguidos con un club recién ascendido y con una selección de nivel bajo. Los dos milagros de Otto Rehhagel.

Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.

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