Sin titubear. Rafa Nadal ganó el Abierto Mexicano como estuvo toda la semana, con una sempiterna fiabilidad pese a sus incontables tics nerviosos. Acapulco, lugar revitalizador para el español, es su primer título del año y el tercero que suma en su carrera: 2005, 2013 y 2020. Hoy levanta la pera, así es el trofeo, con menos pelo, casado y con una carrera inolvidable. El primero que sumó fue con, desde luego, otro aspecto y con otra vida. Era uno de sus primeros grandes triunfos y lo dejó, según reconoció en palabras a la ATP, en un taxi tras una noche loca mexicana. Juventud, divino tesoro.
No perdió ningún set y ni siquiera Grigor Dimitrov o Taylor Fritz, en la gran final, pudieron agobiar al balear. “Es un título importante para mí, en un momento importante de la temporada. Venía de tener un comienzo de año no malo, pero sí mejorable, porque llegué un poquito saturado; no tuve demasiado tiempo de descanso al final de la temporada pasada, así que esta semana era importante para coger confianza. Me voy con el objetivo más que cumplido”, aseguró un Nadal muy seguro con su servicio durante toda la final.
Su victoria significa que ya van 17 temporadas consecutivas levantando algo. Además, le mantiene cerca de la pelea que gasta con Novak Djokovic, que ganó en Dubái, por el número uno. En Indian Wells, próximo torneo de enjundia, Rafa Nadal lo tendrá complicado para arrebatarle su lugar -debe defender muchos más puntos que el serbio- en el primer puesto mundial. Sin embargo, este triunfo le da confianza para la temporada. Esperemos que esta vez no se olvide ‘la pera’ en un taxi. No todos los días se gana en Acapulco.
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