“Ojalá pudiera contar con 11 Savics” dijo Faruk Hadzibegic, seleccionador de Montenegro, en el último parón de selecciones. El central, capitán del equipo nacional, andaba entre algodones y sabía que no iba a poder disputar el primer partido de los dos que debía afrontar su selección, pero quiso liderar la expedición y ser uno más en la convivencia de los halcones valientes. Ese ha sido su sino durante las últimas dos campañas. Lesión hoy, lesión mañana, esta temporada se ha perdido tres meses de partidos, aunque cuando ha estado sano, ha sido elemental tanto para Simeone como para su selección.
Porque Montenegro, pequeñita en extensión, es un poco el Patito Feo de los Balcanes, pues es el último país con independencia reconocida de la antigua Yugoslavia (si no tenemos en cuenta la República de Kosovo, aún como territorio en disputa) y el vecino pobre de Serbia, de la que se separó en 2006. Pero ante eso, unos pocos futbolistas tratan de dar el reconocimiento que merece a todo un país. Los más conocidos, un Jovetic destruido por las lesiones, un Marusic que asoma la cabecita y un Savic que lidera desde el no querer ser llamativo. Savic es un rey en Montenegro, acostumbra a llevar la voz cantante en cada victoria y desata la furia en los vestuarios que se esconde detrás de su imagen seria y recatada.
Stefan Savic siempre ha sido un punching ball para la afición del Atlético. Lejos del liderazgo y todo lo que representa Godín, del espíritu y la garra que desprende Giménez y de la ilusión de que un canterano como Lucas recogiera el testigo cuando se marchó ‘El Faraón’, el balcánico siempre ha estado escondido a la sombra quizás porque es un jugador de un perfil mucho más reservado y no quiere llamar tanto la atención. Es, digamos, el alumno al que todo el mundo despreciaría por el simple hecho de no molar tanto como los demás en esas lamentables cosas que pasan en las aulas todavía a día de hoy, muchas veces por desconocimiento del daño que se les hace a otros. Para la afición suele ser el cuarto, pero no para Simeone.
Ante las salidas de Godín y Lucas y la renovación completa de casi toda la zaga, pocas quinielas apuntaban a que el ‘15’ pudiera jugar un papel principal esta temporada, siendo casi siempre emplazado en las elucubraciones como el cuarto central de la plantilla, por detrás de un Giménez que parecía claro líder y de unos Hermoso y Felipe con unos perfiles de unas características que les harían partir con ventaja en la carrera por la titularidad.
La realidad para Simeone es bien distinta, y es que Savic, salvo la primera temporada cuando llegó, ha sido titular siempre que ha estado sano. Le costó muchísimo ganarse esos galones, pues en la 2015-2016, su campaña de debut como colchonero, no obtuvo un estatus de titular hasta la final de la Champions League. Vaya momento, por cierto, para hacerse notar importante.
Las características del central han cautivado al entrenador argentino. Savic no se complica con el balón en los pies. Es mucho menos ortodoxo que los Giménez, Hermoso o Felipe, pero eso también le impide cometer errores en la salida de balón como sí ha experimentado alguno de sus homólogos. Es un zaguero que se coloca muy bien, que es prácticamente infranqueable por arriba y que va muy bien al corte. Su principal merma, quizás, está en el juego aéreo en ataque, un mal menor.
En la 2019-2020, mientras se le auguraba un futuro negro y en los corrillos se hablaba de hacer caja con un traspaso, él ha sido el que ha dado el paso adelante, siendo posiblemente el mejor jugador en los dos primeros partidos oficiales del equipo y corrigiendo errores de compañeros sin descanso, llegando incluso a desplazar a Giménez al perfil zurdo de la zaga cuando parecía que al uruguayo nadie le movería de la derecha.
No obstante, su fragilidad física es una quimera si tenemos en cuenta que el curso pasado fue tras Lucas y Costa (ambos con lesiones de larga duración y operaciones de por medio) el futbolista que más partidos por lesión se perdió del equipo y que se trata de una situación que se repite. Misteriosamente, sus problemas, que parecen menores, siempre acaban siendo mayor de lo esperado y los plazos de recuperación se suelen alargar cuando es él quien está en la enfermería.
El Atlético necesita volver a construir un muro atrás y de momento, con el montenegrino liderando la zaga, lo ha visto cimentarse. Expeditivo, sin contemplaciones y con aspecto de futbolista ochentero, Savic tiene todos los ingredientes para que Simeone le siga confiando las llaves de la defensa. Su relación fuera del campo con Oblak afecta también, para bien, a su entendimiento con el esloveno dentro de él. También con Vrsaljko, que ahora parece recuperado para la causa y continuamente se hacen ayudas. Desde que ha vuelto, junto a Felipe ha formado una pareja imposible de superar y coincide con el mejor momento defensivo del equipo. Puede que la grada tenga dudas, porque siempre ilusiona ver a los nuevos o a esos que entran mejor por los ojos por ser quizás más ortodoxos, pero Simeone lo tiene claro. Y si por Hadzibegic fuera… 11 Savics.
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