Plantilla corta, jugadores poco polivalentes, algunos inexistentes para el técnico y otra vez muchas lesiones. El partido en Ipurúa no hace más que ahondar en una crisis rojiblanca que no es del todo deportiva, pero sí de construcción de una plantilla a la que se le están despegando las tiritas. El Atlético saca sus partidos con apuros, vive en el alambre y no se había despegado del todo de la cabeza del campeonato hasta este fin de semana, pero más por demérito de sus rivales, porque su máquina no termina de engrasar.
Después de la exigencia de un mini torneo corto como fue la Supercopa de España, fuera del país y jugando ante los dos líderes de LaLiga, estirando ambos partidos al máximo e incluso jugándose el trofeo en los penaltis ante el Real Madrid, visitar de manera inmediata el estadio del Eibar no era la situación ideal para un Atlético mermado por las bajas, otra vez, que se presentó con varios jugadores fatigados y con tres canteranos en un banquillo para el que hay que volver a hacer malabares para completar.
José María Giménez, Vitolo y Savic son reincidentes. La temporada pasada no fue la primera y, por lo visto, tampoco será la última en la que los dos zagueros y el canario tengan mil y un problemas musculares que dejen a una plantilla coja por la escasa profundidad de banquillo. Rodrigo Riquelme, Sergio Camello y Óscar Clemente completaron una convocatoria en la que el único jugador del primer equipo disponible que no acudió fue el inutilizado Saponjic y en la que tanto Camello como Clemente tuvieron minutos, siendo los de este último los de su debut profesional.
Cuando el Atlético inscribió a sus jugadores en LaLiga, entregó una nómina de 20 jugadores de campo, que no estaría nada mal si no tenemos en cuenta que dos de ellos eran Vrsaljko, lesionado de larga duración durante un año y que no debería tener actividad mínimo hasta el mes que viene y Saponjic, que ha quedado claramente que su fichaje no tuvo ningún motivo deportivo y que a día de hoy solo cuenta para rellenar los entrenamientos. Es decir, 18 futbolistas de campo útiles para afrontar 10 meses de una exigente posición.
Si se tiene en cuenta que, de esos jugadores disponibles, muchos han mostrado una tendencia inusual a visitar la enfermería, el resultado de la ecuación es fácil. Futbolistas siempre entre algodones recayendo por forzar su vuelta para ayudar porque el equipo lo necesita, canteranos entrando y saliendo de las convocatorias del primer equipo y dejando huérfano a un filial que lucha por cosas importantes y jugadores alternando posiciones, jugando fuera de sus demarcaciones habituales y experimentos que deberían hacerse en entrenamientos teniendo que llevarse a cabo en partidos.
Más allá de jugadores fuera de su mejor versión, para doblar las posiciones, el Atlético necesita un delantero y un lateral izquierdo, que impediría ver muchas de las situaciones que estamos viendo, como a Saúl jugando durante los mismos 90 minutos como lateral, interior o pivote. Lodi, joven, brasileño y en pleno periodo de adaptación a un fútbol totalmente distinto, no tiene detrás competencia directa, que le serviría más de templanza que de presión y que le libraría de la exigencia de jugar cada minuto de cada partido de toda la temporada.
Él mismo, que las primeras semanas incluso amagó con irse porque no se adaptaba a España pese a la felicidad por jugar y por su crecimiento futbolístico, pidió la continuidad de un lateral como Filipe Luis que le habría restado muchos minutos, pero le habría ayudado a ser, a la larga, mucho mejor futbolista.
El número de lesiones ha crecido temporada tras temporada de manera inexplicable, lo que lastra tremendamente todas las posibilidades del equipo a cada partido. De las 12 que sufrió el equipo en la temporada 2013-2014, cuando se alzó campeón de LaLiga, a las 50 que asolaron al club la campaña pasada hay una diferencia abismal, siendo casi todas ellas de tipo muscular, además.
12, 16, 18, 25, y 26 han sido las bajas rojiblancas desde esa 2013 a la 2017-2018, en unos números más o menos normales, pero algo cambió el curso pasado, cuando las peores cifras hasta la fecha se doblaron y la enfermería del club estuvo siempre a rebosar. Esa situación peligra a repetirse. En enero, el equipo cuenta ya con 20 lesiones distintas, contando con tres que sufrió en la pretemporada y con las dos de Germán Valera y Darío Póveda, que se rompieron nada más debutar con la primera plantilla.
Las más largas, en tiempo, las de Savic y Diego Costa. El primero, tras un buen inicio de temporada, ha estado tres meses KO, mientras que el delantero ha tenido que pasar por quirófano y acaba de empezar su recuperación ya en el campo de juego, pero no se le espera hasta dentro de varias semanas. Tampoco a Lemar, a quien este problema está lastrando una hipotética marcha en el mercado. Giménez, uno de los capitanes, ha sufrido ya tres percances y el último en caer ha sido Trippier, uno de los últimos en llegar que estaba cuajando una gran temporada y que ahora deberá tratarse una pubalgia.
A día de hoy, Koke, Giménez, Trippier, Lemar Diego Costa y Vrsaljko están lesionados y Saponjic desaparecido. Siete jugadores fuera de combate que, en una plantilla tan escasa, deja a Simeone con solo 15 futbolistas disponibles. Y no parece que la situación vaya a mejor.
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