Es un hecho contrastado: el Getafe tiene en su plantilla a uno de los suplentes de mayor rendimiento, productividad y activación desde el banquillo de toda Europa. Ángel Rodríguez solamente ha jugado como titular en La Liga un tercio de los 15 partidos totales que ha disputado hasta al momento y, sin embargo, el delantero canario ha conseguido materializar ya siete goles, cinco de los cuales, además de una asistencia, han llegado en encuentros en los que comenzó el choque fuera del once titular de José Bordalás. Unas cifras productivas sin parangón con las que ha dado a su equipo hasta nueve puntos de manera directa y gracias a las cuales los azulones son capaces de cambiar el signo de muchos partidos sobre la marcha.
No hay ningún otro futbolista en los cinco grandes campeonatos del Viejo Continente que sea capaz de ver puerta con tanta asiduidad con un porcentaje tan bajo de titularidades sobre el cúmulo de sus partidos jugados. De hecho, solamente hay un nombre que haya marcado más dianas que Ángel sin haber sobrepasado la barrera de los 800 minutos disputados en su liga y es el del colombiano Luis Muriel en la Atalanta, quien sin embargo acumula un partido más como titular que como suplente en el equipo dirigido por Gian Piero Gasperini, a pesar de que su rol también se venía focalizando, sobre todo en el inicio de la temporada, en cambiar las cosas y en agitar el escenario con su entrada desde el banquillo en el tramo final.
El exfutbolista del Real Zaragoza es un tipo de delantero centro que siempre se muestra muy concentrado en los lances del juego y que permanece siempre alerta, conectado y preparado, aunque toque muy pocas veces el balón, ya que ni siquiera alcanza los diez pases realizados por partido de promedio. Es un nueve, además, que sabe aprovecharse a las mil maravillas de la fatiga de las defensas con el paso y con el peso de los minutos gracias a sus fantásticos desmarques, tanto verticales en largo, como en el mismo área por medio de rupturas mucho más cortas aunque igualmente determinantes, y a su aprovechamiento de los valiosos apoyos de Jaime Mata o de Jorge Molina, ya sea en conexiones directas con sus dos compañeros en el reparto atacante del Getafe o dos o tres pases más adelante en la maniobra ofensiva.
Un nueve listo, oportunista, veloz, punzante en sus movimientos, que tiene un gran tempo para atacar el espacio y el remate, que sabe esperar el momento oportuno con paciencia e inteligencia para lanzarse hacia ambos, que se mueve siempre en el límite del fuero de juego para potenciar el muestrario al completo de sus dañinas capacidades y que sabe alejarse muy sabiamente del balón y de la jugada para posteriormente alcanzar el remate desde una potencial mejor posición cuando llegue el momento del cambio de orientación o del lanzamiento hacia la zona más despejada por parte de un compañero. Un movimiento, este último, que resulta más vistoso y efectivo en transiciones rápidas y lejanas pero que es muy útil asimismo para ganar la posición en el segundo palo y que guarda un cierto paralelismo con los que también ejecutaba a la perfección su paisano canario Rubén Castro.
Todo lo ya referido, sumado a que es el máximo goleador del equipo en este rol y aque entre sus atributos principales no se encuentran una gran continuidad a través de la participación, una reseñable finura y calidad técnica con el balón en los pies, una aptitud excesivamente desarrollada para proteger el balón con su cuerpo y poder gestionarlo de espaldas a la portería y un físico destacado e imponente para erigirse en una referencia para poner de cara el juego recibiendo los envíos más directos y frontales, convierten a Ángel Rodríguez en un tipo de delantero más adscrito al papel de agitador y de revulsivo y más cercano por tanto a la etiqueta del especialista y del recurso -y qué recurso- cuando los espacios proliferan en mayor medida en las segundas mitades, que a la del discurso desde el plan inicial. Ángel es ese tipo de suplente que siempre se merece la titularidad por su intachable rendimiento, pero al cual es muy difícil otorgarle dicho rol por parte de su entrenador por esa perfecta activación que siempre pone en liza, fruto de la idílica mentalidad que tanto lo define cuando salta al campo a falta, normalmente, de una media hora de juego. Una de esas piezas tan valiosas o incluso más que varios titulares inamovibles y que justifican a la perfección por sí solas el hecho de que un equipo de fútbol es mucho más que los once tipos que pisan el césped desde el pitido inicial. Ni Javi Ontiveros, ni Ángel Correa, ni Samu Chukwueze. En la liga española no hay un suplente mejor en la actualidad que Ángel Rodríguez en este Getafe de José Bordalás. Y tampoco en el resto de Europa. Un lujo al alcance de muy pocos equipos.
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