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Romper la hegemonía

Inglaterra, Estados Unidos, Países Bajos y Suecia. Los cuatro semifinalistas del Mundial femenino lucharán por alzarse con el trofeo más importante a nivel de selecciones. A diferencia de hace cuatro años, cuando tres de ellos ya habían saboreado las mieles del éxito (Japón era vigente campeón y tanto USA como Alemania poseían dos títulos cada una), en esta edición se da la circunstancia de que las norteamericanas son las únicas que podrían repetir como campeonas. Los otros tres aspirantes tienen la oportunidad de conquistar el primer Mundial de su historia:

Inglaterra se ha erigido como, probablemente, la selección más sólida del torneo. Si bien sufrió en los últimos minutos ante Suecia y casi llega a la desesperación para batir a Vanina Correa frente a Argentina, las de Phil Neville encadenan cuatro partidos sin encajar gol y llegan al penúltimo paso con dos victorias contundentes por idéntico resultado (3-0) en octavos y cuartos de final. Solventado el ‘caos’ de Camerún, donde por minutos se vio una Inglaterra desbordada, la pegada de sus estrellas ha sido determinante. Sobre todo el acierto de Ellen White, que con cinco goles se ha convertido en la primera inglesa en llegar a esa cifra en una Copa del Mundo. Aunque el desequilibrio en estado puro corre a cargo de una Bronze que martilleó a Noruega con una jugada espectacular en el primer gol y un obús en el tercero. Tras el tercer puesto logrado en Canadá, tienen la oportunidad de escalar un peldaño más y confirmar que el fútbol inglés vive una salud inmejorable.

Holanda ha dado un salto cualitativo en los dos últimos años. De no ganar ningún título, a proclamarse campeona de Europa. De no disputar nunca unos Juegos Olímpicos, a clasificarse para Tokio 2020. De no pasar de octavos en su única participación en un Mundial, a alcanzar las semifinales en la segunda. El crecimiento desde la llegada de Sarina Wiegman (nombrada mejor entrenadora del mundo en 2017) ha permitido no solo los éxitos que se describen, sino un alto índice de interés por el fútbol femenino en los Países Bajos. Prueba de ello es la numerosa cantidad de fieles que acompañan a la Oranje en cada partido del torneo, dibujando una marea naranja que ya es famosa en todo el planeta. El guante de Spitse, la velocidad de Van de Sanden, la clase de Martens y el instinto asesino de Miedema conforman un ataque eléctrico y variado que desarbola cualquier defensa. Holanda, que tuvo que pasar por la repesca y ha ganado partidos en este Mundial sobre la bocina (en el 92’ ante Nueva Zelanda y en el 90’ de penalti vs Japón) ha dejado sus mejores sensaciones para el final. Veremos de lo que son capaces.

Suecia, aunque una clásica en llegar lejos en los Mundiales (tercera en 1991 y 2011 y subcampeona en 2003) ha dado la gran sorpresa del torneo al derrotar a Alemania, quien fuera su bestia negra durante los últimos 24 años (no le ganaba en una fase final de Mundial o Eurocopa desde 1995) y una de las grandes favoritas a llevarse el trofeo. En realidad, las germanas no habían encajado un gol en todo el torneo y pronto se adelantaron en el marcador. Pintaba mal para las suecas, pero empataron rápido y sentenciaron en la segunda parte, haciéndose fuertes atrás y logrando un resultado tan histórico como meritorio. Era el primer Mundial sin la leyenda Lotta Schelin (88 goles con Suecia) desde 2003, y aunque las escandinavas siempre compiten bien, el crecimiento de ligas como la inglesa, francesa o alemana las relegaba a un segundo plano. Pero ha sabido jugar sus cartas desde el principio y aprovechar el lado favorable del cuadro: venció a Chile y Tailandia antes de caer con suplentes ante Estados Unidos sin alardes (un 2-0 que pudo ser más corto). Derrotaron a Canadá por la mínima para luego remontar a Alemania y meterse en semis por segunda vez en las tres últimas ediciones. Blackstenius, con goles en octavos y cuartos; y la portera Lindahl, que paró un penalti a Janine Beckie, destacan en un grupo solidario y capaz de seguir sorprendiendo.

¿El cuarto de Estados Unidos? ¿O el primero de Inglaterra, Holanda o Suecia? Preparados para las batallas.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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