Como si de una timba de póquer se
tratara, el Athletic Club, de un tiempo a esta parte, está comenzando los
partidos con un preciado colchón de seguridad. Ese que le proporcionan sus dos
defensores centrales titulares. Yeray Álvarez, por la derecha, e Iñigo
Martínez, desde el sector izquierdo del centro de la zaga, conforman la pareja
de ases con la que está siendo extremadamente sencillo para los de San Mamés
hacer buena o incluso muy buena prácticamente cualquier tipo de mano que le
toque jugar desde el momento mismo en el que se reparten las cartas.
Imprescindibles en la fase de
salida de pelota –tras Dani García son los dos titulares que más veces por
encuentro intervienen sobre la pelota, con 43.7 pases por partido en ambos
casos y teniendo en cuenta la importancia sensiblemente superior de Iñigo en
los envíos en largo con los que castigar las líneas defensivas rivales más
adelantadas–, el dúo de centrales vizcaínos ha conseguido con su
tremenda autoridad por alto y su complementariedad y entendimiento hacer
difícilmente expugnable el área rojiblanca desde la llegada al banquillo del
recién renovado Gaizka Garitano, que le ha dado al Athletic una filosofía de
juego que encaja mejor con la plantilla, con la grada y también con la esencia histórica
del club.
De hecho, desde
la llegada del nuevo entrenador en la jornada 15ª, el conjunto bilbaíno es el
cuarto de La Liga que más puntos ha sumado con 32, a solo dos de los 34 que el
Real Madrid ha recolectado en ese mismo periodo, y a cinco de los sumados por
el Atlético de Madrid del Cholo Simeone Y, además, el Athletic Club ha pasado a
ser el cuarto equipo que menos disparo recibe de todo el campeonato después del
Eibar, el Real Madrid y el Getafe y seguramente el que mejores sensaciones
defensivas transmite en el actual tramo liguero junto al Valencia gracias al
sobresaliente rendimiento de sus centrales y al mejor empaque estructural del
que ha dotado al colectivo su técnico.
Esas fantásticas
cifras defensivas han cambiado totalmente el objetivo de una temporada que
parecía abocar al equipo a sufrir, a pelear en el barro, a luchar por la
permanencia y que ha pasado, en un giro radical de guion, a ser una campaña en
la que Europa se ve más y más cerca a cada jornada que pasa. Un horizonte
impensable hace solo un par de meses para un Athletic que ha pasado de recibir
1.64 goles por partido con Eduardo Berizzo al mando, a los 0.68 tantos
encajados por encuentro en las últimas 16 fechas, con nada más y nada menos que
ocho porterías a cero por el camino. El cambio de paradigma parte obviamente
del propio cambio de idea y sistema, pero cuando uno puede permitirse el lujo
de jugar siempre con dos ases en la manga y de ponerlos a defender firmemente
su posición con respecto al otro contendiente por los tres puntos en disputa
encima de la mesa, todo resulta bastante más sencillo.
Imagen de cabecera: Twitter Athletic Club
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