Querido FC Barcelona:
Mi compromiso sigue intacto. Mi hambre de triunfo sigue siendo ilimitada. El momento de pisar el césped sigue siendo toda una experiencia sensorial que se apodera de mí al hacer aquello que amo. Afronto cada partido con la ilusión de un chaval que solamente quiere vivir cerca de la pelota. Jugar, correr, luchar, disfrutar en el terreno de juego. Últimamente tengo la sensación que me toca cubrir las espaldas del equipo bastante a menudo y (quizás) más de la cuenta. Pese a ello, no me quejo. Al contrario: lo afronto como un pequeño gran reto al que debo (y quiero, porque así entiendo este deporte) enfrentarme cada vez. Así que no lo dudes: me tendrás aquí para ayudar siempre que haga falta, como llevo haciendo desde que tengo uso de conciencia futbolística.
Sin que suene a excusa, pido que aunque la pasión a veces te lleve a lo contrario, puedas comprender que (como todo ser humano en cualquier ámbito de su vida) habrá días en que tenga participaciones discretas. Para qué te voy a engañar: es imposible ser absolutamente ajeno a ellas, aunque como en mi caso predominen las destacadas. Sin pecar de soberbia, creo que al hacer balance de mis partidos se puede valorar en positivo lo que he hecho por ti. Solo basta con comprobar la cantidad de goles, asistencias, jugadas mágicas y títulos que te he regalado a lo largo de estos años. Y desde esta posición, además de la que me otorga el brazalete con el que tengo el privilegio de representarte cada fin de semana, te traslado varias peticiones que, como individuo que ama al FC Barcelona por encima de todo, me gustaría ver cada vez que no te represento tan bien como mereces. Cada vez que no consiga aparecer en un partido, o directamente, que “no esté”.
Que cuando no esté, haya un plan sólido que nos permita salir de las dificultades. Un plan trazado desde la pizarra por un gestor de juego inteligente (que lo hay) y llevado a cabo por unos jugadores capaces de llevarse por delante cualquier choque gracias a su calidad (que la hay). Una propuesta que tenga en cuenta la calidad individual pero que no lo deje todo en sus manos, tal como siento que me está pasando a mí. Un bloque de acción colectiva que actúe para favorecer esas individualidades, pero que no lo supedite todo a ellas.
Cuando no esté, ojalá hayas encontrado la fórmula para crecer, para ser capaces de dejar en buenas manos todo lo que hemos construido juntos. No cesar nunca en la idea de que el estilo sea el elemento que influye en los jugadores, y no los jugadores los que acaban influyendo en él. Que cuides lo que te ha situado en una posición que, hace unos lustros, no podías ni imaginar. Que llegues a entender que el balón, y por lo tanto la iniciativa, debe ser siempre nuestra. Que la mejor forma de ayudar al mejor solista del planeta es rodearle de una orquesta capaz de tocar los acordes que más le harán brillar.
Cuando no esté, pido que consigas consolidar una idea que nos muestre menos vulnerables y sin tantas evidencias de un plan poco definido. Desde hace unas semanas, da la sensación de que no conseguimos controlar los partidos tanto como nos gustaría. Echo de menos tener un patrón de juego definido, en el que creamos (o alguien nos haga creer) ciegamente y que podamos recorrer a él en situaciones en que se precisa control, tempo, calma. Ser capaces de bajar una marcha de velocidad al partido a través de meterle una marcha de velocidad al balón. No fiarlo todo a las (siempre peligrosas) idas y venidas, que nos obligan a comprar números de una lotería que no siempre nos va a tocar. Cuando no esté, quiero que puedas tener un refugio indestructible en el que cobijarte. Quiero que tengas una IDENTIDAD.
Para acabar, quiero puntualizar que el escenario que planteo con esta nota, hallada en el interior de una cabeza que no deja de pensar en lo que me da y me quita el fútbol, no viene a presentar un “cuando no esté” asociado a una retirada. Ese día llegará, y es posible que el discurso no difiera mucho del que acabo de relatar. Pero en este caso, se trata de un “cuando no esté” ligado a mi participación, que puede verse alterada con el paso de los días, siguiendo la lógica asociación que existe en el mundo del fútbol entre la edad del deportista y su rendimiento.
Cuando no esté, sé que a menudo recordarás lo que hice. Solamente te pido que también recuerdes el modelo de club que permitió que mis compañeros y yo consiguiéramos hacerlo.
Siempre tuyo,
Lionel Andrés Messi Cuccittini.
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