Kei Nishikori (Shimane, 1989) forma
parte de ese grupo de excelentes tenistas que ha vivido desde dentro la etapa
de convivencia con tres gigantes como Federer, Djokovic y Nadal. El pasado
domingo el jugador nipón cerró una sequía de tres años sin ganar un título y
nueve finales perdidas. El comienzo de 2019 no ha podido ser mejor.
A sus 29 años (recién cumplidos
el 29 de diciembre), desde hace muchas temporadas es el referente indiscutible
de este deporte en Japón. Sus compatriotas Nishioka y Daniel (los dos nipones
en el top100) tienen mucho que recorrer para pensar en igualar a Kei.
Es una figura clave dentro del
circuito ATP. Llegó a entrar en el top5 en 2015 y tras superar una lesión que
le supuso pasar por el quirófano en 2017, antes de acabar la temporada pasada,
volvió entre los 10 mejores, donde le corresponde.
Lo primero que ha hecho en 2019
ha sido quitarse un peso de encima. Tras ganar su cuarto título en la pista
cubierta de Memphis en 2016, el japonés encadenó una racha de nueve finales
perdidas. Miami, Barcelona, Canadá y Basilea en 2016; Brisbane y Buenos Aires
en 2017 y el año pasado Montecarlo, Tokyo y Viena.
Es necesario ver la fotografía
completa de las nueve finales perdidas de Kei: Miami (Masters 1000) 2016 ante
Djokovic, Barcelona (ATP 500) 2016 ante Nadal, Canadá (Masters 1000) 2016 ante
Djokovic, Basilea (ATP 500) ante Cilic, Brisbane (ATP 250) 2017 ante Dimitrov,
Buenos Aires (ATP 250) ante Dolgopolov, Montecarlo (Masters 1000) ante Nadal,
Tokyo (ATP 500) ante Medvedev y Viena (ATP 500) ante Anderson.
Por el rival, perder estos nueve partidos
es algo perfectamente asumible para Nishikori. Me explico. Djokovic, Nadal, Dimitrov,
CIlic… son rivales ante los que perder no es ni mucho menos raro. Dolgopolov o
Medvedev ya hablamos de un nivel menor (dentro de la élite). Pero han sido
nueve finales de una tremenda exigencia.
Y para completar la radiografía
de estos tres años de sequía hay que incluir que desde mediados de agosto Kei fue
baja por la operación en su muñeca derecha. Su último compromiso fue el Masters
1000 de Canadá 2017. Se perdió Cincinnati, el USOpen, la gira asiática y París.
En 2018 no empezó a jugar hasta
finales de enero y lo hizo en el circuito Challenger para coger ritmo de partidos
y de competición en un circuito menos exigente que el ATP Tour, pero tremendamente
competitivo. Cayó a la primera en Newport Beach y ganó en Dallas. Sus dos
experiencias en el Challenger. De ahí a Nueva York (ATP 250). En cuatro meses
de reaparición se plantó en la final de Montecarlo. En el partido por el título
en el principado le esperaba Nadal y eso son palabras mayores.
Acabó 2018 como cuarto finalista
en Wimbledon y semifinalista en Nueva York además de perder las finales, octava
(Tokyo) y novena (Viena). Todo ello le valió para entrar en las Finales de
Londres donde se quedó en la fase de grupos con un balance 1-2. La victoria,
ante Federer.
Cuando en agosto de 2017 dejó de
competir, Nishikori estaba en el top10. Su baja le supuso llegar hasta el
número 39 (abril 2018), pero nunca salió del top40. Volvió al top20 en julio y
de forma ininterrumpida en agosto. En noviembre regresó al top10 y ahora mismo
es el número 9 del mundo.
En Brisbane volvió a saborear un
título. Una recompensa a los meses de trabajo en la sombra, de recuperación, de
resistir, de saber que debes trabajar para recuperar ese sitio que un día
tuviste y que te pertenece. Ya ha vuelto a ganar y nadie duda que el mejor Nishikori,
aquel número 4 y finalista de Grand Slam, ha vuelto. De momento el balance en
finales sigue negativo (12-14) pero más pronto que tarde será positivo. El circuito
aplaude su regreso. Y nosotros también. Bienvenido de nuevo Kei.
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