La temporada 2017 trajo de vuelta viejos clásicos
olvidados del tenis mundial. Vestigios de otro tiempo que emergieron, de vuelta
en escena, para recordarle al espectador de tenis que las leyendas no entienden
de imposibles, que su legado, trabajado a base de partidos históricos, está más
que justificado en la memoria.
Rafa Nadal y Roger Federer le inyectaron esperanza en
vena a un público en un tránsito entre épocas. El fin de ciclo, decían los
expertos, se acercaba y la Next Gen o
próxima generación de jóvenes espadas no terminaba de eclosionar. Nadie se
atrevía a vaticinar un nombre que no fuera el del balear o el suizo en las
quinielas de un año que se quedó huérfano de Djokovic y Murray a mediados de
curso.
Así las cosas, 2018 auguraba un periplo donde la
nostalgia eterna por la rivalidad más antológica en décadas volvía a cobrar
relevancia. Máxime con un Novak Djokovic a la deriva, bailando al son de las
lesiones y con la cabeza volada por el duro castigo de haber perdido la
confianza en quien era. Aquel 2011 donde el serbio le había enseñado al mundo
lo que es y sigue siendo parecía sepultado por la losa de una figura
cariacontecida y cuyos resultados estaban lejísimos de rememorar a los de
antaño.
Pero todo cambió. Djokovic pegó un golpe en la mesa en
Wimbledon y el terremoto rajó el circuito y, con ello, la pelea por el número
uno mundial que lidió, en 2018, con tres nombres: el del serbio junto a Nadal y
Federer. La batalla por la cima mundial tenía tres frentes, algo inédito en
quince años.
El curso, ya finalizado, fue acicate para empujar aún más
la pasión de tres figuras que se agarran a sus últimos clavos ardiendo como si
no hubiera un mañana. Y es que el mañana se hace difícil vistas las cosas. Eso
que el año ha dejado savia nueva repartida: Tsitsipas, Zverev, Medvedev, Coric,
entre otros, pero 2018 ha sido la campaña con más cambios de números uno, en
pleno siglo XXI, desde 2003.
Nadal estuvo 36 semanas al frente, Federer ocho y
Djokovic otras ocho. El serbio acabó el año en los más alto por quinta vez en
su carrera deportiva (2011, 2012, 2014, 2015 y 2018). Casi nada después del
calvario que vivió con la lesión en el codo que le dejó sin jugar más en julio
de 2017.
El balear fue la figura que defendió el liderato de la
tabla durante las primeras siete semanas del año pero, el 19 de febrero,
Federer se aupaba a lo más alto seis temporadas después de haberlo logrado por
última vez (2012). Se convertía en el jugador más longevo de la historia en
escalar al número uno mundial. Tras seis semanas, Rafa le arrebataba el trono.
Sin embargo, Federer no se amilanó. Se entrometió en el
primer puesto hasta que, del 25 de junio al 4 de noviembre, Nadal sumó el mayor
número de semanas consecutivas arriba. En total, 196 en su carrera.
Fue entonces cuando Djokovic, fulgurante tras ganar en
Wimbledon, comenzó su remontada. El balcánico que arrancó el año fuera del top 10, revolucionó el último tramo para
coronarse en la ciudad británica, Cincinnati, el US Open y Shanghái, además de
ser finalista en París-Bercy y en la Copa de Maestros de Londres. Parcial de
35-3 y premio: el número uno mundial acallando críticas y evidenciando, con
hechos, que vuelve a estar en la pelea por todo.
Durante los últimos 10 años solo en 2012 el circuito ATP
asistió a más de dos relevos en el número uno en la misma campaña. Sin embargo,
nunca antes estuvo repartido en tres bazas salvo en 2003, un año muy abierto
con Hewitt, Agassi, Ferrero y Roddick inmersos en una encarnizada batalla por
el cetro mundial del tenis. Solo 1999 supera esa cifra con nueve rotaciones al
frente y en el que Sampras cedió su plaza dando paso a raquetas como las de
Moyá, Kafelnikov, Agassi o Rafter.
2018 abrió una brecha que algunos teen aprovecharon para reivindicar su sitio. Poco a poco filtran su
tenis a través de ellas. Pero, lo que está claro, es que los viejos rockeros del tenis tienen aún marcha
como para seguir acaparando los focos pese al paso del tiempo.
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