El gran movimiento de la última semana (y lo que llevamos de temporada) ha sido el que ha llevado a Jimmy Butler a Filadelfia. De pronto todos se han apresurado a hablar del siguiente Big Three, ese que formaría con los jóvenes Ben Simmons y Joel Embiid. El proceso, que dicen por esos lares, parece ahora más próximo a completarse. En cierto modo, se han interpretado el traspaso como el salto definitivo de los Sixers, uno que les coloca como claros contenders.
Personalmente no tengo tan clara que esa ganancia sea el salto de calidad que estaban esperando. No porque Butler no sea un gran jugador (que lo es), sino porque han sacrificado dos piezas que, desde mi punto de vista, se antojaban importantes en el engranaje de la maquinaria dirigida por Brett Brown. De los tres jugadores enviados a Minnesota, dos dejan un vacío complicado de llenar. Porque, si bien Jerryd Bayless arriba en Minneapolis para cuadrar salarios, tanto Robert Covington como Dario Saric son tipos muy valiosos que cualquier head coach querría tener en su plantilla.
Así, yo me hago la siguiente pregunta: ¿y si los verdaderos ganadores del intercambio han sido los Wolves? Trataré de explicarme…
Resulta claro que Butler no mezclaba bien con Karl-Anthony Towns y Andrew Wiggins, alter egos de Simmons y Embiid (por aquello de la juventud y situación en una plantilla liderada por chavales) y eso de la química es clave en cualquier grupo humano. La comodidad de dos baloncestistas en pleno crecimiento es mayor y la presión disminuye. Además, el resurgimiento de Derrick Rose (del que habría que hablar sobre cómo ha adaptado su juego para brillar de manera diferente) puede paliar, sobre todo en ataque, la pérdida del 23.
No vamos a engañarnos, Jimmy Butler era posiblemente en mejor two way player de la plantilla. Sin embargo, en Robert Covington los Wolves tienen un reputado especialista en el 3&D. Butler, por su parte, no destaca precisamente por el acierto desde más allá del arco. Incluso Saric le supera en porcentaje. En una era en la que el tiro de tres puntos pesa tanto, sumar a dos tipos capaces de tirar liberados o tras finta. Esto es importante, porque lo lógico será que sean Towns y Wiggins quienes asuman la mayoría de los lanzamientos del recién salido. Para ellos, tener a dos compañeros abiertos capaces de anotar tras recibir significa más posibilidades, ya que, en caso de ayudas por parte del rival, estos dejarán libres de marca a unas amenazas exteriores que antes no existían.
Pero más allá del lanzamiento de larga distancia, Saric ofrece un plus ofensivo. Su habilidad para penetrar y pisar la pintura, para jugar en el poste y anotar o encontrar compañeros desde ahí (se trata de un gran pasador) o su aportación en el rebote lo convierten en un jugador superior a la media. Además, el carácter competitivo del balcánico vendrá de maravilla a una franquicia en crecimiento. Como apuntaba recientemente su ya ex compañero TJ McConnell a The Ringer: “él realmente ama ganar. He estado anteriormente rodeado de tipos que también amaban ganar, pero es que a Dario no le importa nada más. Y eso es raro”.
Covington es un defensor de élite (el año pasado fue incluido en uno de los quintetos defensivos y se situó entre los mejores en diversas clasificaciones de +/-). De pies rápidos y brazos largos, puede defender en casi cualquier posición siendo siempre eficaz. Más allá de los números que pueda firmar, sus ayudas resultan claves. En el momento de escribir estas líneas, promedia 1.7 tapones y 1.9 robos por noche, datos que reflejan esa versatilidad a la que hacíamos referencia. La actitud del alero también es vital: “se trata de esfuerzo. Se trata de insistencia, repetición. Puedo ayudar mucho”, comentaba tras ser traspasado. Si en Minny la entrega y fortaleza defensiva de Jimmy Butler había sido motivo de celebración (desde Kevin Garnett no disponían de un competidor tan feroz que insistiera tanto atrás), la presencia de Covington puede elevar aun más esa sensación.
En definitiva; tal vez los Timberwolves hayan perdido al jugador más fiable a ambos lados de la pista, pero ha sido reemplazado por un dúo de talentos capaces de rellenar ese hueco de manera eficiente. Dario Saric y Robert Covington deberían dar un plus a la franquicia y a los fans. Así que, aunque habitualmente perder a tu mejor hombre puede resultar un drama, en este caso concreto no tiene por qué. Quizá los Wolves sean los ganadores del trade.
Bonus Track: la salida de Covington y Saric puede abrir la puerta a otro joven talento: el turco Furkan Korkmaz. Antes del movimiento, el escolta apenas había jugado treinta minutos repartidos en trece partidos, sumando seis puntos en total. Después del mismo, lleva sesenta en tres, promediando doce puntos en veinte minutos, con un cincuenta por ciento de acierto en el lanzamiento, sumando un 8/15 en el triple. Puede que, por fin, forme parte del proceso.
Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.
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