A cada partido que pasa, Fabián Ruiz se consolida más y más en la élite del Calcio. El de Los Palacios y Villafranca, con su potentísima mezcla físico-técnica y su desbordante frescura, se está convirtiendo en la pieza clave de Carlo Ancelotti a la hora de otorgar a su sistema la clásica versatilidad, el eclecticismo, la flexibilidad y la liquidez ofensivas que siempre ha abanderado su libreto e inyectar todo ello en vena en el 4-4-2 que viene utilizando como su dibujo más habitual actualmente. Una disposición con la que ha optimizado al máximo la ocupación espacial de su equipo a través de la propia estructura, compensando la ausencia totalizadora de Jorginho por medio de un empaque más físico, pero sin perder en ningún momento la vocación de mando, de asociación, de verticalidad y en definitiva de esencia atacante que el Napoli quiere asentar como parte de su ADN competitivo a largo plazo.
En ese contexto, el técnico partenopeo ha entendido a la perfección cómo sacarle desde ya todo el jugo futbolístico al canterano bético en este momento de su carrera, es decir, sin exponerlo demasiado a una responsabilidad de llevar en solitario las riendas del equipo en el círculo central que todavía no le compete y, al mismo tiempo, ayudándolo a una aclimatación progresiva y perfecta a la Serie A. Ancelotti, por tanto, quiere a Fabián para muchas cosas y para varias de ellas a la vez. Sabe que es un centrocampista total con todo para dominar el escenario europeo de los próximos diez años, es consciente de que ahora mismo debe ser aprovechado en todas partes por esa potencia de piernas que le permite cubrir grandísimas cantidades de terreno y ha comprobado ya que puede contar con él con plenas garantías tanto como discurso, por esa manera tan natural y aparentemente sencilla que tiene para asociarse y para hacer avanzar al equipo; como también como recurso, para cambiar dinámicas de marcadores adversos desde el banquillo por el gran ritmo ofensivo que es capaz de imprimir y contagiar.
Una serie de tareas múltiples que, además, le permiten a Ancelotti seguir contando con Hamsik en la base, bien protegido por la intensidad sin balón de un Allan omnipresente, sin que el gran capitán tenga que ser obligatoriamente el nuevo regista que nunca ha sido y sin generase un problema en el vestuario dejándolo asiduamente en el banquillo. Todo ello dentro de una disposición táctica general que propicia una mayor utilización de todos los efectivos de la plantilla y una mayor polivalencia de todos ellos sin que el rendimiento del sistema se resienta. Uno de los grandes déficits de la anterior etapa con Maurizio Sarri. La habitual inteligencia práctica, economizadora y resolutiva de Carletto, vaya. Sin ir más lejos, en la decena de partidos que ha disputado en este inicio de temporada en todas las competiciones, Fabián ya ha jugado en todos los puestos del centro del campo: en cualquiera de las dos bandas en un 4-4-2, en el doble pivote con el mismo patrón, como interior en un 4-3-3 e incluso pisando zonas de trequartista o de extremo en puntuales organizaciones de la disposición ofensiva similares a un 4-2-3-1, un 3-5-2 o, en el último caso, un 3-4-3. Demostrando en cada función, de forma tan precoz como sobresaliente, cómo perfilarse y comportarse según la zona del campo que pise y según la zona del campo en la que reciba el balón.
El técnico de Reggiolo, sin embargo, parece querer enfocar a Fabián a explotar el carril intermedio como principal cometido en última instancia, lo que le ha permitido enfocarse más al remate desde la media luna y potenciar sus incursiones hacia el área sin perder nunca de vista la ejecución de la mejor de sus virtudes, que no es otra que atraer rivales en zona de tres cuartos de cancha, filtrar hacia delante envíos con muchísimo tino y ofrecer inmediatamente después una línea de pase de vuelta que permita al bloque avanzar paulatinamente hacia las zonas en la que se hacen los goles. No hay muchos centrocampistas de Europa, y menos de su edad, con esa capacidad para derribar sistemas defensivos con su juego asociativo y que pueda servirse, como añadido, de su físico para explotar los espacios que se encuentre por delante por medio de su arrancada y su zancada. Un jugador que además asimila conceptos de una forma rapidísima, como demuestran sus primeros meses de competición en Italia, y que es extremadamente valioso por ese mismo despliegue y por la viveza de su juego, tanto para corregir hacia atrás, como para ejercer un pressing adelantado, potenciar los robos en campo rival y aprovechar los efectos de recuperar el balón tan arriba sacando una ventaja posterior muchas veces decisiva en esos primeros metros tras el quite. Una joya.
El impacto de Fabián, por esa concepción del fútbol tan rico y global que tiene por esencia, le permite al Napoli dominar muchos contextos, ya que la cantidad y la variedad de situaciones que puede no solo ejecutar, sino dominar es abrumadora. Ataques estáticos, agitar partidos, potenciar transiciones, sortear repliegues congestionados con facilidad, atraer por dentro para que el equipo profundice por fuera, ejecutar ataques organizados con una circulación de pelota muy ágil por cómo propicia la formación de triangulaciones y juega al primer toque, sacar ventajas a título individual limpiando marcas a través del regate, el amago o los primeros pasos tras librarse de la marca… Acumular muchos pases en la mitad de campo del rival sin perderla en casi ningún momento (promedia alrededor de 60 pases por partido con un 88% de acierto), coser al equipo a través de la pelota, trenzar jugadas y picar piedra en el carril central por puro ímpetu y calidad, otorgar cadencia en la asociación, dar poso para defenderse a través del balón o desplegar su visión de juego para el último pase. Un cometido, este último, en el que está destacando como nadie en los últimos partidos a través del 4-4-2 sin balón que con él se transforma en ataque en una especie de 3-5-2 con muchos hombres por delante de la divisoria, que se apoya en ese sector zurdo por el que más está actuando como el lado fuerte y con el que aumenta, por tanto, la importancia de Fabián en todos los mecanismos ofensivos del equipo.
La sorprendente inclusión en varias alineaciones titulares recientes del central serbio Nikola Maksimovic y la opción más recurrente de todas para el doble pivote con Allan y Hamsik, permite a Mário Rui estirarse mucho por banda izquierda y situarse a efectos prácticos como un carrilero en fase de salida y directamente como un extremo en ataques más estáticos destinado a producir situaciones de superioridad constantes, al tiempo que Callejón, siempre obediente e intachable tácticamente, fija su posición abierto en la izquierda. Una medida que, al fin y al cabo, desplaza a Fabián a posiciones más interiores y cercanas al balcón del área, aunque siempre con mucha fluctuación en sus movimientos. El andaluz se mueve muy bien en esa zona entre la espalda y el costado del pivote rival gracias a su connatural ofrecimiento constante que tantas y tantas oportunidades de pase y de recepciones entre líneas genera y desde ahí puede sacar a relucir todo su talento determinante como pasador, añadiéndose a Insigne como una segunda opción interior de peso en el penúltimo escalón de la maniobra ofensiva para así desplazar defensas y encontrar los espacios decisivos de cara a la generación de ocasiones de verdadero peligro de gol.
Es ahí desde donde Fabián se está convirtiendo en el gran catalizador del juego del Napoli hacia el último tercio del campo, con unos números estratosféricos en este sentido. El español no solamente es el futbolista del equipo campano que más pases clave da por partido, no solamente es el futbolista de toda la Serie A entre aquellos que han jugado más de un partido que más pases que preceden a un remate realiza por encuentro, por delante de un Papu Gómez que es un creador constante de ocasiones; sino que es el futbolista de las cinco grandes ligas europeas que más key passes ejecuta de promedio a noventa minutos y el quinto de toda Europa después de Payet, Messi, David Silva y Depay que más veces lo hace si tomamos en cuenta el mismo dato por cada partido jugado. Un verdadero escándalo de jugador que sigue y sigue creciendo, ahora de la mano de un técnico como Ancelotti que siempre se ha caracterizado por crear las condiciones previas para que la propia inteligencia y la calidad técnica de futbolistas como él ofrezca nuevas soluciones al ataque de sus equipos que vayan más allá de la pizarra. Y Fabián es uno de esos jugadores que consiguen traspasarla a base de personalidad y creatividad. A este paso la llamada de Luis Enrique que todavía no ha llegado será solo cuestión de tiempo. De poquísimo tiempo, porque estamos, como ya anticipó en el Betis, ante un centrocampista cuyo techo sigue todavía sin verse.
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