El 3 de julio de 2017 su nombre saltaba a las primeras
páginas en el mundo del tenis. Con 21 años, Daniil Medvedev acababa de eliminar
al suizo Stan Wawrinka en la primera ronda del Wimbledon (6-4, 2-6 6-4 6-1).
El ruso, que nunca antes había jugado en Wimbledon ni
ganado un partido de Grand Slam, ni tampoco doblegado a un top 5, acaparaba todas las miradas en la pista Central del icónico Grande.
Wawrinka, por aquel entonces, tenía posibilidades reales
de alcanzar el número uno mundial, por primera vez en su carrera, quería
conquistar el único major que le
falta pero, además, estaba luchando contra una lesión en su rodilla; también
contra un tenista que no tuvo fisuras.
“Es una sensación extraña. Es como si tuvieras ‘miedo’.
Estás tenso pero quieres dar lo mejor de ti. Quieres derrotarle (a Wawrinka) en
la Central de Wimbledon para que la gente te conozca mejor y sepa más de ti.
Fue algo especial. No sabría como explicarlo”, dijo tras la machada ante el
helvético.
Hacía 15 años de la última victoria de un jugador, que
nunca antes había conseguido un triunfo en Grand Slam, sobre un top
3 en Londres. Medvedev, que esa semana venía de colarse entre los 50
primeros, daba rienda suelta a su mejor tenis sobre hierba, su superficie
favorita.
Ahora ha vuelto a sorprender en Tokio conquistando su
primer torneo ATP 500, ni más ni menos, que viniendo de la fase previa del
torneo. Lo grandioso es que lo ha hecho por segunda vez en el año. En Sídney, a
principios de temporada, también lo consiguió.
El público nipón vio como su estrella local, Kei
Nishikori, se apagó ante el excelso tenis de un Medvedev que fabrica puntos con
suma facilidad, gracias a su servicio, y se agarra a la pista, como un gato, al
resto.
En la capital japonesa dejó por el camino a tenistas de
entidad como Schwartzman, Klizan, Raonic, Shapovalov o el mencionado Nishikori
antes de alzar el trofeo; el tercero en su palmarés; el más importante de su
corta trayectoria. Un título que le vale para ser el mejor ruso en la
clasificación mundial de la ATP, esta semana, por delante de su compatriota
Karen Khachanov. En noviembre de 2015, hace casi tres años, ocupaba el puesto
331 de la tabla.
Poco a poco la madurez se asienta en un tenista, de
difícil carácter cuando juega, que reconocía hace tiempo, en una entrevista con
los medios oficiales de la ATP, que “mi mentalidad fuera y dentro de la pista
son completamente diferentes. Fuera de la pista soy un tipo tranquilo. Cuando
entro a pista, todo cambia. Quiero ganarlo todo y algunas veces eso no me ayuda
en muchos sentidos. Me enfado conmigo, con los árbitros…Y luego, fuera, me
lamento de muchas de las cosas que hago dentro”.
Si ya en 2017 avisó, primero ante Wawrinka en Londres, y,
al final de temporada, clasificándose, por vez primera, para las Finales Next
Gen ATP (el torneo de Maestros sub-21), el ruso se ha consolidado como estrella
local en su país, en este 2018, con los entorchados de Sídney, Winston-Salem y,
ahora, Tokio.
Este joven, de 22 años, aficionado a los videojuegos y al
Bayern de Münich, que ganó su primer torneo Challenger hace solo dos años en
St.Remy (Francia) deslumbra al mundo con un tenis que brilla, en estos
momentos, con más fuerza que nunca.
You must be logged in to post a comment Login