La
selección de Didier Deschamps ya está en cuartos. Nuestros vecinos más allá de
los Pirineos se impusieron ante la Argentina de Leo Messi en un partido de esos
que hacen afición, con tensión, con nervios, goles y ocasiones. Se cerró la
eliminatoria con un 4-3, con el nombre propio de Kilian Mbappé sobre cualquier
otro. El futbolista del PSG provocó el penalti con el que se abrió el marcador
y luego fue parte importante en la remontada, tras el gol de Benjamin Pavard,
haciendo un doblete y dejando a todos con la boca abierta gracias a su potente
zancada. Lo sufrió la defensa de la albiceleste y lo agradecieron sus
compatriotas. Mbappé remó y puso velocidad de crucero a la siguiente ronda…
Ahora les espera Uruguay.
Desde
el banquillo, Didier Deschamps no es que esté bien considerado como
seleccionador nacional. Su convocatoria para la cita de este verano dio mucho
que hablar, dejando fuera a algunos futbolistas importantes como Rabiot. Sin
embargo, llegó a Rusia con sus ideas y, a pesar de no haber hecho un juego
brillante en la fase de grupos, se plantó en los octavos como líder de un grupo
que compartía con Dinamarca, Perú y Australia. En ocasiones, sufriendo. El
partido de octavos engaña. No es que haya pasado de puro milagro, que no se ha
dicho. Ha pasado, por lo que tiene. Una selección con mucha calidad y mucha
contundencia. Tiene a uno de los mejores centrales del mundo, centrocampistas
que juegan en grandes clubes continentales, que trabajan como nadie. Y arriba.
La contundencia, la insistencia, es lo que más les caracteriza. Cualquier
selección desearía tener un Kanté, un Griezmann, un Mbappé, un Umtiti… Casi
nada al aparato. De ellos dispone Didier Deschamps y, aún así, no funcionan al
100%.
El
partido de octavos engaña porque Argentina no es, ni de lejos, la selección que
debía ser, por trayectoria, por sentimiento. Sin embargo, el de Rusia no ha
sido su gran torneo. Los argentinos se vieron en octavos a duras penas, gracias
a un regalo a última hora del defensa del Manchester United, Marcos Rojo. Pues
bien, lo que Rojo les dio ante Nigeria, se lo empezó a quitar ante Francia.
Kylian Mbappé cogió el balón en su campo y arrancó la moto, yéndose de varios
rivales, hasta que tuvo que encontrarse con Rojo. El defensa no pudo con él y
le derribó, provocando un penalti. Antoine Griezmann marcó de penalti lo que no
pudo marcar minutos antes, desde fuera del área, con un lanzamiento de falta
que se estampó en el larguero. La carrera del futbolista del PSG hacía
presagiar el mejor de los augurios para les bleus, con un jovencito Mbappé con
hambre de éxito, que por fin se ha reivindicado, justo en el día que
claudicaron los dos grandes del fútbol mundial en la última década. Aunque,
como ya hablamos, no fue fácil. Argentina le dio la vuelta al marcador y se
puso por delante gracias a una genialidad y un desvío casi involuntario. Un
momento de inspiración del novato Pavard y el gran día de Kylian acabarían por
teñir de azul, blanco y rojo el partido que abría los octavos de final.
Y así
es. Francia sigue adelante. El combinado dirigido por Didier Deschamps se
enfrentará ante la selección uruguaya de Luis Suárez y Cavani por un puesto en
las semifinales. Y siendo el seleccionador quien es, vienen a la mente las
imágenes de Saint-Denis, en 1998, con el actual técnico de la selección como
capitán en una final ante la Brasil de Ronaldo, Cafú, Roberto Carlos, Rivaldo,
Bebeto y compañía. La cabeza de Zinedine Zidane, esa que le hizo despedirse de
los terrenos de juego antes de tiempo en la final de 2006, hace ya dos décadas le dio a los franceses el primer y, hasta ahora, único título Mundial. ¿Por qué
no repetir ahora? La velocidad de Mbappé, la calidad y la magia de Griezmann,
la contundencia de Kanté o Pogba… Francia da miedo, a pesar de Deschamps,
pero los franceses tienen un espejo en el que fijarse, el de aquella selección
que no iba de gran favorita, pero que consiguió llevarse el título en su casa, con
Djorkaeff, Zidane, Henry, etc.
Aquella
generación hizo doblete, ganando a nivel mundial y continental. Ahora no tienen
mal cartel, pero van por un lado del cuadro que da miedo. Aunque ya han caído
las dos últimas campeonas mundiales, a Brasil, Bélgica, Inglaterra y demás
también hay que temerlos. Pero ellos son los franceses. Habrá que apelar al
espíritu de Saint-Denis, cuando hace dos décadas se hicieron con el triunfo
ante el todopoderoso equipo brasileño.
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