Los pupilos de Joachim Löw defenderán título en Rusia tras
vencer de manera contundente en Brasil. En el país de la samba, Alemania fue
quién mejor bailó pero tras conseguir la cuarta estrella, la regeneración de la
Mannschaft ha sido profunda.
Philipp Lahm, Per Mertesacker y Miroslav Klose dieron un
paso al lado tras convertir a su país en tetracampeón del mundo. Bastian
Schweinsteiger se despidió de la selección teutona en 2016 mientras Lukas
Podolski dijo adiós hace poco más de un año. Futbolistas que han aportado su
sello de una forma u otra y que han dejado huérfana a una Alemania que a pesar
de todo, sigue estando entre las favoritas en la próxima cita mundialista. La
virtud de Löw ha sido la de cubrir tan marcadas ausencias con futbolistas que
exigían más protagonismo con la Mannschaft. Casi sin darnos cuentas, Joshua
Kimmich ha ocupado el puesto de lateral diestro, Toni Kroos se ha hecho con el
timón del equipo en la medular y Timo Werner ha emergido como el delantero
centro perfecto para una selección que ha sido capaz de desprenderse de la etiqueta
de practicar un fútbol primitivo y físico para modernizarse, evolucionar y
seguir siendo tan competitivos como antes, con un estilo diferente.
Joggi, renovado hasta 2022, siempre ha priorizado el grupo
por encima de las estrellas. Durante su etapa como seleccionador ningún
futbolista ha sobresalido por encima del resto. Sabemos que Miro Klose era el encargado
del gol –siempre lo fue-. Sabemos que Thomas Müller nunca falla y siempre
puedes contar con él. Sabemos que Manuel Neuer es de los mejores porteros del
mundo. Pero también sabemos que cualquiera de ellos puede ser sustituido por otro
y Alemania seguiría jugando igual. No lo notaríamos. La Mannschaft es como una fábrica
con una cadena de producción cuyos elementos son todos necesarios. Si falla
uno, no hay producción. La cuestión es que el encargado de planta es capaz de
sustituir cada pieza por otra similar para que el producto pueda elaborarse tal
y como estaba planeado. Quien se creía vital, no está. Que le pregunten a Leroy
Sané.
Las estrellas en Alemania brillan en la camiseta. Sobre el
césped, la luz la aporta el grupo. Los once protagonistas centellean, pero lo
hacen de forma uniforme, sin que ninguno de ellos deslumbre por encima del
resto. Los rivales quedan cegados desde el inicio solo con saber que tienen en
frente a futbolistas que visten con cuatro estrellas brillantes en el pecho. No,
la Mannschaft no tiene a Messi o a Griezmann. Los alemanes tienen cuatro copas
del mundo, que también asombra al oponente.
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