Hay partidos que no se juegan ni se ven, se sobreviven.
Quien intente analizar el Madrid-Bayern deberá hacerlo desde el prisma de lo
irracional: no hay otro equipo en el mundo tan kamikaze que piense que puede
salir indemne cuando está siendo acribillado. No recuerdo un partido con el
marcador a favor con tanto sufrimiento desde los últimos minutos de La Novena;
entonces apareció Casillas, esta vez lo hizo Keylor. Podrán traer a otro más
guapo, pero ninguno se camuflará con el entorno como el costarricense. Navas,
como el Madrid, es capaz de transmitir la inseguridad de una cartera asomando
por el bolsillo trasero del pantalón para después garantizar los ahorros de
toda una vida en una caja fuerte.
El Madrid empezó perdiendo en el Bernabéu los tres partidos
frente a PSG, Juventus y Bayern. Y en los tres se repuso para pasar la
eliminatoria. Es un funambulista que cita a sus rivales en las alturas;
necesita la adrenalina de jugarse algo más que el pase a la siguiente ronda,
necesita hacer de cada partido un apocalipsis. Por eso le cuesta engancharse a
la Liga, no hay corazón que soporte 38 fines del mundo.
Tras el mayúsculo susto sufrido contra los italianos, todo
parecía indicar que el Madrid saldría más atento para evitar goles tempraneros.
Pues no. Falló Ramos en el despeje y gol de Kimmich. Antes del minuto 8 pudo
llegar alguno más, pero el Madrid se hizo por fin con el balón y lo aguantó
durante dos minutos hasta que Kovacic encontró a Marcelo entrando solo por la
izquierda. Centro al segundo palo y gol de Benzema. El francés marcó un gol de
nueve puro y otro poseído por la sangre de Raúl: presionó una cesión a Ulreich
y le provocó la duda. Ante la duda, gol del Madrid. Si viéramos estas dos
facetas (gol y carácter) más a menudo de Benzema, nadie dudaría de él. Pero es
que la última vez que se le había visto fue en un estadio que ya está jubilado.
Cristiano falló el 3-1 y a partir de ahí el Madrid conjugó
el verbo sufrir en todas sus formas. Sobre todo desde el gol de James. Keylor
apareció haciendo milagros; el mayor no fue una parada, fue una anticipación en
el minuto 93: leyó el centro, rectificó ante el toque de Varane y privó a
Lewandowski de remate y de final. El Madrid ha ido pasando eliminatorias
jugando bien, regular y mal, en ese orden, pero la memoria colectiva sólo
recordará lo que pase en Kiev. Ahí estará un superviviente, según la RAE: que
conserva la vida después de un suceso en el que otros la han perdido.
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