Pepe Castro
está sobrepasado. El Presidente del Sevilla escenifica el nerviosismo que
existe en la planta noble de Ramón Sánchez-Pizjuán en los últimos meses. La
situación deportiva presenta dos caras muy opuestas, una para estar orgullosos
y otra para estar preocupados. La situación institucional está más cerca de la
tempestad que de la calma.
La salida de
Monchi, la espantada de la dirección deportiva, los problemas en La Liga, los
errores de Óscar Arias, la inestabilidad en el Consejo de Administración, las
diligencias abiertas al propio Presidente por presuntos delitos de
administración desleal y falsedad documental, el peso de lo conseguido en los
últimos años. Un año complicado que está llevando al límite a Pepe Castro,
empeñado en seguir mostrando una pose de soberbia carente de autocrítica y
llena de palabras tan contundentes como vacías en su contenido.
La sombra de
José María Del Nido sigue planeando en Nervión. Una vez resueltos sus problemas
personales, el antecesor de Pepe Castro vuelve a estar dispuesto a recuperar su
cargo. Su legado va más allá de los títulos y la regeneración del club. También
instaló en los responsables de la entidad un discurso rotundo. Tajante. De esta
forma, arriesgada en ocasiones, se creó una autoexigencia determinante en el
crecimiento del Sevilla Fútbol Club. Castro intentó continuar con la misma
fórmula, predicando con los métodos que resultaron exitosos con Del Nido. Con
una diferencia, el ex Presidente creía en lo que decía. Ahora, todo parece una
pose.
Lo sucedido en el Real de la Feria con Andrés Ocaña durante el programa de Deportes CopeSevilla no es más que un síntoma del nerviosismo. La pregunta del periodista
fue respondida con gestos más que con palabras. Sí, Pepe Castro está nervioso.
Solo así se puede comprender que alardee de que el Sevilla es el único equipo
que ha estado vivo en tres competiciones por 24 horas. Pose. Inquietud. Un acto
más propio de aquel que dijo “me estáis exigiendo que me estáis cansando” que
del que dijo “nos vamos a comer del león desde la melena hasta el rabo”. Un
estado alarmante en la persona que más seguridad debe mostrar en este momento.
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