La de hoy es una noche dura para escribir si eres culé. Una
sensación difícil de plasmar en palabras aunque un sentimiento familiar en las
últimas temporadas, por desgracia. Es curioso que en la plenitud de Messi, del
probablemente mejor jugador que veamos jamás, el Barça haya jugado una sola
final de Champions en siete años.
Es imposible explicar lo sucedido en el Olímpico de Roma. O
tal vez no tanto. La Roma fue un equipo que jugó mejor, que presionó más arriba,
que llegó más, que disparó más a portería, que fue más intenso, que salió a por
el partido desde el minuto uno. Que quiso ganar, en definitiva. Y se puede
explicar si se analiza la dinámica del Barça desde agosto. La idea de Ernesto
Valverde es la misma desde entonces: reforzar el centro del campo, competir
desde la portería a cero y confiar en el talento de dos de los mejores
jugadores del planeta: Messi y Luis Suárez. Principalmente en Leo. Y tal como
pintaba la cosa en agosto, a lo mejor un -posible- doblete de Liga y Copa es lo
máximo a lo que se puede aspirar.
Con un Messi extenuado físicamente con casi 50 partidos en
la mochila en abril, con los pilares del centro del campo entre algodones:
Iniesta y Busquets, lo de Roma se puede entender con mayor facilidad. Pongamos
un ejemplo si miramos a la acera de en frente. El Real Madrid que ha dominado
en Europa lo ha hecho desde el centro del campo, desde Casemiro, Kroos, Modrid
e Isco. Igual que lo hacía el Barça de Pep. Después quienes se llevan la medalla
son Cristiano Ronaldo y Messi pero cuando la sala de máquinas no funciona,
ellos solitos no son capaces de obrar el milagro en competición europea.
Además si se realiza una lista con los centrocampistas
firmados por el club desde el último equipo del Barça que dominaba, dominar no
es ganar un año aislado, aparecen nombres como André Gomes, Paulinho, Alex Song
o Arda Turan. La idea de Valverde, el estado físico de los jugadores, el centro
del campo, la planificación deportiva… comienzan a salir posibles causas del
descalabro inexplicable hace unos minutos. Y toda ellas relacionadas. Y el
factor fundamental: el partido que ha hecho la Roma, su intensidad y el
ambiente en el Olímpico. No es solo ganar, es querer hacerlo. Y solo un equipo
tenía ese pensamiento en mente a las 20:40 cuando sonaba el himno de la
Champions en el Olímpico. Y eso, es lo verdaderamente preocupante.
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