Los Celtics han dejado de ser candidatos. No hay más. Los
aficionados verdes pueden querer agarrarse a la esperanza, a Tatum y Brown, a
Horford y Morris. O al inesperado Rozier. Pero incluso Brad Stevens sabe que
sin Kyrie Irving sus aspiraciones son nulas. Sobreponerse a la ausencia de
Gordon Hayward ya era un ejercicio de superación que el coach supo parchear, no queriendo que el resto del plantel hiciera
lo que estaba destinado al que fuera su pupilo en Butler, sino potenciando las
capacidades de los que tenían que repartirse esos minutos, ahora sin dueño. De
este modo, Jayson Tatum y Jaylen Brown aceleraron su ya aventajada madurez y
taparon los agujeros con enormes actuaciones, grandes dosis de clase y
superávit de energía. Pero suplir a la gran estrella del equipo ya se antoja
una quimera. Terry Rozier es bueno, mejor de lo que todos pensábamos. Pero no
tanto. Llegan a playoffs y los de
verde van cojos, aunque regrese Marcus Smart. No, 2018 tampoco va a ser el año.
Y es que las lesiones han sido las otras grandes
protagonistas del curso. Así, las aspiraciones de franquicias llamadas a
brillar en su nivel se han visto sesgadas de raíz. Y los equipos que las han
sufrido, han pasado de planear algo más que llegar a post temporada y pelear
con honor a meter codos en el sprint
final, buscando un hueco en un bracket
excesivamente caro. Otros, que soñaban con sacar la cabeza, no podrán siquiera
imaginarlo sin su figura más rutilante. A los Knicks, por ejemplo, se les
derramaron los sueños cuando Kristaps Porzingis se dejó los ligamentos en un
mal aterrizaje; y a los Grizzlies la necesidad de Mike Conley los ha llevado a
una espiral cada vez más negativa que acabó desembocando en un ejercicio de tanking que supera lo vergonzoso.
Aunque la parte más fea, sobre todo para el aficionado, es
la que implica a aquellas escuadras llamadas a ser algo más. San Antonio Spurs
como caso más extremo. Cavs aparte, en 2017 fueron el equipo que en más
aprietos puso a los aterradores Warriors. Durante el primer partido de la final
de conferencia se atisbaba la sensación de que la serie podría ser más larga de
lo previsto. Hasta que el pie de Zaza Pachulia dejó fuera de combate a Kawhi
Leonard. Los del Álamo pueden ser el adversario más duro con su buque insignia,
pero sin él se convierten en un equipo limitado, donde jugadores muy veteranos
se mezclan con otros aún inexpertos. Con Gregg Popovich entregándonos otra master class de dirección de banquillo y LaMarcus Aldridge al mejor nivel
que le recordamos, la guerra es por meterse entre los ocho primeros del Oeste.
La lesión de cuádriceps de Kawhi, además, ha traído cierta inestabilidad más
allá de la propia cancha, con dudas que no dejan de crecer en torno a su
continuidad y rumores de relaciones deterioradas con sus compañeros.
Otros equipos enfrascados en la batalla por seguir
compitiendo superado el 11 de abril se ven condicionados por bajas importantes.
Los New Orleans Pelicans nos han parecido buenos tras el All-Star, pero se debe al extraordinario nivel mostrado por Anthony
Davis y la ayuda de un valiosísimo Jrue Holiday. No disponer de DeMarcus
Cousins es una losa. Llegado el momento álgido, la fatiga de quienes han tenido
que hacer un sobreesfuerzo y el hecho de contar con una plantilla que no va
sobrada de talento, ha pasado factura. Su objetivo real, a día de hoy, debe ser
intentar asegurar la continuidad de la mejor pareja interior en mucho tiempo
(Cousins es agente libre este verano).
En otro escenario, parece que mucha gente ha descubierto a
Andre Robertson después de que éste se haya roto el tendón rotuliano. A los
Thunder este contratiempo les llegó en el peor instante. Se les veía acoplados
por fin, haciendo gala de un potencial defensivo de primerísimo nivel y con la
posibilidad de explotar ofensivamente cualquier noche, debido a su talento
individual. Perder a Robertson les hizo retroceder y, aunque Corey Brewer está
llenando admirablemente más hueco del que a priori podría esperarse, no
imaginamos a los Rockets o Warriors sintiéndose amenazados por los de Oklahoma
City. Es un caso similar al de Minnesota. De pronto, Tom Thibodeau no aparenta ser
tan bueno como siempre creímos (he de admitir que, en mi caso, la decepción es
cada vez mayor) y sin Jimmy Butler la grietas se hacen más visibles y la falta
de liderazgo de sus jovencísimos astros queda patente. Se supone que el escolta
llegará a las eliminatorias, pero es que igual se quedan por el camino que
conduce a ellas. Los Nuggets acechan y tal vez sea gracias a haber recuperado
en el momento oportuno a Paul Millsap, su flamante fichaje, que se ha perdido
hasta tres meses de competición. El récord sin él no es tan malo, pero sí que
la química necesaria con Jokic se ha visto retrasada en el tiempo, lo cual ha
perjudicado claramente el engranaje grupal. En los implicados en esta
contienda, no podemos olvidar tampoco a los Jazz. Desarrollando uno de los
baloncestos más atractivos de ver, estuvieron a punto de desengancharse de todo
mientras Rudy Gobert veía desde fuera lo que ocurría sobre el parqué. Poca
broma ir a la guerra noche tras noche sin el probablemente mejor defensor
interior del planeta.
Vamos acabando con dos de los más importantes baloncestistas
de la liga, quienes, ahora mismo, están fuera. Joel Embiid se ha fracturado
recientemente el hueso orbital. El percance podría ser menos sensible toda vez
que parece que los Sixers van a disponer de factor cancha en la primera
eliminatoria. La presencia del camerunés sí que resultará vital de cara a
tratar de alcanzar la posible final del Este. La otra gran ausencia es la de
Stephen Curry. Los fantasmas del pasado regresan a la Bahía. Hace dos años, el
base de los de Kerr también llegó renqueante al tramo decisivo y su equipo pudo
pagarlo caro ya en final de conferencia de no ser porque un bestial Klay
Thompson acudió al rescate. De quererlo, podríamos incluir a John Wall en este
párrafo. Por lo que significa para los Wizards. Sin embargo, desde mi
perspectiva, aún con él se me antoja difícil que puedan plantar cara a los previsibles
cabezas de serie, salvo que el rival resulte ser Boston. Al máximo nivel y con
los de Massachusetts en cuadro, las fuerzas podrían estar igualadas.
Dejamos para el final el extraño caso de Cleveland
Cavaliers. No recuerdo un partido con su roster
al completo. Ni siquiera su entrenador se ha salvado de la quema. Curiosamente
en el mejor año en cuando a salud de LeBron James, se han ausentado, en algún
encuentro, casi todos los miembros de la plantilla. La peor parte se la ha
llevado Kevin Love. Más allá de lo mental (tema que tratamos anteriormente en
Sphera Sports), romperse la mano lo ha alejado varias semanas del grupo. Sin
embargo, justo parece que los Cavs van a tener a todos sus componentes sanos en
el momento preciso. Caprichos del destino. Porque las lesiones también forman
parte del mismo. Y del devenir y desenlace de cada temporada. Veremos cuánto
condicionan…
Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.
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