Algo ha
cambiado en el Mundial de Superbikes en 2018. Tras las dos primeras pruebas -es
decir, las cuatro primeras carreras-, tres pilotos han ganado carreras, el dictador Jonathan Rea ha estado fuera
del podio en un 50% de las ocasiones y hasta ocho pilotos están en la distancia
de 27 puntos. Quizás sea fruto de la exclusividad de dos circuitos peculiares
-Phillip Island y Buriram-, o quizás no. La llegada de Europa ratificará o
desmentirá esta situación.
Cierto, Rea
sigue siendo el líder, pero con ‘sólo’ 69 puntos. A estas alturas, en 2015 ya
llevaba 95. En 2016, repetiría esa cifra. Y en 2017, un inédito pleno,
consiguiendo las cuatro primeras victorias del año. En este curso, el
tricampeón sólo ha ganado una carrera, la Race
1 de Tailandia, y ha estado dos veces fuera del podio: en la carrera del
sábado en Australia, cuando le lastró un neumático defectuoso, y en la del
domingo en Tailandia, cuando estuvo poco acertado, cometiendo algunos errores y
acabando cuarto.
Muchos
decían que Kawasaki era el problema de Superbikes. Que la superioridad de las
motos verdes hacía aburrido el campeonato. Estos dos primeros fines de semana
han demostrado que ese argumento ya no es válido: sí, Rea es líder -con mucho
menos margen-, pero su compañero de equipo, Tom Sykes, que no es un cualquiera (campeón en 2013 y tres
veces subcampeón) apenas es séptimo en la clasificación, tras varias carreras
sumamente decepcionantes.
¿Y quién
está entre los dos pilotos de Kawasaki? Para empezar, las Ducati. Han ganado
tres de las cuatro carreras disputadas, con dos pilotos diferentes, como
Melandri y Davies, y tienen una moto más equilibrada que en años anteriores.
Davies llega a su terreno, a circuitos que le van bien, como Aragón e Imola,
enganchado en la pelea -algo que no ocurrió en los tres años anteriores- y
Melandri comenzó muy fuerte con un doblete en Australia. A esto hay que sumarle
el increíble rendimiento de Forés, que ha subido dos veces al podio, ha acabado
todas las carreras en el top-5 y está
tercero en la general, pidiendo a gritos una moto oficial.
A las dos
motos que han ganado carreras en los últimos tres años hay que añadir otra:
Yamaha. En la segunda carrera de Tailandia, Lowes y VD Mark subieron al podio.
Yamaha genera muchas más dudas y habrá que esperar a la fase europea del
campeonato para darles más opciones de lograr grandes objetivos, pero han
empezado con buen pie. Visto este panorama, Superbikes han dejado de parecerse
a la F1 para tomar el camino de MotoGP.
Si algo ha
caracterizado a MotoGP en los últimos años ha sido su feroz competitividad.
Nueve pilotos ganaron carreras en 2016 y hasta cinco pelearon por el título en
2017 hasta el mes de septiembre. Dorna, que desde hace pocos años también
controla el Mundial de SBK, se ha empeñado en llevar este espíritu a la
categoría de las motos derivadas de serie: conseguir que haya, al menos, tres
marcas con opciones de ganar carreras y varios pilotos el título. Han buscado
cualquier opción: carreras en dos días, inversión de la parrilla para la
segunda carrera y, este año, la limitación de la revolución del motor. Y parece
que ahora, por alguna razón, podrían haber dado con la tecla.
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