El número 34 siempre significó mucho en el mundo del
deporte. En la NBA lo han usado leyendas de la talla de Paul Pierce, Shaquille
O’Neal o Hakeem Olajuwon. En el campeonato del mundo de velocidad lo ha portado
sobre el carenado uno de los más grandes pilotos que haya existido: Kevin
Schwantz. Y también lo llevó durante muchos años Andrea Dovizioso, incluso fue
campeón del mundo con él.
Andrea Dovizioso es uno de esos niños que están hechos para
la velocidad. De esos que llevan gasolina en lugar de sangre corriendo por sus
venas. Siendo un adolescente fue campeón de Europa y rápidamente dio el salto
al Campeonato del Mundo. Si bien es cierto que su primera victoria mundialista
se le resistió hasta su tercera temporada, en ese año 2004 fue dominador de
principio a fin. Subió al pódium en 11 de las 16 carreras del campeonato, salió
desde la pole en la mitad de ellas y logró cinco victorias. Todo bajo el número
34.
Compitió tres años más en 250cc antes de dar el salto a
MotoGP pero no pudo hacerse con el título en la categoría intermedia. Dani
Pedrosa primero y Jorge Lorenzo en los dos siguientes años privaron al piloto
transalpino de tal honor. En una ocasión tan solo le restaron 12 puntos para
ser campeón. Entonces llegó la oportunidad de MotoGP y no se le puede decir que
no. Su forma de pilotar y su talento no cambiaron en ninguna de las tres
categorías pero al llegar a la máxima categoría sí cambió algo: su número 34.
Está retirado en la categoría reina en honor a ya sabéis quien.
Tras un esperanzador año de debut dio el paso al equipo
oficial de Honda pero los resultados fueron decepcionantes y se vio obligado a
abandonar la moto con la que pilotó desde su inicio en el Campeonato del Mundo
diez años antes (a excepción de un Wild Card con Aprilia). Firmó por el equipo
satélite de Yamaha y los resultados fueron excepcionales, por lo que Ducati
confió en él para volver a ser campeón cuando la aventura de Rossi con la marca
italiana puso punto y final. Ahora iba a ser jefe de filas por primera vez en
su vida desde que llegó a MotoGP y eso merecía otro cambió. De nuevo el número.
Seguiría siendo el cuatro, pero con un cero por delante. 04. Y el espíritu de
ese año en el que fue campeón se hizo notar.
Ya es el sexto año de Dovi en la escudería italiana. Su
estilo de pilotar se ajusta perfectamente al carácter indomable de la montura
roja y su potencia desbocada y le permite llegar más allá de lo que la
electrónica permite a las motos actuales. Una combinación que le hace capaz de
ser potente en recta y de competir con Honda y Yamaha en el cuerpo a cuerpo. A
sus 31 años, el talento de aquel niño que montaba la 34 se mantiene intacto en
la cabeza de un hombre maduro que sabe cuando arriesgar y cuando frenar, con la
ambición del adolescente que ansiaba llegar al Mundial. Una meta, ser campeón
del mundo de MotoGP. Un camino para lograrlo, el espíritu del 04.
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