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Sigue siendo un niño

Este pasado 20 de marzo cumplía 34 años Fernando Torres. Y
eso significa que no solo los cumplía él, sino que lo hacíamos un poco todos.
Porque por mucho que siga pasando el tiempo y por muchas velas que sople en su
tarta, seguirá siendo, para siempre, el niño de todos.

No se nos puede olvidar, ahora que parece estar en su etapa
final en su Atleti, lo que ha sido este chaval para una entidad tan grande como
la rojiblanca. Grande, porque históricamente lo es y porque en la más pura
actualidad lo sigue siendo. Pero hubo unos años en los que estuvo rematadamente
lejos de ser lo que siempre fue y lo que es. Y fue en esos años cuando un niño
pecoso apareció en escena para brindar una alegría a una hinchada hastiada.

En el Atleti, tras la aparición de un pequeño de
Fuenlabrada, han jugado futbolistas de la talla de Forlán, Agüero, Falcao,
Diego Costa o Antoine Griezmann. Pero ninguno de ellos pasaron las penurias que
pasó ese muchacho con el 9 a la espalda que sentía, de verdad, la camiseta por
la que se estaba dejando hasta la última gota de sudor.

Ese chico eléctrico y rápido apareció en segunda división,
cuando aún no tenía ni barba, y puso su granito de arena para devolver al
Atleti al lugar que le correspondía. Ya en primera, como figura primaria y como
capitán absoluto, aguantó lo inaguantable rodeado de compañeros sin ninguna
identidad con el club, ajenos al destrozo que se estaba haciendo de un club tan
legendario como el Atlético de Madrid. Ellos iba, jugaban y cobraban. El dolor
era para él. Desde su debut en la máxima categoría le llovieron las ofertas.
Pongan el nombre de cualquier club del mundo. A todos les dijo que no. Hasta a
los que “no se les puede decir que no”. Fue el clavo ardiendo al que se agarró
una afición desolada. La razón por la que visitar el Vicente Calderón aún tenía
sentido. El último reducto de Atleti que quedaba aquellos años, más allá de la
camiseta y el escudo. Muchos niños se hicieron del Atleti porque allí jugaba un
tal Fernando Torres. Por entonces, era inimaginable que alguien eligiese
voluntariamente ser de un equipo tan desastroso…

Y llegamos al presente. Se marchó, volvió, y vive, quién sabe,
sus últimos meses como jugador del Atleti. Dicen que tiene que ganar la Europa
League para poder retirarse del equipo de su vida con un título. Se lo merece
él y su gente. Coincidimos. Pero creo que, si esto no pasase, no se acabaría el
mundo. Porque el mayor título ya lo ganó cuando portó el brazalete de capitán
con 19 años y le dio lustre a un escudo que el resto a su alrededor se encargó
de pisotear sistemáticamente. No lo olvidemos, porque esos años también son
historia del Atleti. Quién sabe lo que hubiera sido de este equipo sin aquel
chaval que, este 20 de marzo, cumplió 34 años y sigue siendo un niño. 

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