El Madrid también pierde

Nedved jubilando a Hierro, Morientes y
la maldición del ex, el gol de Zalayeta en el 118′, los diez segundos de
Makaay, el gran día de Henry, la Roma de Totti, el «chorreo» del
Liverpool, el Olympique de Lyon tras los fichajes de Cristiano, Kaká, Benzema y
cía, el Barça y Unicef, el penalti a la estratosfera de Ramos, el póker de
Lewandowski, Morata y la cíclica maldición del ex.
Siempre he aplicado el dicho de mi madre: «No hay que compararse con los
de arriba, sino con los de abajo». Es un tipo de conformismo que te
descubre que puedes ir a peor. Guardar las derrotas en un sitio tan visible de
la memoria como las victorias te hace jugar con ventaja para digerir lo que
está por venir: esto ya lo he visto yo, sea lo que sea.

El Madrid ha convertido la Liga en una
ciudad dormitorio: trabaja en Europa y duerme en España. Tras eliminar al PSG,
madridistas y no madridistas han vuelto a poner a los blancos como claros
favoritos para dominar Europa. Unos volviendo a coger aire y otros con
resignación, pero todos con la pancarta de «el Madrid es la
Champions». Propios y ajenos se montan
ahora en el carro del Madrid campeón apelando a que da igual cómo esté y lo que
haga, que acabará ganando. No. El Madrid también pierde. Es una obviedad, pero
parece que hay que enumerar la lista de derrotas como si fueran palitos en la
celda de un preso para que algunos tomen conciencia.

Duerme en la suite presidencial, pero no
es el dueño del hotel. El Madrid gana Champions a sacudidas (las cinco primeras
más la del 66, tres entre 1998-2002, tres entre 2014-2017), cobra y se va. Y
desaparece en el momento y el lugar más insospechado: a bote pronto, Mónaco;
adiós, galácticos. 

Otra cosa que me ha sorprendido de lo
leído y escuchado en la última semana es que con millones no basta en el
fútbol, en alusión al PSG. Como si el Madrid hubiera sido campeón el año que
fichó a Cristiano y se gastó casi 300 en un verano. Necesitó cinco temporadas
del portugués para levantar la obsesiva Décima. Tal y como está evolucionando
el fútbol, sin dinero seguro que no llegará nunca. Con dinero, puede que sólo
tarde un poco más.