Tras tres años desastrosos con McLaren, Honda comienza una
nueva andadura en la Fórmula 1 junto a Red Bull. Para este 2018 suministrarán
motores a Toro Rosso, equipo filial de la marca austriaca, con miras a ser
motorista del primer equipo en 2019. Este proyecto es la última bala que le
queda a Honda para evitar un fracaso absoluto. Desde que volvieron a la
categoría en 2015, solo han mostrado humo, tanto en sus declaraciones como en
pista. Se llegó a plantear su retirada de la competición cuando terminara el
calendario de 2017, pero los nipones estaban decididos a continuar en la
Fórmula 1 hasta alcanzar el éxito. Ahora, están ante su última oportunidad de
arreglar un desastre con difícil solución.
La actual normativa de motores dejará de estar en vigor al
término de la temporada 2020, por lo que solo quedan tres años de competición
con la actual idea de unidad de potencia. A partir de 2021 los motores sufrirán
una serie de cambios bastante notables, que hará a los equipos rediseñar casi
por completo sus unidades. Teniendo en cuenta este cambio de reglamento y
mirando la trayectoria de Honda en la Fórmula 1, los nipones tienen dos años
para dar un golpe de timón: 2019 y 2020.
Esta temporada será de transición para ellos, una
preparación para pasar a formar parte de Red Bull. Porque a los austriacos no
les queda otra opción que Honda para 2019. Renault ha encontrado en McLaren una
vía de escape a la marca de bebidas energéticas, con la que no mantienen muy
buena relación desde que comenzó la era híbrida. Los problemas de fiabilidad de
los franceses, y estar un paso por detrás del motor Mercedes y Ferrari, han
provocado que exista más tensión de la adecuada entre los austriacos y su
motorista.
Durante este 2018, Honda deberá solucionar todos sus
problemas de fiabilidad y empezar a encontrar rendimiento en su unidad de
potencia para poder darle un buen motor a Red Bull la próxima campaña. Le queda
poco margen de error a los nipones. Este año no tienen la presión de conseguir
buenos resultados en parrilla, ya que las aspiraciones de Toro Rosso no son las
de McLaren, pero la presión a medio plazo es la misma que le exigían los
británicos. Al disputar todas las pruebas del calendario, Honda deberá tener un
motor al nivel de los tres primeros, o Red Bull sufrirá dos años bastante
malos.
La única opción de la marca de las bebidas energéticas serán
los japoneses para 2019, ya que Renault no quiere renovar su vinculación y
Mercedes y Ferrari no le darán su motor a un rival directo. Los austriacos se
encuentran en una difícil partida, en la que solo les queda una carta, al igual
que a Honda. Por el bien de ambas marcas, el motor debe mejorar sustancialmente
en 2018. De lo contrario, el motor japonés arrastrará a otra marca puntera
hacia la parte baja de la parrilla, como ya sucedió con McLaren.
En Red Bull tienen que estar con los dedos cruzados, esperando
que Honda dé con la tecla, aunque los que de verdad tienen que estar sufriendo
son los de Sakura. De no conseguir levantar el vuelo, habrán vivido uno de los
mayores desastres de la Fórmula 1 en cuanto a proyecto, sumándole a la
catástrofe unos montantes económicos de vértigo. Les queda un año de transición
y dos para demostrar que han sido capaces de hacer un buen motor. Los
austriacos le prestarán toda la ayuda que sea necesaria para conseguir una
buena unidad de potencia, porque ambos van ahora en el mismo barco.
La
última bala de Honda ya está cargada en el revólver, a punto de ser disparada.
Al apretar el gatillo veremos si es, por fin, una bala ganadora o explota,
llevándose por delante dos años del proyecto de Red Bull y el honor de la marca
japonesa.
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