Ocurrió allá por 2015. José Ángel Pozo protagonizaba junto a Pablo
Maffeo el anuncio de la marca ‘Cola Cao’, en un tiempo en el que ambos
pertenecían al Manchester City, que realizó una apuesta de futuro por ambos
jóvenes valores españoles.
El último día de mercado
veraniego de 2015, tras intentos fallidos de cesión en diciembre y a lo largo
de dicho verano, el mago malagueño llegó
en propiedad a la UD Almería. Fue Alberto Benito, entonces Director
Deportivo del club almeriense, el que dirigió las operaciones que finalizaron
con José Ángel Pozo inscrito con el conjunto rojiblanco en una temporada en la
que el único objetivo del club era el de regresar a la máxima categoría del
fútbol español.
El ascenso no se produjo, la
temporada fue decepcionante como lo han sido las tres últimas para el club
presidido por Alfonso García. El ánimo de los aficionados ha ido decayendo con
el paso de las semanas y el objetivo ha ido mutando sin remedio de aquel sueño
del retorno a Primera al premio poco ambicioso de la salvación. Sin embargo, una luz brilla cada dos semanas en el
Estadio de los Juegos Mediterráneos. La que desprende un jugador que brilla
con luz propia.
Pozo fue internacional en las
categorías inferiores del combinado nacional hasta la categoría sub-19 y, antes
de hacer las maletas de regreso a España, debutó con el primer equipo del
Manchester City tanto en Copa como en Premier League, estrenándose como
goleador en el conjunto inglés en el primer partido en el que participó. La proyección del mago era meteórica y
el Almería creyó en él, en una de las últimas inversiones económicas de
consideración realizada por su presidente. La apuesta, aunque ha sufrido
momentos de duda, fue ganadora.
En su debut con el equipo
almeriense logró anotar al minuto de su aparición el gol que daba la victoria
al equipo ante Osasuna. En esa primera temporada, pese a cierta irregularidad, fue determinante para la salvación con
goles que se convirtieron en vitales para tal objetivo. También los anotaría en
su siguiente temporada, en el que la irregularidad del equipo sembró dudas
sobre su rendimiento objetivamente injustas.
La actual es la tercera temporada
de José Ángel Pozo como rojiblanco. Y, como en las anteriores, sigue erigiéndose como ese jugador
diferencial que aporta al equipo el distintivo de calidad que sólo los
jugadores diferenciales son capaces de ofrecer. Su rendimiento, evidentemente,
dista mucho de ser valorable a través de su capacidad goleadora, porque no es a
quien se le debe exigir dicho rendimiento. Él
es la magia y alrededor de su figura gira el fútbol en clave rojiblanca.
Apareciendo y ofreciéndose por cualquier zona de la segunda línea de ataque, el
rival es conocedor de la amenaza que supone, capaz de detectarla pero incapaz
de frenarla. Es precisamente eso lo que le convierte en una especie de jugador
único. Por su capacidad para encontrar el espacio para recibir y su habilidad
en la conducción del esférico. Futbolista de perfil físico aparentemente débil,
su tren inferior le permite hacerse fuerte en la protección del balón y su
arrancada y velocidad le ofrecen la oportunidad de deshacerse del rival para
ejecutar su mayor virtud, que no es otra
que la visión de juego para encontrar ese pase que sólo los genios visualizan y
los dotados de clase ejecutan a la perfección.
Sus
cualidades no han pasado desapercibidas, grandes equipos lo tienen en su agenda
y sólo un milagro permitiría que la afición rojiblanca pueda seguir
disfrutándolo una temporada más. Consciente de ello la afición, rendida ya a su
fútbol, le adora y disfruta de cada minuto de su juego. El objetivo no es otro que el de mantenerlo en la retina cuando,
irremisiblemente, se tengan que despedir de él. De ese jugador que
justifica la ilusión de acudir al estadio. Y es que Pozo se define como el
‘Cola Cao’ y el eslogan del anuncio que hace unos años protagonizó: “Energía para disfrutar”.
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