¿Recuerdan
la pancarta que se desplegó en el Camp Nou con el lema “La Masia no es toca” en
respuesta a la sanción impuesta por la FIFA? Pues bien, de aquello tan solo
queda el recuerdo. La fuga de cerebros que empezó con Fàbregas o Piqué se ha vuelto
a repetir con Eric Garcia, Mboula y, más recientemente, Sergio Gómez. Aquello que parecía un
hecho aislado, se ha convertido en algo cada vez más habitual. Parece evidente
la, cada vez mayor, dificultad que tiene el Barcelona para retener a sus
jóvenes estrellas. Los motivos son evidentes; por un lado, el apartado
deportivo: clubes de gran prestigio europeo aseguran a juveniles la posibilidad
de entrar en la dinámica del primer equipo. Por otro lado, el económico:
ofrecer sueldos anuales de siete cifras a chavales de 16-17 años es, cuanto
menos, tentador.
Que las jóvenes perlas de la Masia
decidan hacer las maletas, puede ser la causa o la consecuencia de la política
–incorrecta– de fichajes del Barça B. Con el cierre del mercado de fichajes
invernal, la plantilla del filial azulgrana estará formada por 25 jugadores. 16
de ellos no se han formado en las categorías inferiores del club, tan solo
nueve –prácticamente la mitad– pueden considerarse canteranos.
El objetivo del Barça B debería ser
formar jugadores para que, algún día, puedan dar el salto al primer equipo. Sin
embargo, con el ascenso a la categoría de plata la temporada pasada, las
prioridades dejaron de ser las que deberían ser. Salvar la categoría se ha
convertido en la única finalidad del club. Es por ello que se ha optado por
fichar a jugadores jóvenes con una cierta experiencia que ayuden al club a
salvarse. Los cinco fichajes de este mercado invernal (Rivera, Hongla, McGuane, Nahuel y Ballou) tienen
entre 18 y 21 años. Por lo tanto, tienen una amplia proyección pero, además,
suponen un tapón para los jugadores de categorías inferiores. “Si no me dan la
oportunidad de lucirme con el filial, ¿cómo voy a llegar al primer equipo?”,
deben pensar muchos.
Por suerte, Ernesto Valverde parece tener las ideas claras y no duda del
potencial de algunos jugadores del filial. Prefiere las plantillas cortas para
dar mayor protagonismo a los más jóvenes y que se acostumbren a la dinámica del
primer equipo. Cucurella, Aleñá, Oriol Busquets y Arnáiz ya
saben lo que es jugar bajo las órdenes del ‘txingurri’. Sin embargo, la
presencia de los jugadores del B ha quedado relegada, como viene siendo
habitual, a un segundo plano casi residual e inexistente. La plantilla del
primer equipo debería estar formada por jugadores de talla mundial y por
jugadores del filial, sin medias tintas en el banquillo. El lugar que ocupan Digne, André Gomes, Aleix Vidal
y el que ocupaba hasta hace poco Arda
debería prevalecer para jugadores que provengan del filial.
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